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Día temático 27 - Sensaciones (IV)
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Para quienes tuvimos la suerte de viajarlos, los ómnibus Leyland son una fuente de sensaciones de todo tipo.
Sus suaves sacudidas en ralenti y los espasmos al arrancar cuando los motores estaban fuera de punto, el golpetear de las ventanillas en las calles empedradas, los golpes secos y fuertes en su parte trasera, cuando la luneta rebatible estaba suelta e iba y venía sin control, el "olor a motor" y el humo que se colaban a veces dentro del salón... son sensaciones inolvidables a bordo de estos ingenios.
También lo era ver manejar al conductor, con ese volante en posición tan horizontal y la selectora neumocíclica de cambios, tan poco usuales ante un sistema que los más simples colectivos ya habían invadido casi por completo.
¿Qué sensaciones les producían estos plateados amigos...?
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La caja fue lo mejor que vi en esos tiempos, indestructible si le hacías el mantenimiento correcto. Si no, tuve colegas que compraron Leyland usados y, luego de romper la caja, se enteraron que había que cambiarle el filtro.
Con olor a flamante y lleno hasta la manija, la frecuencia en ésta línea no era la misma que los tranvías.
El segundo fue un RT de la 83, también con el mismo olor a nuevo.
Alfredo: Es muy difícil que por la torre salga "Calor", lo que habrás visto son "Vapores" de agua y/o aceite.
Causas: No purgar los tanques de aire, compresor en mal estado, y cubetas de los pistones de la torre en mal estado. (Cada velocidad tenía su pistón). Si el porblema era el compresor, la solución más fácil y barata era poner la goma que mencionás. Los problemas continuaban pero, por lo menos, no te ensuciabas la mano.