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Puesto de conducción de una leyenda del transporte porteño
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Los Leyland Olympic que sustituyeron a los tranvías fueron uno de los vehículos icónicos del sistema de transporte porteño en los '60. Su estampa fue uno de los clásicos, hasta bien entrados los '70.
Esta imagen nos permite apreciar su puesto de conducción, su frente interno y la tan recordada caja de cambios neumocíclica "Wilson" sin pedal de embrague.
Todos los que alcanzamos a tomarlos seguramente recordamos el accionar de los comandos por parte del chofer y sobre todo el pase de cambios, con el chistido tan característico que se escuchaba en cada cambio.
El coche pertenece a la empresa Transportes Saavedra y se hallaba al servicio de la línea 30.
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Se debía cambiar un disco de goma ubicado bajo la selectora el cual amortiguaba el ruido.
(Obviamente también evitaba mojarse con agua y/o aceite si no se purgaban los tanques, y/o compresor en mal estado).
Estas selectoras también podían levantarse y girarse un cuarto de vuelta estando en neutral. Con eso se evitaba que con el coche parado se seleccionara alguna velocidad
en forma involuntaria. Esto era muy útil.
Cierta vez, un "Personaje" propietario de un Scania-Vabis con caja similar (Cuya foto está en éste sitio) y estacionado de contramano, luego de una extensiva limpieza del interior del vehículo le dió arranque sin percatarse que la selectora estaba en 2a. Al no tener aire el los tanques no notó nada anormal y el "Personaje" ingresó a su domicilio a tomar unos mates con sus padres.
Luego, comenzó a escuchar el motor haciendo fuerza y pensó "Este b... de Ariel (Vecino de enfrente propietario de una unidad de la misma marca pero de motor trasero) no tiene mejor idea que afanarme el ómnibus". Al notar que el ruido del motor no variaba, salió a la puerta y vió como el vehículo se alejaba lentamente.
El "Personaje" notó que el conductor de un colectivo de la línea 127 que circulaba por su mano en dirección contraria observaba al ómnibus con su cuerpo dado vuelta y luego por el espejo izquierdo.
El "Personaje" salió entonces a correr al vehículo (40 años atrás) y le dió alcance luego que éste subiera a la vereda contraria y comenzara a derribar el árbol de un vecino.
Por suerte, ésto ocurrió 40 años atrás. Hoy en día apilaría no menos de 15 automóviles en su loca carrera.