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Los intrépidos y sus máquinas corredoras (III)
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Esta imagen nos muestra a uno de los clásicos "equipos de primera" de los ómnibus porteños en su época plateada: a la derecha vemos al guarda, distinguible por el "monedero" que cuelga de su cinturón, parte indispensable de su equipo de trabajo y al centro al conductor, de gorra. El personaje de la izquierda parece ser un civil, tal vez amigo de la "dupla omnibusera". No creemos que sea otro de los personajes de los ómnibus de la época, el inspector, por no estar uniformado.
Esta dupla se repetía en todos los ómnibus de la ciudad, en este caso representado por un típico G.M. largo, que se hallaba al servicio de la línea 159. Esta línea, de corta vida, fue reemplazada por el trolebús 307 y estos ómnibus, ya ociosos, fueron destinados a inaugurar la línea 128.
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Marce, justamente quise recordar el título de esa peliculaza que también vi decenas de veces. Cómo olvidarla...
En cuanto a la alfombra de goma, era típico que el chofer gritara "saquen los pies de la goma" porque de esta manera la puerta permanecía abierta y eso bloqueaba la posibilidad de arrancar. También las puertas tenían "bordes sensibles": cuando, al cerrarse la puerta, los bordes de goma de la hoja central tocaban algo, inmediatamente se volvían a abrir. De esta manera, un pasajero "atrapado" por la puerta solo recibía ese roce. Claro, esto traía algunos inconvenientes derivados del mal mantenimiento: cuando dichas gomas estaban deterioradas, deformadas, deshilachadas, era común que quedaran tocándose entre sí al cerrarse la puerta, entonces se volvía a abrir, se volvía a cerrar, se volvía a abrir, se volvía a cerrar, se volvía a abrir... hasta que venía el guarda y con unas buenas patadas solucionaba todo, al menos por ese día.