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Es Brockway. Mirá los guardabarros, Ale.

Tenés razón, Espam. Ya corrijo la descripción.

Se que siempre lo comento y les puede caer pesado, pero cuando veo estos coches sin luces me pone mal, cual sería el motivo no?

Supongo que no se las necesitaría. A mí también me cuesta creerlo, pero bueno, así parece.

Es verdad que se lo vé muy ancho, pero lo suficiente para que la carroceria calze bien en la trocha trasera que no se la vé para nada angosta.

Faltaban faroles y espejos retrovisores. Tampoco los tranvías los tenían. Yo lo vi. El escaso tránsito permitía jugar un partido de fútbol en medio de la calle. Aura no podemos imaginar poco tránsito. A los colectiveros les bastaba con lo poco que se veía en el gran espejo frontal, sobre el parabrisas, donde generalmente estaba el nombre y el logo de la carrocería. En los ómnibus y los tranvías no hay que olvidar las funciones del guarda, que sacaba la mano para señalar que el vehículo iba a doblar, cosa que se hacía despacio, con precaución. En los tranvías, además, el guarda sostenía con firmeza la soga del trole, para evitar que siguiera en el cable que continuaba derecho en lugar seguir por el cable correspondiente a la curva que tomaba el coche luego de mover el desvío con un fierro que colgaba afuera, que se ve en esta foto del 374, fierro sobre el cual volveré en otro comentario. A falta de espejo, el guarda era fundamental. El conductor no sabía cuándo podía arrancar porque ya habían subido los pasajeros, a menos que se diera vuelta y descuidara el manejo. Cuando ya habían subido los viajeros, el guarda tiraba de la soguita o tiento de cuero que iba desde la plataforma trasera a la delantera (en los tranvías) o sobre la cabeza del conductor (en los ómnibus de plataforma), donde esa soga o tiento accionaba una campanilla fija al cielo raso. que aún puede apreciarse en el museo de objetos tranviarios ubicado en la calle Valle al 700, creo. Es una esquina donde está la Biblioteca Federico Lacroze, de la Asociación Amigos del Tranvía. Ahí hay mucho material sobre el transporte en general. Lo que no figura, obviamente, son los sonidos, así que vamos a seguir con la citada campanilla. Dos toques eran "podés arrancar", pero si un pasajero perdía pie y había que detener el coche, tres toques rápidos eran "¡Pará, loco, pará, caracho!" Por la plataforma se subía, y por adelante se bajaba. Si la puerta delantera estaba a la izquierda, el conductor apreciaba la situación sin ayuda de nadie. Con el cambio de mano, el ómnibus cargaba y descargaba sobre el refugio ubicado en cada esquina, en las avenidas, en el centro de la calzada, donde también se detenían los tranvías. Pero si el coche circulaba por una calle cualquiera, (solían ser de doble mano), hacer bajar al pasajero en medio de la calle era peligroso (y estaba prohibido). En esa situación se bajaba por atrás. Ahí el guarda le pedía al conductor que parara tocando un solo toque de campanilla. Si hacía falta dar marcha atrás, por ejemplo, porque el motorman se había pasado del cambio, el guarda hacía una serie de toques de dos campanillazos, breve pausa, otros dos hasta que, en el caso de irse el coche muy cerca del vehículo que venía atrás, daba un último toque enérgico. Además paraba al que venía atrás con inconfundibles gestos de la mano. El guarda hacía otras cosas, como cambiar las puertas de la plataforma trasera cuando el coche ingresaba en una calle donde la vía estaba ubicada del lado opuesto al de la calle que el tranvía acababa de abandonar. (Las puertas delanteras las cambiaba el conductor). Recordemos que las vías eran de ida y vuelta en el centro de la calzada, como las que aún perduran en Las Heras entre el Zoológico y Cnel. Díaz. En las calles podían estar en el centro (caso Mansilla entre Pueyrredón y Canning), a la derecha, dejando y cargando pasajeros directamente junto a la vereda (caso Paraguay o Charcas)(remitirse al tango de Chico Novarro titulado "Cordón"), o sobre la izquierda, como Lavalle desde Ecuador creo que hasta Uruguay. En las calles secundarias con una vía central, solía haber, cada tanto, un meandro en alguna bocacalle. La vía se arrimaba a la vereda, cruzaba la transversal, y luego volvía al centro. Los tranvías iban en un solo sentido en cada vía, de modo que sólo en las avenidas solían cruzarse dos coches en sentido contrario, dando lugar a la institución llamada "alcance". (Volveré sobre esto, para explicarlo). Pero había zonas donde los tranvías circulaban en sentido opuesto por la misma vía, que tenía "apartaderos", desvíos que permitían el cruce. Esto pasaba en las líneas 3 (en la zona de Gerli y Lanús), el 51 y el 52 (por Lanús, Villa Obrera y Villa Mauricio), el 18, el 20 y el 53 (por Avellaneda, Piñeyro, el Pompeo y Lanús Oeste). Bueh... Por aura, paro aquí. Si me acuerdo de algo más, volveré y seré sillones.

Magnífico tu comentario, Espam. es más que ilustrativo. Aplaudo de pie tu memoria y los detalles minuciosos que recordás.

Espectacular comentario, Espam!

no solo es espectacular el comentario, sino que debe haber sido impresionante viajar en el transporte público por esos años, con tanta variedad de sistemas.