HISTORIA
DEL TRANSPORTE EN NECOCHEA
Aunque
este es un espacio dedicado preferentemente al transporte automotor,
el carácter de la nota que encaramos hoy requiere de una visión
más amplia. El lector comprenderá que todas las referencias
a otros modos de transporte (diligencia, ferrocarril, tranvía
y hasta balsa) son imprescindibles para la comprensión global
de la evolución del transporte en el núcleo urbano
Necochea - Quequén, ciudades gemelas de la Provincia de Buenos
Aires situadas a 525 Km. al sur de la Capital, sobre la Costa Atlántica.
Carretas
y fundadores
Los primeros pasajeros
que anduvieron por estos pagos llegaron en 1669, por orden del Virrey
Vertiz, quien ordenó la formación de una tropa de 60 carretas
con un millar de hombres –entre ellos 440 soldados– para llegar a las
Salinas Grandes en procura de sal para la Metrópoli. (1)
Casi
ochenta años después, en 1748, el jesuita José Cardiel
llegó a la desembocadura del río Quequén Grande
y levantó los primeros mapas de la región. Pero hasta
después de 1820 no comenzó la colonización de
la zona, apoyada por fortines que lentamente desplazaban al indio hacia
el sur. (1)
El 25 de diciembre de 1839, por orden de Juan Manuel
de Rosas, Narciso del Valle fundó el partido de la Lobería
Grande. Abarcaba los actuales distritos de Balcarce, General Pueyrredón,
General Alvarado, sur de Tandil, Lobería, Benito Juárez,
González Chaves y parte de Necochea. (2)
Varios pobladores de la zona elevaron una nota a las
autoridades, el 3 de agosto de 1854, pidiendo la fundación de
un pueblo en la desembocadura del Quequén Grande (3). El 31
de agosto de 1865, durante el gobierno de Mariano Saavedra, se creó el
partido de Necochea (4), separándose del de Lobería Grande.
Abarcaba 7130 Km2. (1)
Ángel
Murga, Comandante de Guardias Nacionales con asiento en Cristiano Muerto,
renovó en 1871 el reclamo sobre la necesidad de fundar un pueblo.
El juez de paz del partido, Victorio de la Canal, trabajaba por su
parte en el mismo objetivo. El primer proyecto situaba el asentamiento
cerca del almacén de la Media Luna, a unos 100 Km de la actual
planta urbana, pero triunfó el criterio de ubicarlo sobre el
río Quequén, cerca de su desembocadura en el Atlántico.
(1)
Los
malones que llegaron entre 1872 y 1876 apremiaron la necesidad de fortalecer
el poblamiento. Luego de numerosos avatares políticos y burocráticos,
el 17 de octubre de 1877, por ley provincial, se dispuso la creación
del pueblo de Necochea, con un ejido de 4 leguas. En 1881 el gobernador
Dardo Rocha comisionó al agrimensor José María
Muñiz el trazado de la planta urbana. La fundación de
la ciudad se produjo el 12 de octubre de ese año. Además
de Murga y de la Canal, figuran como fundadoras las familias de Eguren,
San Román, Rom, Luis Díaz y Jache, entre otras. (1, 3)
En la edición
especial de Ecos Diarios con motivo del Centenario de la ciudad se ilustra
claramente el crecimiento impulsado por la evolución del transporte,
a través de varios planos. A lo largo de este trabajo mostraremos
esos planos para marcar los hitos del transporte terrestre. (5)
Figura
1. Las comunicaciones en la primera fase del desarrollo de la ciudad.
(Ecos
Diarios, Edición del Centenario) (5).
Las
empresas de mensajerías, surgidas a mediados del siglo XIX,
acortaron notablemente el tiempo de viaje entre Buenos Aires y el sur
de la Provincia a 8 ó 10 días. Las rutas o “carreras” trasladaban
pasajeros, encomiendas y realizaban el correo oficial a través
de postas separadas entre 2 y 4 leguas, verdaderos paradores donde
el viajero descansaba y se cambiaban las cabalgaduras de las diligencias
o galeras (1). Las postas dependían desde 1859 de la Administración
General de Correos. Las disposiciones oficiales decían que las
galeras podían transportar en verano 14 pasajeros y 40 arrobas
de carga, mientras que en invierno estos números se reducían
a 9 y 25, respectivamente.
Los
carruajes, sólidos y ágiles, efectuaban 2 ó 3
viajes mensuales. El mayoral, amo y señor de estos vehículos,
anunciaba con toques de corneta el arribo y la partida en las postas.
Conducía desde el pescante a cuatro caballos al tronco. Varias
yuntas de hasta 5 animales, guiadas cada una por un cuarteador, acompañaban
la marcha, que se realizaba “a media rienda”, entre el galope y la
carrera. (1, 3)
Algunos
mayorales destacados fueron Deogracias Alzola, de la empresa de Moreno,
Sens, Chacón, Astaburruaga, Abrines, Garralda, Achevarría,
Calvo, Castillo, Irungaray, Artelarra y Aparicio, entre otros (6).
Como vemos, abundaban los miembros de la comunidad vasca, asentada
en toda la región.
Ya
en 1857 las diligencias “Nuevas Peninsulares” y “Españolas y
Americanas de la Coronilla” (7) llegaban a El Moro y Laguna de los
Padres. En 1863 el empresario Luis Moreno, prestador de estos servicios,
extendió los mismos a Médano Blanco y a la estancia San
Andrés de Egaña (1).
Moreno
operó en la zona durante dos décadas. En 1863 fundó junto
a Mateo Sevigne (o Sevine, o Sevigné) “Las Generales al Sud”,
con asiento en Buenos Aires, en la calle Piedras 81. Mantenía
7 líneas de diligencias que salían desde la plaza Monserrat
a diversos puntos del sur provincial (1, 8).
Figura
2. Servicios de mensajerías de Luis Moreno
(Historia
del Ferrocarril Sud). (9)
El trayecto a Quequén
discurría por Chascomús, Azotea de Pizarro, Cosme Pujol,
Pulpería de David, Juncal de Lezama, Cacique Negro, La Sultana
de Fernández, Pulpería de Leandro Díaz, Rincón
de Baudrix, El Verano, Estancias Castañeda, Rico Moro y Francisco
Ferreira, Tamangueyú y Estancia San Antonio de Arruda, llegando
a Quequén los días 8 y 22 (1). Muchas de estas referencias
topográficas quedaron olvidadas en el tiempo a medida que los
pueblos crecían, primero a la vera del camino y después
junto a las vías del tren.
Figura
3. Página del Indicador Argentino de 1870 (10). Las Nuevas
Peninsulares salen de Quequén los días 4 y 18. Las
oficinas de Buenos Aires están en Potosí 269.
El
avance del ferrocarril acortaba distancias y las empresas de diligencias
se establecían en la punta de rieles, complementando el servicio
ferroviario. Así, en 1865, con la llegada del tren a Chascomús
las mensajerías se establecieron allí. Desde entonces
pudieron incrementar las frecuencias, evitando llegar a Buenos Aires.
Los viajes mensuales a Laguna de los Padres, Tandil, Lobería
y Quequén aumentaron de 2 a 3 (1). De igual modo, en 1874 la
cabecera de las diligencias se trasladó a Dolores al mismo tiempo
que la terminal ferroviaria.
Operaban
por entonces, entre otras, “La Unión Vascongada”, de Luis Moreno,
luego transferida a Esteban Castillo e Hijo y, en 1890, a Benito Castillo,
G. Silva y Juan Garralda, y las “Mensagerías del
Sud”, que reunía a varios empresarios: Cervera; Arístid
Navarro Hno.; Niel y Mariño; Mariño y Lupo; Lupo e Hijos;
Remigio Lupo; Goñi; Ramón Lizarraga; José G. Rodríguez
y Remigio Lupo; Sens; Cantalosellas y Cía. y otros (8). Estos
nombres nos revelan dos cosas: por un lado, que había empresarios
que, en distintas sociedades, administraban varios servicios; por otro
lado, vemos que algunos mayorales habían progresado, formando
sus propias empresas.
Ayacucho
recibió al ferrocarril en 1890 y se estableció allí una
nueva cabecera de diligencias. En 1883, a dos años de la fundación
de la ciudad, “La Protegida” de Niel, Mariño y Cía. recorría
40 leguas en 8 viajes mensuales entre Ayacucho y Necochea, ida y vuelta
(1, 8). Las Mensagerías del Sud, ahora dirigidas por G. Silva, Rabia y
Cía., también se mudaron a Ayacucho.
Por
su parte, “La Nueva Unión” (G. Silva, Juan Garralda y Cía.),
unía Necochea con Tandil, con Juárez y con Balcarce,
además de una línea entre San Antonio de Arruda y Lobería,
combinada con la de Tandil, en 4 frecuencias mensuales.
He
aquí algunas cifras: De Ayacucho a Necochea, 5 viajes mensuales.
El pasaje costaba $12; Tandil a Necochea, 4 viajes por mes a $10 la
tarifa; Juárez a Necochea, 5 viajes, también a $10; Balcarce
a Necochea, 8 viajes a $6 el pasaje.
Cuando el tren llegó a Mar del Plata, en 1886,
La Unión Vascongada inauguró dos servicios de galeras:
desde allí a Vivoratá y Balcarce y desde Arbolitos a
Necochea, en combinación con las líneas existentes. También
estaba la diligencia de José León, que llegaba desde
Mar del Plata pasando por Miramar, Mar del Sud, Ballenera, Las Toscas,
San Pascual de Luro, El Moro de Guerrico y Quequén (1, 6). Zenón
Miño, antiguo vecino, recuerda que las diligencias cruzaban
el río Quequén por el Paso de Otero. (6)
Juan Garralda fue uno
de los mayorales que mantuvo los servicios aún después
de la llegada del ferrocarril a Necochea, persistiendo pese a la adversidad
que para él significaba el tren. Su línea Necochea - Benito
Juárez fue cortada primero en la casa de negocio Chapar, a orillas
del arroyo Pescado Castigado, con trasbordo a Juárez. Hacia 1905
el trayecto se redujo otra vez, llegando
hasta La Media Luna de Llinás, donde se combinaba con la galera
de los hermanos Ventura y Martín Maciel a Juárez. Enrique
Garayeta y Delfino Di Russo fueron los últimos mayorales de la
carrera a la Media Luna, en la que figuraron también F. S. Ortiz,
M. Salinas, Zamora y otros. Finalmente, el 20 de febrero de 1908 se inauguró el
ramal ferroviario de Tres Arroyos, Lobería y Cooper (luego Defferrari),
y el de Tandil el 15 de octubre del mismo año, con lo cual la
diligencia no tuvo más remedio que ceder al progreso. (6)
Figura
4. (Ecos Diarios, Edición del Centenario) (5).
El
ferrocarril continuó avanzando, uniendo Cooper con Orense el
1 de diciembre de 1910. El tramo Oriente - Copetonas se libró al
servicio en 1912 y el 19 de agosto de 1929 llegó a Dorrego,
conectando los tramos anteriores y enlazando así Orense con
Copetonas. (6)
La carrera de Necochea
a Tres Arroyos había sido iniciada por Ventura Agesta, pasando
por los comercios de Peláez, Scabone, Escobedo, La Media Agua,
Las dos Naciones, El Pito, La Colorada, estancias La Hebrea y La Dormida,
San Enrique de Zabala, estancias Pacheco y Goicoechea para arribar a
Cristiano Muerto, donde continuaba la diligencia de Galván hasta
Tres Arroyos. Luego de Agesta continuó el servicio Francisco Irungaray,
a quien sucedió Juan Pervieux. Por la misma época recorrían
ese trayecto las galeras de Pedro Saralegui, Juan Márquez y Gil
del Hoyo (éste salía del hotel Galparson, en las actuales
64 y 59, llegando hasta San Enrique de Zabala). De Necochea a Las Gaviotas
prestaba servicios Félix Basseni. Allí se combinaba con
la diligencia de Juan Sauto a Tres Arroyos. Todas estas empresas fueron
desapareciendo paulatinamente. (6)
Santiago
Fernández estuvo asociado con Garralda y Benito Castillo. Luego
estableció su propia empresa entre Necochea y San José de
Anasagasti, pasando por las estancias de Torres, Domecq, Balsategui,
Bengochea, La Soledad de Serantes, La Pandorga Vieja, Las Delicias
de Durruty y La Estrella de Rosetti. (6)
En setiembre de 1922 se estableció una galera entre Necochea y Ramón
Santamarina, dando origen al camino que une estas localidades y Energía.
Tal vez la última galera por estos pagos, recordada aún por
antiguos vecinos, fue la de Fernando Aguerre (o Aguirre). Unía
Necochea con San Martín, en Lobería, por Quequén,
estancia de Pueyrredón, San Pascual y Las Toscas. Cerca de 1940
su último mayoral, Santagata, decidió abandonar el traqueteado
carruaje para adquirir un automotor, al igual que hicieron varios de
sus colegas en toda la provincia, avasallados primero por el ferrocarril
y después por el automóvil. (3, 6)
En 1861, Edward Lumb solicitó la concesión de una línea
ferroviaria entre Buenos Aires y Chascomús. Una vez obtenida,
la transfirió a la Great Southern Railway Co. Ltd., de capitales
ingleses, que conocida con el nombre de Ferrocarril del Sud inauguró sus
servicios el 14 de agosto de 1865. Como se relata en el capítulo
anterior, la línea fue avanzando hacia el sur y el sureste desplazando
a su paso a las diligencias. (8, 9)
El programa de extensiones recomendado por John Coghlan en 1889 llevaba las
vías, en distintas etapas, desde Rauch y Arbolito a Balcarce y
de allí a Necochea (9). El 24 de febrero de 1892 se abrió el
tramo Ayacucho - Balcarce (87,8 Km) y el 1 de agosto llegó a Quequén
el primer tren de pasajeros, procedente de Balcarce, inaugurando el trazado
de 104,5 Km. Quequén, vecina de Necochea río de por medio,
había recibido a sus primeros pobladores en la década de
1830 y estaba destinada a convertirse en uno de los principales puertos
de ultramar de la provincia. El primer muelle se inauguró en 1870,
y la fundación oficial del pueblo se registró el 2 de julio
de 1890. (6, 9)
Lorenzo Revol fue el
primer jefe de estación. Los pasajeros que iban a Necochea debían
cruzar el río en balsa y continuar en breque desde allí.
La plaza de los Mataderos, en la orilla necochense, era el punto de trasbordo.
Dos años más tarde, el 1 de agosto de 1894, el tren cruzó el
río a la altura del paso Cardiel, donde estaba la balsa, para
llegar finalmente a Necochea. La estación se levantaba en la actual
calle 62, entre 49 y 43. La apertura del ramal Quequén - Necochea
(1,5 Km), promovió el traslado del centro comercial desde la plaza
hacia la calle 62 entre 61 y 49. Trece años después de
su fundación, la ciudad se conectaba a la red ferroviaria del
país. (6, 9)
Figura
5. Puente ferroviario sobre el río Quequén, cerca del
Paso Cardiel.
(Ecos
Diarios, Edición del Centenario).
Figura
6. Crecimiento del casco histórico en el segundo período,
donde se aprecia el desarrollo del centro comercial en la actual
calle 62 luego de la llegada del ferrocarril.
(Ecos
Diarios, Edición del Centenario) (5).
El impulso otorgado por el tren al sur del partido durante la primera década
del siglo XX fue notable. Los enlaces ferroviarios con Tres Arroyos,
Lobería, Cooper y Tandil generaron la formación de nuevos
pueblos. El 12 de abril de 1908, en la línea Lobería -
Tres Arroyos se fundó Nicanor Olivera, o La Dulce, nombre que
tomó de la estación ferroviaria. Ese año también
se creó Claraz, en el tendido que venía de Tandil a Cooper.
Un poco más al sur, el 28 de marzo del año siguiente se
fundó Juan N. Fernández. Entre Cooper y Energía
se estableció Ramón Santamarina. También de 1908
es la línea Necochea - Lobería - Tandil. Se proyectó la
construcción de un ramal entre Necochea y Energía, que
nunca se concretó (3, 6). En 1911 se comenzó a trazar el
ramal entre Quequén y el puerto, que fue inaugurado en 1922 por
el presidente Marcelo T. de Alvear (3).
Así se cumplía el servicio de temporada en 1949: “...se han
establecido diez trenes de pasajeros por semana, cuatro nocturnos y seis
diurnos. Los nocturnos corren por vía Chas, lo mismo que tres
diurnos rápidos que emplean 8 horas y 35 minutos en todo el viaje.
Los otros tres diurnos corren por vía Tandil y San Manuel, durando
el viaje 12 horas y 10 minutos. En los rápidos los asientos son
numerados. (...) Se tiene
entendido que para el próximo invierno serán restablecidos
en esta línea los siete trenes nocturnos, o sea uno por día,
toda vez que al terminar el verano declina la necesidad de coches dormitorio
en otras líneas.” (11)
El 25 de octubre de 1950
se anunció la corrida de un tren diesel, dos veces por semana,
cubriendo el trayecto desde Plaza Constitución en 6 horas y 20
minutos. Durante esa década la estación Necochea funcionaba
a pleno. (3, 6)
Figuras
7 y 8. Estación Necochea en1951, durante la época dorada
del ferrocarril.
(Ecos
Diarios, Gran Libro del Milenio) (12).
Sorpresivamente, el 9 de enero de 1964 Ferrocarriles Argentinos anunció que,
a partir del 23, quedaría clausurada le estación del Ferrocarril
Roca. Esta decisión fue resistida por autoridades y fuerzas vivas,
que se movilizaron para obtener la revisión de la medida, pero
todo fue inútil. El último tren cruzó el río
el 16 de diciembre de 1968 (39), durante el gobierno de Onganía,
Así se decretó la clausura definitiva de la estación
Necochea, aduciendo razones de orden técnico y seguridad del puente
ferroviario. (6)
Desde entonces los trenes comenzaron a tener a Quequén como terminal.
En agosto de 1973 se construyó, sobre el ramal a Puerto Quequén,
un apeadero para acercar a los pasajeros un poco más al centro
de Necochea. Pero la gran inundación de 1980 destruyó el
puente Ezcurra, que unía la zona portuaria de Necochea y Quequén,
con lo que el apeadero dejó de ser una ventaja. De yapa, se llevó al
puente ferroviario, por si quedaban dudas de que el tren no volvería
a cruzar el río. (6)
Figuras
9. El puente ferroviario destruido por la crecida del río,
en 1980.
(Ecos
Diarios, Gran Libro del Milenio).
Las localidades de la zona rural fueron apagándose a medida que el
servicio ferroviario declinaba. San José, Energía, Lumb,
Claraz, La Negra, se irían convirtiendo en caseríos volcados
a la actividad rural, casi pueblos fantasma.
En mayo de 1984, el bloque
de concejales justicialistas de Necochea elevó al Concejo Deliberante
una comunicación que configuraba un ambicioso proyecto de reactivación
ferroviaria. En sus artículos esenciales, proponía poner
en condiciones los ramales de la zona para unir el núcleo Necochea
- Quequén con Tandil por el norte, con Bahía Blanca por
Tres Arroyos y con Coronel Dorrego. También se estimulaba la construcción
de un ramal nuevo a Energía por el balneario Los Ángeles
y la realización de un estudio de factibilidad para la línea
costera hacia Miramar, enlazando así la costa Atlántica
hasta Mar del Plata. (13)
Más allá del significado que este proyecto tenía para
la salida de cargas al puerto, se posicionaba a Necochea como una ciudad
más accesible para el turismo de temporada. La nueva estación
de pasajeros estaría ubicada en la avenida de Circunvalación,
entre los cruces de rutas a Juárez y Tres Arroyos (13). La
complejidad del proyecto cayó en el cajón de la burocracia.
Había que aunar muchas voluntades y, sobre todo, la diversidad
de jurisdicciones (Nación, Provincia, Municipios) hizo naufragar
la propuesta.
En 1992 se integró el consorcio U.T.E. Ferrocarril del Atlántico,
encabezado por las empresas Sideco Americana y Alesia S.A., junto a 11
empresas de autotransporte, para ofertar por la privatización
del corredor ferroviario Plaza Constitución - Mar del Plata.
Ante el abandono de los servicios ferroviarios de pasajeros por parte del
Estado, en 1993, el Ministerio de Obras y Servicios Públicos de
la Provincia de Buenos Aires creó la Unidad Ejecutora del Programa
Ferroviario Provincial (U.E.P.F.P.), que pronto fue conocida como Ferrobaires.
Este nuevo organismo se hizo cargo de la corrida de algunos trenes, entre
ellos el de Quequén vía Tandil, desde el 19 de setiembre
de ese año. En marzo de 1998 se modificó la ruta, quedando
vía Mar del Plata - Tamangueyú (8). Posteriormente se volvió a
cambiar, utilizando la vía Maipú - Ayacucho y de allí Balcarce
- San Agustín - Tamagueyú (39).
En 1998 tomó cuerpo una nueva propuesta de reactivación: el
proyecto Arco del Atlántico, que con una inversión de 600
millones de dólares, en 5 años pensaba traer el tren a
Necochea, prometiendo un tiempo de viaje de 6 horas. La propuesta era
de un consorcio formado por las firmas alemanas ADtranz S.A., subsidiaria
de Daimler Chrysler Rail System, Siemens y Ferrostaal, todas con amplia
experiencia en construcciones y operaciones ferroviarias. El anuncio
se hizo el 7 de marzo de 1999 e incluía la modernización
de las líneas a Mar del Plata, Miramar, Tandil, Necochea y conexiones.
(3, 8)
Por entonces, la mayoría de los turistas que llegaban a Necochea optaban
por el ómnibus, ya que el único tren diario era cada vez
más deficiente y no ofrecía garantías de horario,
tardando, como en 1949, entre 12 y 14 horas desde Buenos Aires vía
Tandil. A partir de noviembre de ese año se realizaron múltiples
gestiones para mejorar el servicio de trenes. Una comisión de
autoridades locales se reunió con el titular de Ferrobaires mientras
otro grupo visitó la sede de Ferrosur Roca, concesionario de cargas
responsable del tendido, que tenía serios problemas de mantenimiento.
El intendente Municoy, a su vez, gestionó la participación
de los municipios de Balcarce, Ayacucho y Lobería en la cruzada
(3). Todos prometieron algo, pero recién a partir de 2003, con
la reactivación promovida por el nuevo gobierno, puede haber alguna
esperanza para el riel en la zona.
Hacia 1900, el río Quequén se cruzaba
en balsa a la altura de la Loma de Gil y en el paraje La Media Luna.
También hubo botes. María Ángeles París,
vecina de Quequén, recuerda que había que hacer cola
para abordar esos botes a remo, que llevaban 3 ó 4 personas. “…los
pasajeros debíamos dejar el sulky atado por ahí cerca”.
En cambio, “la balsa utilizaba un sistema de polea y era fija. Estaba
ubicada cerca de la actual terminal de ómnibus y era lo suficientemente
grande como para trasladar a la gente junto a sus carruajes, además
de hacienda.” (3)
Figura
10. Balsa sobre el río Quequén.
(Gran
Libro del Milenio, Ecos Diarios).
En 1913 comenzó
la construcción de un puente frente a la Loma de Gil, para reemplazar
al servicio de balsas. Una crecida se lo llevará al año siguiente,
aún sin terminar. Para colmo, un nuevo desborde del río Quequén
destruyó en 1915 el puente de madera levantado en las inmediaciones
de Las Cascadas. Era el único por entonces y no hubo otro hasta que
se inauguró el puente carretero en el puerto, el 20 de enero de 1924.
Figura
11. Obras del puente carretero del Puerto.
(Gran
Libro del Milenio, Ecos Diarios).
Al parecer, Necochea y Quequén estaban destinados a comunicarse por
balsa. En 1919 se inauguró un nuevo
servicio en Las Cascadas. (3)
En 1923 se llamó a licitación para construir un puente colgante
sobre el río Quequén. Dos años después se
iniciaron los trabajos, bajo la dirección del ingeniero Pasquale
Palazzo. En 1928 se habilitó al tránsito y al año
siguiente se inauguró oficialmente con el nombre de Hipólito
Irigoyen, quien por entonces, aunque no lo sabía, transitaba su último
año como presidente de la Nación. Por sus características
constructivas, este puente es único en el mundo y se transformó en
una de las postales clásicas de Necochea. (3, 6)
Figura
12. Construcción del puente colgante, en tres secciones que
completan 270 metros de longitud. (Gran Libro del Milenio, Ecos Diarios).
Entonces
sí, con dos puentes en uso, las balsas fueron abandonadas por obsoletas.
No obstante, en 1925 se habilitó otra, aguas arriba, entre Juan N.
Fernández y Lumb, fuera del casco urbano.
Tenemos noticias sobre
la utilización de una balsa metálica para cruzar el río
Colorado en Colonia 25 de Mayo, al sur de La Pampa, hasta la inauguración
del puente-dique en 1972. Esa balsa llegó desde Necochea, pero no
nos consta si fue una de las usadas en el Quequén o si fue construida
especialmente para esa localidad. (14)
En 1889, entre las gestiones previas a la fundación de Quequén,
figuraba la implementación de “una red completa de tranvías” como
una de las “comodidades necesarias” para la nueva ciudad. Esto no llegó a
concretarse. (6)
Al revés que otras ciudades de nuestra costa, el Centro de Necochea
no estaba situado sobre la playa sino campo adentro. La posibilidad de
utilizar la generosa costa para esparcimiento de sus habitantes llevó a
la formación de una villa balnearia. En 1902 se produce el primer
trazado del llamado entonces Pueblo Nuevo (hoy Villa Díaz Vélez),
a 2 Km del centro fundacional, ocupando la franja costera desde la actual
avenida 10 al Oeste hacia el mar, entre las actuales avenida 75 y calle
87 aproximadamente. (3)
En 1911 Necochea es declarada ciudad (3), y toda ciudad
que se preciara, por entonces, debía contar con un servicio
de tranvías. La Sociedad de Fomento de Necochea, encabezada
por el vecino Domingo Olivera, promovió, implementó y
administró el primer servicio tranviario de la ciudad, inaugurado
el 3 de enero de 1913 (15). Los sistemas del país ya dejaban
de lado la tracción animal para volcarse a la electricidad.
Sin embargo, el tranvía necochense era a vapor. Así como
La Plata tuvo tranvía eléctrico antes que Buenos Aires,
Necochea tuvo vapor antes que Mar del Plata, adonde este sistema llegó dos
años después.
Figuras
13 y 14. Inauguración del tranvía a vapor.
(Fotos ¿?).
La línea circulaba desde la estación
ferroviaria hasta la Villa Díaz Vélez en un trazado de
7 Km a través de
80 cuadras, saliendo por la actual calle 62 y siguiendo por 61, 56,
av. 59, av. 42, 87 hasta 2. (16, 17, 22)
Figura
15. Trazado del tranvía.
(Ecos
Diarios, Edición del Centenario).
La
trocha adoptada fue la de Buenos Aires (1.435 mm). Así pudo
adquirirse material rodante de segunda mano a la Compañía
Lacroze de esa ciudad. Se compraron dos locomotoras tranviarias, bautizadas “Coqueta” y “Monada”,
y cuatro acoplados cerrados de dos ejes (conocidos como “cucarachas”)
que los Lacroze utilizaron arrastrados por caballos en el Tramway Rural.
(6, 16, 18, 19)
Figura
16. Tranvía a vapor.
(Boletín
A.A.T. 77).
Además
de facilitar el traslado desde el Centro a la playa, el tranvía
consolidó definitivamente el centro comercial, cuyo eje es la
calle 62. Y si el vapor trajo progreso, qué decir de la electricidad.
Al poco tiempo de cumplir un año –siete antes que en Mar del
Plata– la misma Sociedad de Fomento cambió la tracción
a vapor por la eléctrica, cuyo servicio quedó inaugurado
el 8 de febrero. (6)
Pese
al poco tiempo que circuló, el tranvía a vapor transportó 79.867
pasajeros, y sus 4 zorras cargaron 6.543 toneladas de materiales para
varias obras, principalmente la rambla, que estaba en construcción.
(6)
La
prensa de la época consideró al nuevo tranvía
como “un medio moderno, cómodo e higiénico de locomoción
para la traslación (sic) diaria de bañistas de la ciudad
a la playa.” Este fue el golpe de gracia para breques y otros carruajes
que aún competían en estos viajes. (6)
Figura
17. Carruajes estacionados frente al Gran Hotel San Sebastián
Argentino.
(Tarjeta
postal; Unión Universal de Correos. Colección Aníbal
Trasmonte).
Figura
18. Inauguración del tranvía eléctrico.
(Colección
Aquilino González Podestá).
El
servicio se prestaba con 3 coches semi-convertibles (17, 20, 21, 22)
de dos ejes y 32 asientos, adquiridos a la empresa norteamericana John
G. Brill & Co., similares a los Lacroze de Buenos Aires pero con
trole de arco raspante en vez de pértiga. Necochea tuvo los únicos
vehículos de ese tipo en la Provincia de Buenos Aires. Asimismo,
fue la ciudad que tuvo menor cantidad de coches eléctricos.
Las “cucarachas” heredadas del servicio a vapor circularon acopladas
para ampliar la capacidad. También se contaba con “jardineras” (coches
con los laterales abiertos) de 4 ejes para los meses de verano. El
trazado original por 42 y 87 (43) fue reemplazado por diagonal y av.
79, más directo. (18, 22)
Figura
19. El epígrafe original de la foto dice: “Los tres magníficos
coches de la Sociedad de Fomento de Necochea que reemplazaron a
los dos de vapor que inicialmente puso en circulación la
misma progresista empresa”.
(Foto ¿?).
Figura
20. Tranvía eléctrico con “cucaracha” acoplada.
(Colección
Aquilino González Podestá).
La alimentación de la línea era suministrada
por la usina local y la Sociedad de Fomento se ocupó de pavimentar
las calles por las que circulaban los tranvías. Para mediados
de la década del '20, no obstante, el automóvil comenzó a
ganar terreno. Las mejoras en calles y caminos contribuyeron al estancamiento
del servicio hacia 1927. Dentro
de los trabajos de relleno, nivelación y pavimentación
de calles encarados entre 1928 y 1929, se destaca la apertura de la
avenida Costanera 9 de Julio de 1816 (avenida 2 actual). Recordemos
que también por entonces se inauguró el puente colgante.
En cuanto al trazado de la ciudad, se fortaleció la zona central
en detrimento de los extremos, últimos baluartes de los medios
de tracción animal. (3, 6)
Figura
21. Tranvía circulando por diagonal Atlántida frente
al hotel La Perla, circa 1930.
(Tarjeta
postal; colección Aníbal Trasmonte).
Figuras
22 y 23. Evolución del casco histórico en el tercer
período. Trazado de rutas y unión de los núcleos
principales: Centro, Villa Díaz Vélez, Puerto y Quequén.
(Ecos
Diarios, Edición del Centenario) (5)
En
abril de 1935, ya en franca decadencia, se remató la estación
del tranvía, ubicada en 56 entre 61 y 59, que fue adquirida
por Ramón Pucciarelli en m$n 16.000. Más tarde el lote
fue ocupado por oficinas de la Municipalidad (22). En mayo de 1937
fueron levantadas las vías y se retiraron los cables y otras
instalaciones de la villa balnearia y la diagonal (6). El servicio,
disminuido a un circuito en el Centro, subsistió hasta 1940
(17) administrado por el municipio (23). Los coches pasaron al sistema
tranviario de Mar del Plata (22).
Los últimos
tres tranvías de Necochea no fueron aquellos que corrieron hasta
1940, pero de todas formas prestaron importantes servicios. Eran tres
coches que habían circulado en Buenos Aires y fueron cedidos,
luego del desmantelamiento del sistema, como aulas para la escuela 27.
Esta modalidad se difundió a principios de la década del
'60 en varias ciudades del país, y continuó hasta que las
escuelas tuvieron edificios propios.
Figura
24. En agosto de 1973, la escuela 27 funcionaba aún en tres
tranvías traídos de Buenos Aires.
(Ecos Diarios,
Gran Libro del Milenio).
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