NUMERACIONES INTERNAS ATIPICAS
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Cuando las matemáticas enloquecen.

Esta recopilación no es producto de ninguna investigación documental, sino de la paciente observación que muchos aficionados realizaron en la calle durante años. Las fuentes documentales con respecto a este tema no abundan o se encuentran desperdigadas en diferentes dependencias oficiales prácticamente inaccesibles.
La numeración interna de una empresa es sólo eso, un registro interno del que no existen archivos abiertos a la consulta externa y a los que pocas veces hemos podido acceder. Las contadas ocasiones en las que se nos ha brindado la posibilidad de investigarlos, ha sido gracias a la buena voluntad de algunos amigos, agentes de ciertos organismos estatales.
No podemos olvidar a muchas empresas que nos han abierto sus puertas y evacuado nuestras dudas. No obstante, la mayoría de la información fue obtenida en la calle, gracias al ojo clínico de muchos investigadores aficionados.


Locuras urbanas.



La lógica indica que al número 1 lo sucede el 2, más luego el 3 y así sucesivamente. Pero en el mundo del transporte no siempre es así.
Hay ciertas empresas de transporte que han logrado burlar las reglas de la matemática moderna.

Muchas de ellas, tanto urbanas como interurbanas, numeraron internamente sus vehículos de manera atípica, la mayoría de las veces sin razón aparente.
En la ciudad de Buenos Aires conocimos muchas líneas en las que el 1 no siempre era su primer coche.

Recordamos a tres cuyos coches se identificaban solamente con números pares. La tradicional línea 7 desde siempre adoptó esa modalidad (fig. 1). Las líneas 104 (fig. 2) y 91 (fig. 3) aparecidas más tarde, repitieron esta numeración tan particular.

Nunca se les conoció un coche que llevara un número impar. La única excepción la encontramos en la línea 91, que tuvo un coche interno 1: el auxilio (fig. 4).

Al caducarse las concesiones de estas tres líneas y traspasarse su explotación a otras empresas, esta singular característica se perdió. No existe hoy, en la ciudad de Buenos Aires, línea alguna que conserve esta numeración interna.

No conocemos la causa que llevó a estas tres empresas a adoptar los números
pares, pero sí sabemos el motivo que llevó a la línea 26 a convertirse en la única que identificó sus vehículos con números impares.

A comienzos de la década de 1970 se caducó la concesión a la empresa Transportes Centenera, que la explotaba junto a las líneas 82 y 83. Durante esos años era costumbre caducar las concesiones y no volver a entregar las líneas a otras empresas, con el lógico perjuicio para los usuarios. Éstas fueron de las escasas que volvieron a ser otorgadas y la prestación continuó.



Integrantes de la línea 7 formaron la empresa 17 de Agosto S.A. y se hicieron cargo de la línea 26. No es casual la similitud de colores entre ambas (aunque el blanco de los laterales de la 7 se convirtió en un gris muy tenue en la 26) y que ambas razones sociales fueran fechas patrias.

Al tener internos pares la 7, decidieron adoptar los impares para la 26 (fig. 5). La única excepción a esta regla la encontramos en algunos de los ómnibus Leyland que 17 de Agosto heredó de Transportes Centenera y que se mantuvieron en circulación hasta mediados de 1978. Estos coches conservaron la numeración original de su empresa de origen y
se mezclaron pares con impares hasta que fueron radiados de servicio.



Tras su desaparición, nunca más hubo números pares en la 26 hasta la llegada de la empresa Nuevos Rumbos, en 1998, que desechó esta numeración y adoptó otra, con internos correlativos englobados en la centena del 200.

Encontramos otro caso atípico en el recientemente desaparecido Expreso Cañuelas. Durante muchos años los internos de su línea 51 estuvieron divididos en dos partes: en una, del 1 al 156, su numeración guardaba correlato, con unos pocos faltantes intermedios. Pero en la otra, del 158 al 212, no había internos impares (fig. 6).

Es de suponer que alguna circunstancia especial rodeó la implementación de este sistema, pero no nos consta el motivo de esta curiosidad.



En la larga distancia.




En este extraño mundo de las matemáticas en el transporte, los números no sólo suelen saltar de a dos. A veces, saltan de a diez.

El gigante devorador de empresas Flecha Bus acostumbra a numerar sus micros de diez en diez (fig. 7), por lo tanto en donde se lee coche 810 se debe leer en realidad coche 81. Anteriormente la misma empresa identificaba sus coches de cinco en cinco, pero hace mucho tiempo que no registramos ningún coche con este modo de numeración (fig. 8).





A lo largo de la historia, otras compañías de larga distancia también presentaron características atípicas en su numeración.
Durante algún tiempo, solían verse en la desaparecida empresa La Puntual números internos inconexos, sin lógica aparente.

Imaginemos estar parados a la vera de una ruta y observar los ómnibus pasar: tal vez primero aparecería el interno 1378, más tarde el 3182 y, al ratito, pasaría el 2781 (fig. 9).

Pero todo tiene un porqué, y en este caso muy simple: el número 2781 debe partirse en dos: el 27 indica el número real del coche; el 81, su año de fabricación.

Lo raro del caso es que este sistema no era utilizado en toda la flota. Una pequeña serie de vehículos conservó una nomenclatura normal (fig. 10) y coexistió con los de cuatro dígitos. No conocemos la causa de la diferenciación aparentemente arbitraria de las unidades.


Este fenómeno se repite en los coches que la empresa misionera Capital del Monte utiliza para servicios de larga distancia o turismo, aunque con una leve diferencia con respecto a La Puntual: el número de interno está separado del que señala el año de fabricación de la unidad con una delgada barra (fig. 11). En la foto se aprecia el número de interno (37) separado del 93 con una barra apenas visible.


Una empresa brasileña bien conocida en la Argentina, Pluma Comforto é Turismo, también utiliza esta poco usual manera de numeración, pero con el orden del número interno y el año de fabricación invertidos. A diferencia de sus colegas argentinas, los dos primeros guarismos indican el año, y los dos últimos el interno correspondiente.

Durante las décadas de 1970 y parte de la de 1980, Pluma utilizó las dos últimas cifras del año en curso para identificar sus vehículos (78 por 1978 ú 82 por 1982 (fig. 12) por caso). Pero hacia fines de los ´80 sustituyó el primer dígito (el "8") por un 2. Podemos citar como ejemplo a los coches de 1989, que en vez de ser numerados con la serie "8900" como tradicionalmente les hubiera correspondido, ostentaron la "2900" en su lugar.

No sabemos la verdadera razón del cambio, aunque conocemos muchas hipótesis sin respaldo documental que nos permita confirmarlas. Pero lo cierto es que esta modalidad es con la que Pluma identifica a sus ónibus hasta nuestros días.

Durante los años comenzados en 9 se utilizó el 3 como primer dígito (fig. 13) y ya hemos visto coches del año 2000 con el número de serie 4000.



Otra particularidad en el mundo de la larga distancia es la utilización de internos combinados con números y letras.
El Expreso Paraná diferencia a los coches grandes (que posee para cumplir sus servicios chárter y sus líneas de recorrido más largo) de los de servicio común agregándole una "T" adelante del número interno.
Esto origina la inusual situación de que la empresa cuente con dos ómnibus con el mismo número de interno, uno con "T" y otro sin ella (figs. 14 y 15).

Entre otras, Román Servicios Empresarios le antepone las letras "TR" a algunos de sus vehículos y años atrás, en la ciudad de Córdoba, los diferentes corredores de los servicios locales urbanos se identificaban con una letra sobre el número interno, modalidad que hoy cayó en desuso.


Números descartables.

Otra costumbre casi abandonada es la de no reponer la numeración de los coches renovados.

Imaginemos una línea con una flota de 20 unidades numeradas del 1 al 20 y que, con los años, algunas deban ser reemplazadas.
Supongamos que el primer coche en darse de baja es el 1. El nuevo no lo sustituirá, sino que será el 21. Y aunque más tarde los coches que se reemplacen no tengan correlato (que sean, por ejemplo, el 3, el 5 y el 6) sus sustitutos sí los tendrán: serán el 22, el 23 y el 24.

Y la flota quedará compuesta por los internos 2, 4, 7, 8, 9 y sucesivos hasta llegar al 24, guarismo que se incrementará cuando llegue el próximo coche nuevo.

Conocimos algunas empresas con esta modalidad de renovación. En la ciudad de San Miguel de Tucumán la empresa El Galgo, prestataria de las líneas urbanas 1 y 101, la aplicó hasta hace unos años (fig. 16). La empresa Monterrey, que explota una pequeña línea en la localidad bonaerense de Presidente Derqui, aún la utiliza (fig. 17). Pese a tener una flota pequeña que no pasa de la media docena de unidades, sus internos tienen ya dos dígitos.

A lo largo de la historia, centenares de empresas adoptaron numeraciones curiosas. Sería titánico e imposible intentar detallar todas las empresas cuyas numeraciones internas enloquecieron.

El material del que disponemos excede largamente las posibilidades de publicación. No obstante, tendremos mucho gusto en comunicarnos con quienes se interesen en ampliar, dentro de nuestras posibilidades, la información aquí ofrecida.

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