LOS NOMBRES DE LAS EMPRESAS

Nombres eran los de antes

Esta historia comienza hace un siglo y medio, con aquellas mensajerías que fueron haciendo camino aún antes de la llegada del riel. Llevaron el progreso a través de la pampa cumpliendo en muchos casos funciones muy importantes más allá del traslado de viajeros: correo, servicio de encomiendas o simplemente marcando presencia en la consolidación de un país vasto e inhóspito. Por lo tanto, el nombre pintado en estas galeras debía representar valores, confianza y buen servicio. Así tenemos, por ejemplo, “La Constancia”, “La Infalible”, “La Vencedora”, “La Cumplidora”, “La Prestigiosa”...

El origen o destino de las diligencias se reflejaba, adornado, en algunos nombres: “La Bella Ensenadera”, “La Venus Lobera”, “La Aurora Lujanera”.

Muchos de esos títulos hoy nos parecen exagerados (“Voladora”, “Icaro”), ridículos (“La Envidia”, “Júpiter Furioso”), redundantes (“El Relámpago Apurado”) o inocentes (“La Humildad”, “Sueño de la Mañana”), pero reflejaban un modo de vida y un sentir distintos a los actuales.

Así como actualmente las empresas suelen anteponer al nombre la categoría de “Expreso” o “Micro Omnibus”, en aquellos tiempos eran también conocidas como “Correos” (por su condición de tal) o “Carreras”, ya que realizaban la “carrera” a determinado lugar (“Carrera del Carmen de Las Flores” o “Carrera de Diligencia y Mensajería de Dolores a Rauch”). Encontramos varios nombres repetidos: había por lo menos cuatro “Iniciadores”, unas diez “Protegidas” y otras tantas “Comercio” o “del Comercio”.

Aquellos pioneros, en ocasiones rudos mayorales de escasa o nula instrucción, legaron palabras singularmente reñidas con la ortografía: Mensagería, con “g”, era herencia del antiguo castellano, pero en los casos de la “Invensible Porteña” y la “Ynvariable Porteña” no podemos decir lo mismo. Paradójicamente, el propio empresario o conductor, verdadero motor de los sufridos carromatos, muchas veces se transformaba él mismo en el nombre, como en el caso de “La Central”, de Dolores, conocida por todos como “Galera de Dávila”.


FIGURA 1. Sellos de diversas mensajerías. Publicados en Travesías de antaño, por Caminos Reales, Postas y Mensajerías (Carlos A. Moncaut, 1993).

La aparición del ómnibus automotor forzó una transición en las denominaciones, que pasaron por la sencillez de comunicar la novedad del motor a explosión más su condición urbana (“Auto Omnibus Metropolitano”, de Sandalio Salas). Cuando la Cía. Argentina de Autobuses de Ismael Alcácer importó ómnibus ingleses como los de la General londinense, cambió su nombre por “General Omnibus Compañía”. Tal vez así aquellos Tilling Stevens rojos tuviesen más prestigio. Pronto se reflejó en aquellas empresas la fusión del inmigrante y la tierra promisoria. Así se fundaron la “Cía. Italo Argentina”, la “Ibero Americana”, la “Hispano Argentina”... Esto también las despegaba de sus competidoras tranviarias, con afectada flema británica.


FIGURA 2. Tilling Stevens de la “General Omnibus Compañía”, coche 4, chocado en Arenales y Anchorena. (Fioto La Argentina, 29/1/1926).

Al contrario de los ómnibus, las primeras líneas de colectivos de Buenos Aires no tenían nombre propio. Por los años ’40 sólo la 60 ostentaba en sus coches el tradicional “Micro Omnibus Norte”. Sin embargo, los propietarios de la primera línea, que circuló desde 1928, se agruparon bajo el nombre de Cooperativa de Automóviles Taxímetros “Iniciativa Número 1”, hecho poco conocido. Asimismo, hubo líneas que, al carecer de número, se identificaban por su destino (“Puerto Nuevo”, “Tiro Federal”) o por algún aditamento que resaltaba (“Trébol”, antecesora de la 55, que tenía un trébol de cuatro hojas en el lugar del número).

Colectivos Costeros y Criollos

Transitando el pasado cercano encontramos el origen del nombre de una tradicional empresa desaparecida hace poco tiempo. Corría 1942. Amparados por el gobierno, los capitales británicos en el Río de la Plata habían obtenido una victoria pese a tambalear bajo las bombas alemanas al otro lado del mar. La creación de la Corporación de Transportes beneficiaba ampliamente a las compañías tranviarias y despojaba de sus vehículos a los colectiveros de Buenos Aires, agrupados en sociedades de componentes sin suficiente poder para enfrentarlas. Un grupo de choferes que había perdido sus coches pudo obtener dos concesiones provinciales y se constituyó en sociedad anónima, denominándola Compañía Colectiva Costera Criolla. Era “Colectiva”, aunque anónima, en homenaje y recuerdo del servicio perdido, “Costera” porque bordeaba la costa entre Buenos Aires y Miramar y “Criolla” en reacción a la expropiación sufrida en favor de los europeos. Según contaron aquellos pioneros a la revista Transporte, las cuatro “C” fueron pintadas en un trébol de cuatro hojas como un símbolo promisorio.


FIGURA 3. Frente del horario de la Costera Criolla que resalta su origen argentino.

La exaltación de la argentinidad y el nacionalismo está ampliamente difundida desde la época de las diligencias. Con el advenimiento del automotor, se pasó de las mensajerías “Nacionales” a empresas de ómnibus que se llamaban así. La palabra “Nacional” fue prohibida hacia 1935 para identificar nombres de compañías privadas, de modo que pudiera diferenciárselas de las estatales.

Hemos encontrado las palabras “Argentina” y “Argentino” con sus correspondientes plurales en 69 empresas de todas las épocas, de las cuales 16 son diligencias. A estas sumamos las que agregaban su condición nativa al nombre: “Empresa Argentina de Omnibus Quilmes”, “Empresa Argentina Micro El Ñandú”, “El Sol Argentino” y “Empresa Argentina de Colectivos La Flecha”, entre otras.


FIGURA 4. La imagen reemplaza al nombre en el flanco de este coche de “El Sol Argentino”. (Colección Sergio Ruiz Díaz)


FIGURA 5. Recientemente, la empresa “El Sol Riojano” adoptó el mismo criterio en uno de sus ómnibus. (Foto Ariel Luna 2003)

No podían faltar las figuras de nuestro pasado, desde los héroes de la independencia hasta otros de dudoso merecimiento. Aquí es interesante hacer números. Hemos registrado 49 empresas que nombran o aluden a San Martín, incluyendo “El Gran Capitán” y “El Libertador”.

Le siguen Belgrano con 25 exponentes y Bartolomé Mitre con 13. Otras personalidades que abundan: Güemes (9 empresas), Pueyrredón, Urquiza y Rivadavia (8), Moreno y Avellaneda (7), Roca (6). En el ámbito castrense, hay 107 generales, 8 coroneles, 2 capitanes y 2 Tenientes Generales. Entre los suboficiales, sólo sobresale el sargento Cabral.

“Independencia” y “La Independencia” tienen 9 exponentes, mientras que “Libertad” y “La Libertad” tienen 14. El exaltado deseo representado por “Unión y Fuerzas para la Paz y el Progreso” no tuvo futuro, ya que su petición para circular, presentada en 1964, fue rechazada. Tal vez fue mejor así: la línea solicitada empezaba en Constitución y terminaba en Chacarita, buen comienzo pero mal destino para semejante nombre.

Las fechas tradicionales también están ampliamente representadas: 9 de Julio (27 veces), 25 de Mayo (20, la mitad en la provincia de Buenos Aires), 12 de Octubre (14), 10 de Mayo (5). Otras fechas representan hechos no tan difundidos en el ámbito general, como la llegada de los inmigrantes galeses a las costas de Chubut, homenajeada por la “Línea 28 de Julio” de Puerto Madryn. Las fechas de fundación han sido elegidas como denominación empresaria por algunas líneas. No tenemos certeza, pero seguramente es el caso de la línea 37 (“4 de Septiembre”). Es la única justificación para utilizar esa fecha, nefasta para los trabajadores del transporte colectivo porteño, ya que fue en ese día de 1942 cuando la Corporación de Transportes inició la expropiación forzada de las líneas de colectivos. En la vereda de enfrente, la línea 223 (hoy 133) retrató la devolución de los colectivos a la explotación privada. “8 de Julio” de 1955. Un caso singular representó la línea 156, fundada como 405 el 27 de septiembre de 1951, que cesó servicios por propia decisión societaria otro 27 de septiembre, en 1979. La primera razón social de la empresa fue “Veinte y siete de Septiembre”.


FIGURA 6. Mercedes Benz OF1214 Cametal Nahuel II ’80, coche 39 de la “Línea 28 de Julio”, en Rawson. (Foto Aníbal Trasmonte, 9/1995).

Los más relegados de nuestra historia también están representados, generalmente en las zonas donde vivieron: “Cía. Omnibus Pampa”, “Los Ranqueles”, “Pehuenche”, “El Toba”, “Los Charrúas”, “Auto Expreso Patagones” y “Onas Turismo” son algunos de los homenajes a los primeros pobladores de nuestro suelo.


FIGURA 7. Membrete de la empresa “El Indio”, de La Pampa, con la imagen de Patoruzú.

La política también está presente. El Rápido de la Costa, concesión 108 provincial que funcionó poco más de un año, era el nombre de fantasía de la sociedad colectiva “Triunfo 6 de Septiembre”, en obvia alusión al derrocamiento del presidente Hipólito Irigoyen.

En el marco de un plan de mejoramiento de los servicios porteños, se autorizó en 1954 la circulación de la línea 401, cuyos propietarios decidieron identificarse como “La Nueva Argentina”, en homenaje a la política del gobierno justicialista. Un año antes, otra empresa había dejado de lado los eufemismos: directamente se llamaba “Cooperativa General Perón”. Los coches eran celestes y blancos y en lugar de número en el letrero frontal llevaban una bandera argentina cruzada. Por razones obvias, luego de 1955 ambas cambiaron de nombre. Mientras la primera se denominó “Remolcador Guaraní” la segunda, que se identificó con el número 31, pasó a ser la “Cooperativa Azul”. Ambas existen hoy con los números 91 y 41.

La guerra de Malvinas también dejó sus secuelas reivindicatorias en nombres como “Malvinas Soberanas”, “Capitán Giachino” o el exacerbado “2 de Abril Juan Manuel de Rosas”.

S.I.G.L.A.S.

Aquellas personas ajenas al mundo del transporte deben abrigar cierta curiosidad sobre el significado de las siglas pintadas en los vehículos que los movilizan cotidianamente. De conocerlas, muchas veces la incógnita aumentaría. Por ejemplo, la línea 151 (MODO) se llama “Micro Omnibus Doscientos Ocho”, debido a que, cuando se privatizó en 1961, pasó a ser administrada por la línea 208 de microómnibus. Pese a que más tarde ambas líneas se separaron MODO mantuvo su nombre, en tanto que la 208 se llamaba “Doscientos Ocho Transporte Automotor” (DOTA) y mantuvo esta razón social aunque en 1969 cambió su número por el 28.

La “Empresa Municipal Mixta de Transportes de Rosario”, creada en 1932 para explotar los transportes de esa ciudad, fue perdiendo letras de su sigla original consecuentemente con la pérdida de su seriedad empresaria. Así pasó de EMMTR a EMTR (Empresa Municipal de Transportes de Rosario) en 1945, para finalizar en ETR (Empresa de Transportes de Rosario) promediando los ’60.

Veamos otras siglas interesantes. “SCOTA” identificaba a los vehículos de las líneas 204 y 720, en el Norte del Gran Buenos Aires. En realidad SCOTA sólo aludía al tipo de sociedad (Sociedad Cooperativa Obrera de Transporte Automotor) siendo el nombre “La Reconquista Limitada de Tigre”. El “Limitada” en el medio puede deberse a que en un principio se llamara “La Reconquista Limitada” y, para diferenciarse del “Expreso Transporte Reconquista S.R.L.”, empresa vecina con terminal en San Isidro, le agregaron el “de Tigre” como identificación geográfica.

La sigla de la empresa GOAL, antecesora de la popular “Lujanera”, encriptaba un singular nombre: “Grandes Omnibus a Luján”.

La línea 691, de San Martín, alternaba en sus boletos las siglas ANPSA y ANTSA, correspondientes a “Autolíneas Noroeste de Pasajeros S.A.” y a “Autolíneas Noroeste de Transportes S.A.”, nombres coexistentes por lo menos en los inicios.


FIGURA 8. Reverso de boletos de la linea 691, con dos siglas distintas. (Colección: Anibal Trasmonte).

La razón social de las cooperativas incluye usualmente todas las actividades para las que están habilitadas. En este rubro, la sigla más larga fue ostentada en Buenos Aires por la línea 143: CPSTCCCBAL (Cooperativa de Provisión y Servicio para Transportistas, Consumo y Crédito Ciudad de Buenos Aires Ltda.). Resumiendo, Cooperativa “Ciudad de Buenos Aires” Ltda.

Un caso regional se da en la provincia de Córdoba, donde numerosas empresas se han identificado con siglas, muchas veces parecidas: COLTA (Cía. Organizadora de Líneas de Transporte Automotor), COTAGL (Coop. Obrera de Transp. Aut. Alta Gracia Ltda.), COTIL (Corporación de Transportes Interprovincial Ltda.), COLTO, COTAS, etc.

Hay siglas que encierran nombres de empresarios. ¿Se tratará de una suerte de modestia o de un simple juego de letras? Así, Aristóbulo López Alcoba, fundador de la actual línea 166, la llamó en sus inicios ALA. Lo mismo hicieron Leonardo B. Halkett (LBH) y los dueños de G.R.A.M. “El Chajá” (Galante, Rapollini, Avalos y Moschini). La desaparecida línea 94 se llamó en algún momento “Saile”, aunque en este caso no se trataba de una sigla sino del nombre del principal componente, Elías, escrito al revés.

Aparte de las siglas están las palabras compuestas. El nombre de la empresa rionegrina “Ko-Ko” nació a partir del apellido de los fundadores, Guillermo y Julio Kopprio. Pasaron los años, cambiaron los hombres pero no hizo falta cambiar de identificación, ya que la sociedad se formó con Kopprio y Kovaloff. Una política parecida adoptaron dos empresarios de la provincia de Buenos Aires, permisionarios de la línea 65 asentada en Chillar: José Failla y José Angle bautizaron a su empresa mezcando los apellidos: “Failang”.

En una época, los nombres de los hijos de los dueños de colectivos resaltaban el marco nacarado de los espejos, o estaban tallados en el mismo vidrio. Esta modalidad pasó, como palabra compuesta, a la propia empresa en algunos casos: En Turismo “Yanicintia” se adivinan Yanina y Cintia, seguramente hijas del propietario. Un caso similar es el transporte escolar “Aledami” fusión de Alejandra y Damián. ¿Padres orgullosos? Bueno, después de todo, Karl Benz bautizó a su auto con el nombre de su hija.

Algunas veces se unen cabeceras de línea con palabras compuestas: “Car Cor” (Carlos Paz - Córdoba) o “Cordimar” (Cordillera - Mar, entre Mendoza y Chile). Las fusiones y uniones transitorias de empresas dieron origen en la última década a palabras compuestas que representan a más de una empresa. Expreso Caraza y Teniente General Roca dieron origen a “Rocaraza”, mientras que Nuevos Rumbos y DOTA formaron “NUDO”. En ambos casos los colores de las empresas también se mezclaron en los vehículos.

Desde hace unos veinte años muchas empresas optaron por resumir su nombre, antes pintado en la característica gótica, por siglas en grandes mayúsculas o en pequeños logotipos, uniformando nombres que a veces nada tiene que ver entre sí (ERSA identifica tanto al Expreso Ranelagh S.A. como a la correntina Empresa Romero S.A.). A lo largo del país esta situación se produjo varias veces (CITA es, en distintos lugares, “Cía. Interdepartamental de Transporte Automotor” y “Cía. Internacional de Transportes Automóviles”. Si no son iguales, son parecidas, como en algunas sociedades anónimas de microómnibus: MONSA (“Norte”), MOQSA (“Quilmes”), MORSA (“Rivadavia” de Bahía Blanca), MOSSA (“del Salado” de Junín), MOTSA (“Tigre”). En otros casos han transformado números en letras: ENJ y CA identificaron al Expreso “9 de Julio” (línea 247) y a la empresa “Cinco de Agosto” (524 de Lanús) respectivamente.

Una perlita para concluir este capítulo: En por lo menos un coche de la línea 183 (Empresa de Transp. “Jorge Newbery”) se leía ETJÑ. Se trataba de un “Ñúbery” totalmente acriollado.

Seduciendo al pasajero

El criterio tomado por las mensajerías al representar en el nombre rapidez, seguridad y confianza fue masivamente utilizado por los empresarios de todas las épocas. Múltiples símbolos aluden a la velocidad: “Aerobús”, “Plus Ultra”, “Jet Bus”, “El Avión” y hasta “El Zeppelín” remiten a vehículos más rápidos que un ómnibus. Se echa mano a los meteoros (“El Cometa”, “El Relámpago”, “El Rayo”), a los vientos (“El Pampero”, “El Zonda”) o a los animales (conocemos 14 “Aguilas”, 10 “Halcones”, 9 “Ñandúes”, 5 “Galgos”, etc.) mezclando incluso rapidez y eficiencia en un nombre (“Ñandú Puntual”).


FIGURA 9. International ca. 42/’43 de “El Zeppelin”, que aunque anuncia su llegada a Buenos Aires, no bajó más allá de Puerto Constanza. (Colección Sergio Ruiz Díaz).


FIGURA 10. Ford ’42 de “El Cometa”, con servicios entre Villa Angela (Chaco) y Gato Colorado (Santa Fe). (Colección Sergio Ruiz Díaz).

Un párrafo aparte merecen los “rápidos”. Aparte de las 14 empresas identificadas con ese nombre se agregan otras tantas: “El Rápido Argentino”, “El Rápido de La Pampa”, “El Rápido de la Costa”, etc. “Transportes Automotores Rápidos Económicos” agregaba una ventaja extra a la rapidez. También existió “El Rápido Pullman”, que incluía otro elemento de interés para el pasajero de los años ’30 y ’40: la comodidad. En los micros se pintaba la palabra “Pullman” tan grande como el nombre de la empresa y había una razón: el estado de los caminos era inversamente proporcional a la anatomía de los pasajeros. De aquellos tiempos quedaron nombres tradicionales como “Pullman General Belgrano”, “Micro Omnibus Pullman Liniers a Luján” (MOPLAL), o simplemente “El Pullman”. Las variantes van del lujoso “Expreso Super Pullman” hasta el modesto “El Pullmita”.

Más allá de los “rápidos”, la noción de velocidad está dada simbólicamente por numerosas “flechas” (conocemos más de veinte): “Flecha Azul”, “La Flecha de Mancopa”, “Flecha Bus”... Existieron unas seis “Flecha de Oro”. Hubo inclusive una flecha masculina: “El Flecha del Sur”.


FIGURAS 11 y 12. “El Flecha del Sur”, entre Río Gallegos y Punta Arenas (Chile) y su opuesto, “La Flecha del Norte”, que unía Ceres con Añatuya, en Santiago del Estero. (Colección Sergio Ruiz Díaz)

“La Corredora”, “El Chasqui”, “La Liebre” o “La Veloz” aportan sus nombres a este capítulo, pero en nuestro país siempre hay alguien más rápido: En enero de 1928 se solicitó autorización para ensayar en Buenos Aires cuatro líneas regulares de taxis, a cargo de la “Sociedad Servicio Ultrarrápido de Pasajeros”. Nueve meses más tarde aparecerá el taxi colectivo.

A la hora de proponer nombres no se escatiman variantes: Autobús “Titania” y “La Imperial” daban sensación de poderío en los años ’30. Asimismo “El Campeón”, “El Olímpico”, “El Vencedor” o “El Triunfo” se mimetizaban con la victoria deportiva. La lista es interminable y para no aburrir citaremos algunos más: “El Directo”, “El Mensajero”, “El Poblador”, “La Confianza”, “La Cordial”, “La Buena”, “La Moderna”, “La Poderosa”, “La Positiva”, “Futuro”, “La Favorita”, “El Práctico”, “El Progreso”, “La Ideal”...


FIGURA 13. Brockway de Autobús “Titania”, a fines de los años ’20. (Colección Arnaldo Sábatto).

Qué animales!

Más allá de los nombrados como símbolo de velocidad, muchos animales están representados en los nombres de las empresas, sobre todo en el interior del país. Conocemos más de cien, desde insectos (“El Tábano”, “El Grillo”) hasta fabulosos (“El Dragón”, de Villa Carlos Paz y “El Fénix”, concesión de 1942 no utilizada). En este rubro también figuran los personajes mitológicos mitad humano mitad animal: (“Sirena del Paraná” y “El Centauro”).

Abundan las aves (“La Golondrina” –hay por lo menos tres-, “El Tucán”, “El Gallito”, “El Chingolo”, “El Flamenco”, “La Paloma”, “El Pingüino”, “El Canario”, etc.). Un caso singular es el de los “Cóndores”: Hemos identificado 18, a los que agregamos “El Cóndor bis”, “El Cóndor Negro” y “El Cóndor Pampeano”. Menos de la mitad de estas empresas estaban radicadas en zonas del país donde hay cóndores. No obstante, algunas empresas llevan nombres de animales de su región: “El Tapir”, “El Dorado” y “El Pacú” son de la zona mesopotámica y el litoral.


FIGURA 14. Uno de los tantos cóndores que volaban por las rutas, en este caso uniendo Santa Fe con Morteros. (Colección Sergio Ruiz Díaz).

Los felinos representan poderío: “El Tigre” (hay siete, más “La Tigra”), “La Pantera”, “El León”, “El Leoncito”, “El Puma del Plata” y “Los Linces” son dignos ejemplos. Completan el zoológico “El Yacaré”, “El Delfín Turismo”, “Huemul” y “Panda Bus”, entre otros.


FIGURA 15. Dodge ’38 Facchini de “El Ciervo”, entre Resistencia y Puerto Tirol. Aparte del ciervo ilustrado se aprecia la palabra “Pullman”. (Colección Sergio Ruiz Díaz)

Y no olvidemos “El Buey”, la diligencia a vapor de Juan Rusiñol ensayada en Buenos Aires en diciembre de 1864.


FIGURA 16. Varias empresas daban nombre propio a los coches, aparte de identificarlos con número interno, y pintaban el motivo en la carrocería, como Central Las Rosas (Santa Fe). Vemos el coche 8, “El zorro gris”.

El reino vegetal también tiene sus dignos representantes en una veintena de empresas: “Las Acacias”, “Expreso Amancay”, “El Caldén”, “Los Girasoles”, entre otras. También “El Trébol”, aunque en este caso creemos que el origen del nombre apunta a la buena suerte de la empresa.

Dime cómo te llamas y te diré de dónde eres...

Es muy común encontrar empresas identificadas con su lugar de origen. En los alrededores de Buenos Aires, las pioneras han extendido la fórmula “La Primera de...” (...Benavídez, Ciudadela, Munro, Grand Bourg, Malvinas Argentinas, Villa Suiza, Martínez, Haedo, Garín, San Isidro, Punta Indio) a las que podemos agregar las más lejanas “Primera Automotora Rosario”, “La Primera Cordobesa” y “La Primera Dorreguense”, entre otras.

Existen por lo menos 60 empresas directamente identificadas con una ciudad, cuyo nombre empieza como “Ciudad de...”. En otros casos, la alusión es indirecta: “Cuna de la Bandera Tour” (de Gálvez, cerca de Rosario), “La Movediza” (Tandil), “El Colgante” y “Suave Declive” (Necochea), “Tres Fronteras” (Puerto Iguazú). Algunos nombres regionales incluyen grandes áreas de referencia (“El Cuyano”, “Alto Valle”) mientras que otras saludan al pago chico (“Camarones”, “El Antofagasteño”). Muchas firmas se identifican como ciudadanas de una provincia (“El Santiagueño”, “La Neuquina”, “El Entrerriano”, “El Salteño”, “La Riojana”, “El Tucumano” y “El Tucumanito”, etc.). En definitiva, imitando el periplo de León Gieco, podemos unir el país de “La Ushuaiense” a “El Quiaqueño”.


FIGURA 17. Mercedes 1114 Fram ’86, coche 06 de “El Quiaqueño”, entre Jujuy y La Quiaca. (Foto Osvaldo Manoli, 1992)..

La palabra “Litoral” está incluida en por lo menos 9 empresas (10 si agregamos “La Litoraleña”), y entre “Costeras” y otras “costas” sumamos más de 20. Cruzando el país, las montañas inspiraron a más de un empresario: “Los Andes”, “Andinabus”, “El Andino”, “El Cordillerano”. Por fin, Este y Oeste se fusionan en “Andesmar”.

Dentro de grandes aglomeraciones como Buenos Aires, Córdoba y Rosario, los nombres se acotan a los barrios o a puntos neurálgicos (“Barrancas de Belgrano”, “Empresa Liniers”, “Expreso Saladillo”). Esto viene de lejos. Antes de ser numeradas, muchas líneas de tranvía se identificaban con las calles que transitaban, como Cuyo o Callao. En muchas compañías de ómnibus porteñas de los años ’20 (“Constitución - Botánica”, “Belgrano - Vélez Sársfield”, “Flores - Plaza Italia”) el nombre ayudaba al pasajero a conocer el recorrido.

Este sistema informativo también se utilizó entre ciudades. A la “Empresa de Colectivos Pullman Buenos Aires - Mar del Plata” se le agregó “El Cóndor”, ya que su nombre no era más que una descripción de vehículos y trayecto. Podemos citar en este nicho a la “Asociación Corporativa de Transportes Buenos Aires - Rosario”, al “Expreso Pilar - Escobar”, antecedente de “La Isleña”, y al recientemente desaparecido “Expreso Córdoba - Mar del Plata”. Con respecto a Córdoba, encontramos una decena de empresas provinciales con cabecera en la capital mediterránea cuyo nombre se completa con el punto de destino (“Córdoba - Río Tercero”, “... Pampa de Achala”, “... San Francisco”, etc.).

Hermán Parini, pionero del transporte en la zona de Madariaga y la costa, cuenta que cuando se alistaban para salir sus primeros servicios desde Buenos Aires, los que pasaban frente a la agencia preguntaban cuál era el destino. “Pinamar”, decía Parini, y la gente entendía “Miramar”, que era más conocida. Para evitar confusiones, terminó contestando “al mar”. Así se definió el nombre de la empresa “Almar”.


FIGURA 18. Sobre un chasis de posguerra se carrozó este coche de ”Almar”, que inició los servicios entre Madariaga y Mar de Ajó. (Colección Hermán Parini; pub. en La Nación, 28/11/1992)..

En las provincias de Santa Fe y Chaco, aunque no exclusivamente, dominaban las “Centrales”: (Alcorta, Casilda, Gálvez, Las Rosas, Villa Berthet, Sáenz Peña). Inclusive “Central El Rápido” era oriunda de la zona.


FIGURA 19. Coche 6 de “Central Las Rosas”, “El Rey de la Selva”. (Colección Sergio Ruiz Díaz).

Los puntos cardinales han sido solución para varios empresarios. Sólo en Buenos Aires y alrededores tenemos representados el Norte (línea 60), el Sur (160), el Este (526 de Lanús), el Oeste (136), el Noroeste (343), el Sudoeste (85). Si hace falta un Centro, agregamos la línea 38, y la 15 para unir (“Sur-Nor”).

Rosario contó con las empresas “Zona Norte” (líneas 71, 205 y 207), “Zona Sud” (6 y 200, luego 144, 145 y 146) y “Zona Oeste” (209 ex “Central Oeste”). El Norte tiene varias representantes con agregados: “El Norte Puntano”, “Norte Chaco”, “Turismo Norte Grande”, “El Norte bis”. Acotamos que en el Noreste existen varias empresas “bis”, que repiten nombres de empresas preexistentes (“La Nueva Estrella bis”, “El Tigre bis”, “Empresa Línea 1 bis”).

Todos los colectiveros van al cielo

“El Lucero”, “El Satélite”, “Cruz del Sur”, “Las Tres Marías”, todas empresas cuyos fundadores confiaron en la guía estelar para encarar su trabajo. Registramos 8 veces el nombre “La Estrella”, que suman 23 con aditamentos (“Estrella del Sur”, “Estrella del Litoral”, etc.).

Algunos empresarios apuntaron más arriba. Santos y santas están ampliamente representados, con San Cayetano a la cabeza (14 veces) seguido de cerca por San José (11), San Cristóbal y San Jorge (10). En muchos casos el nombre remite a un lugar más que al santo en sí. Hay unas 200 empresas identificadas con santos complementados con nombres de ciudades.

Figuran santos populares, como la Difunta Correa (Salta) o Ceferino Namuncurá (con o sin “San”, en Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Santa Cruz). El espectro religioso incluye numerosas vírgenes (“... de Lourdes”, “... del Rosario”, “Nuestra Señora de la Candelaria”, “... del Huerto”). Podemos cerrar el rubro con “El Angel”, “El Santo Viajes” y “El Milagro”.


FIGURA 20. Mercedes 1114 Costa Brava ’74 del Expreso “San Ceferino”, servicio desde Río Turbio hasta la frontera, donde combinaba con un ómnibus chileno a Puerto Natales. (Foto Osvaldo Abner 1987)


La familia unita

El afecto está representado, muchas veces, por la tradición transportista de un grupo familiar. Desde “El Abuelo” (Bolívar), “El Tata” (Santiago del Estero) y “La Viejita” (Pergamino), hasta “El Nene” (Valle Viejo - Catamarca), pasando por “Los Hermanitos” y “Los Primos”, estas últimas de turismo.


FIGURA 21. Ford ’38 de “La Viejita”, coche 1. Hacia 1940 unía Pergamino con Gelly. (Colección Sergio Ruiz Díaz).

Es amplia la presencia femenina y no solamente con nombres propios. La mensajería “Ninfas del Plata”, unía en 1859 Buenos Aires con Azul. En 1944, en Buenos Aires solicitaba el permiso para circular “La Femenil”. En 1950 andaba por Santa Fe “La Buena Moza”. Un lustro más tarde, pero mucho antes de la creación de Quino, encontramos en Córdoba a “Mafalda”. Pero hay muchas más: “La Lita”, “La Norma”, “La Sarita”, “Silvia”, “Silvita”, “Dionisia”. En los últimos años han surgido varias empresas de turismo con nombres de mujer: “Turismo Carina”, “Patricia Bus”. Muchas de estas damas hablan en inglés: “Myriam New Time”, “Paola New Style”, “Yessica Tour”, “Josefina’s Bus”.

Excluimos de este catálogo nombres como “La Niña”, que se llamaba así por unir el pueblo homónimo con 9 de Julio, “La Beba” -un caso similar entre Rojas y Ferré- y “La Angelita”, de Villa Angela (Chaco), por ser denominaciones de carácter regional.

We are the champions

Los nombres extranjeros siempre estuvieron presentes en las empresas de transporte. En el siglo XIX, las compañías ferroviarias y tranviarias de capitales ingleses, belgas o franceses se acriollaron enseguida. Así, “The Grand National Tramways Co. Ltd.” pasó a ser la “Gran Nacional”, la “Great Southern Railway Co. Ltd.” dejó paso al “Ferro Carril del Sud”, etc.

Avanzado el siglo XX, raramente encontramos la utilización de anglicismos. En 1935, “American Express” no era una tarjeta de crédito sino una línea de micros entre Mar del Plata y Balcarce. En Santa Cruz se fundó la Coop. de Trabajo y Transp. de Pasajeros “Sportman” Ltda. Mucho después, por los años ’80, un descontextualizado “Expreso Love” circulaba con sus líneas urbanas por San Vicente y Almirante Brown. Pero con la globalización de fin de siglo el inglés se adueñó de todos los rubros, hasta del transporte. Esta variable fue adoptada en especial por empresas de turismo, viajes contratados y charter. Empresas de larga distancia agregaron el “New Time” o “New Style” a sus servicios “First Class”. Mientras que el “Ómnibus” dejó paso al “Bus”, el “Expreso” mutó por “Express” y lo que antes llamábamos “combi” ahora es “van”. El servicio diferencial de la línea 57, que une Palermo con los barrios privados de Pilar, reivindicó al viejo Expreso Pilar convertido a la nueva moda: “Pilar Express”.

Una larga lista de nombres importados fue creciendo en los últimos diez años: “Best Seller Tours”, “California Van’s”, “Free Way”, “Good Times Business & Fun”, “Master Bus”, “Saint Mary’s Tours”, “Pool Express”, “Path & Way Charters”, “Sunrise”, “Sunday”...

También se fusionan las culturas en nombres como “All Patagonia” o “Limay Travel”.

Nombres que no lo son

Las cosas por su nombre... o por el que la gente les dé.

Cualquiera de nosotros puede ejercitar este test. En un punto del camino de cintura elegido al azar, preguntar por un ómnibus que vaya a San Isidro o a La Plata. De diez entrevistados, cinco dirán “el 338” y por lo menos cuatro responderán “La Costera”. Ahora bien. La famosa Costera no existe. Se llama “Transportes Automotores La Plata” desde hace casi 40 años. Pero antes fue una línea de la “Costera Criolla”, y en la tradición quedó ese nombre marcado a fuego.

Cuando Metrovías se hizo cargo de la línea 52, decidió pintar en el frente de los coches la leyenda “La Lujanera”, adoptando con buen criterio el mote que identifica a la empresa desde siempre, aunque haya cambiado de nombre a través del tiempo. En cambio “La Lobera”, el apelativo popular de “Línea Expreso Liniers”, fue cayendo en desuso.

En muchos casos la falta de nombre construyó el sobrenombre. Así, desde 1925 y durante años, la antecesora de la actual empresa “Ciudad de San Fernando” fue conocida como “El ómnibus verde”.

Si no se me ocurre nada…

En cierta forma, este capítulo habla de la pereza creativa. ¿Qué pensaríamos hoy de una empresa que se llamara “Expreso Marcopolo Viaggio” o “Cía. de Transportes OA101? Pues bien, a fines de los años ‘20 existía en Buenos Aires la “Cía. Brockway Omnibus”; Brockway era la marca de sus unidades.

No sabemos si por agrandar el ego o por falta de ideas, en todas las épocas hubo empresarios que bautizaron su empresa con su propio nombre. Posiblemente, de todas ellas la más famosa es “Chevallier”, fundada por Wilfred León Chevallier Boutell. Otro Chevallier, Carlos, asociado con Carlos Romero, crearon la empresa fueguina “Los Carlos”. Entre otras destacadas podemos citar a “Bosio” de Catamarca, “Balut” de Salta, “Manuel Benítez e Hijos”, de Carmen de Patagones,  “Alvarez Hermanos” de Buenos Aires y “Manuel Tienda León”. En Misiones, la inmigración dejó una amplia lista de empresas identificadas con apellidos polacos (hay unos quince Horianski, a los que se suman Kruse, Kurtz, Kluge, Semkzuc y Zbikoski, cuyas líneas urbanas en Posadas se denominan “Don Casimiro”). Muchas empresas de turismo, que generalmente se iniciaron con un solo vehículo, pasaron de ser “el colectivo de fulano” a “Excursiones Fulano” y abundan actualmente.

Poco esfuerzo revelan nombres como “El Expreso” (antecedente de Micro-Mar), “Micro” (Santa Fe), “Cooperativa Obrera” (Lanús) o las más nuevas “Minibús S.R.L.” (Paso de los Libres) y “Minibuses Diferenciales” (Tucumán). Tampoco dice mucho el nombre de TATA (“Transportes Automotores Terrestres Argentinos”). Los empresarios de “Río Grande”, que hasta hace unos años explotaban la línea 5 de Buenos Aires, eligieron el nombre sencillamente porque la terminal estaba cerca de la calle homónima.

Completamos este capítulo con los números de línea. Cuando se privatizaron los colectivos porteños, en 1955, varias de las nuevas sociedades se identificaron con el número de la línea otorgada. El tema era reemplazar rápidamente la escarapela y el color plateado estatal por algo, lo que fuera, pero con mucho color y filete. Cuando cambiaron de número, en 1969, algunas de ellas, como “Transporte Doscientos Setenta S.A.”, “Micro Omnibus N0 226 S.A.” o “Línea 213 S.A.T.” (actualmente líneas 70, 56 y 53) no modificaron su razón social. Otras sí lo hicieron, como la 407 y la 268, que pasaron a ser 47 y 68, respectivamente.

La empresa “Línea 209” de Rosario nunca llevó ese número. El nombre es fruto de una fallida reestructuración que se hizo a medias. La línea se identificó como B muchos años y es la actual 115.

Casos singulares y otras yerbas

A modo de cierre hemos agrupado una cantidad de singularidades en los nombres de algunas empresas. Por ejemplo, no es común que se agregue “el” delante de la palabra “expreso”; sin embargo “El Expreso Libertad” y “El Expreso Ciudad de Posadas” escaparon a la norma. Algunos nombres están literalmente “fuera de lugar”, como el insólito “El Obelisco”, tomando en cuenta que circulaba entre Azul y Necochea a más de 300 kilómetros de Buenos Aires. Agregaríamos con el mismo criterio a “La Litoraleña”, de San Nicolás y a la Empresa “Tandilense”, circulando en la Capital Federal.

En la ciudad de Avellaneda, por los años ’40 muchas compañías de ómnibus tenían nombres de colores. Estaban “La Blanca”, “La Verde”, “La Celeste” y “La Colorada”. Esta última llegó hasta nuestros días. Siempre en el Sur, encontramos a “El Blanquito”, desprendimiento de Micro Omnibus Quilmes y más recientemente al “Expreso Granate”, nacida en Lanús (¿cualquier similitud es casual?). En las ciudades del interior es común denominar a los colectivos más por su color que por su nombre o número de línea. En Necochea se conocía a las tres empresas locales como “los verdes” (Nueva Pompeya), “los rojos” (Cía. de Transp. Necochea) y “los azules” (M. O. Gral. Necochea). Cuando se produjo la fusión de estas dos últimas, en 1981, se decidió adoptar el nombre de una y el color de la otra.


FIGURA 22. Coche 17 de “La Blanca”, línea 25 de Avellaneda, antecedente de la 271. (Colección Sergio Ruiz Díaz).

Las líneas tomadas por la Corporación de Transportes sufrieron cambios de número, de tipo de vehículos y de recorridos. De todas ellas, sólo dos empresas de ómnibus renacieron con sus nombres originales al volver a la explotación privada: “Metropol Autobús”, línea 65, que entró en la Corporación en 1943, fue refundada más de 20 años después como “La Nueva Metropol”. Del mismo modo, el ómnibus 57 de la “25 de Mayo” recuperó su nombre en 1955, ya como colectivo 257.

Empresas de zonas turísticas, como “Navegación Lago Lácar” (San Martín de los Andes) o el crucero “Anamora” (Mar del Plata”), tienen servicios automotores pre y post-embarque. La multimodalidad produce en estos casos la presencia de un nombre netamente naviero pintado en un ómnibus. No es el caso de “Buque Bus”, que empezó cruzando el río de la Plata con ferrys que combinaban en Uruguay con ómnibus, reflejando ambos modos en el nombre de la empresa. Tampoco es ejemplo “Transportes Fluviales del Litoral”. Esta firma comenzó uniendo la costa santafecina con la entrerriana, a través del Paraná, mediante el sistema de balsas. Al inaugurarse el túnel subfluvial debieron ponerse a tono con el progreso, cambiando de modo y transformándose en automotor.


FIGURA 23. Omnibus de “Transportes Fluviales del Litoral”.

El nombre de la ciudad de Chivilcoy ha estado representado con diversos matices, desde el lacónico “Expreso Chivilcoy” hasta los más sonoros “La Chivilcohiana” y “La Argentina y Chivilcoyana”, diligencias del siglo XIX. Incluso se ha registrado, en 1996, el “Expreso Chivilco” de turismo, aunque no sabemos realmente si era el verdadero nombre o se le borró una letra. Otros juegos de palabras se dieron en Córdoba (“El Serrano”, “El Serranito” y “El Serra”) y en el Norte de la provincia de Buenos Aires (“Empresa Costera”, que pasó a ser “El Costero” y luego “El Costerito”).

Una progresión de nombres refleja las aspiraciones de los empresarios de ómnibus de Buenos Aires en los años ’20. Mientras “La Porteña” se circunscribe a la ciudad, “La Metropolitana” podría abarcar un área mayor. De allí pasamos a “La Nación”, siguiendo con “La Continental” y “La Internacional”  para culminar en “La Mundial”.


FIGURA 24. Leyland Lion carrocería Genius de “La Internacional”, línea 53 de Buenos Aires que pese a su nombre no pasaba de Puente Saavedra. (Ilust. Aníbal Trasmonte).

Varias firmas santafecinas como “Edén Tours” (Cañada de Gómez), “El Príncipe Azul” (Cap. Bermúdez), “T. A. Las Delicias” (Rosario), “Turismo Shalom” (Rosario) son portadoras de nombres bastante ajenos al estilo de las empresas de transporte. Podemos agregar “Transportes Pulgarcito” (Corrientes) y “Expreso La Atómica” (Punta Cuevas - Chubut).

Pensamos que el tema tratado en esta nota -aparentemente árido a primera vista- tiene muchos matices interesantes, ya que a través de los nombres se refleja la historia, la geografía, la familia, la naturaleza, los valores humanos y hasta la religión. Hay tantas variantes que uno se tienta en el facilismo de clasificar y escribir nombres. Aunque lo que abunda no daña, sería tedioso citar las 40 “Nuevas” o las 60 “Uniones” que entre diligencias y automotores hemos encontrado, sin contar “Unidas” ni “Unidos”. En fin... es como para publicar un diccionario.

Aníbal Trasmonte
3/2003
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