Un Icono de los '90 Volvió a Vivir

Si rememoramos las unidades que sirvieron en las líneas urbanas porteñas durante la década de 1990, uno de los primeros modelos que vendrá a la mente será el OA 101 "Segunda Generación", producido por centenares entre 1991 y 1997 por la terminal automotriz El Detalle. Fueron adquiridos por un gran porcentaje de las empresas prestatarias de las líneas de concesión nacional, tanto nuevos como también usados, cuando comenzaron a envejecer.

Siempre había una versión disponible para el uso que se les quisiera dar, ya fueran para servicio urbano, diferencial o hasta para media distancia. Estaban a la orden para quien los quisiera, sea cual fuese el servicio a cumplir.

Estaban presentes en cualquier punto de la ciudad y a veces se aparecían en manada, dependiendo de la cantidad de líneas que los utilizaran que pasaran por el lugar en cuestión. Repasemos algunos puntos y veremos que fue así. En Plaza Constitución, por ejemplo, podíamos cruzarnos con los OA 101 de las líneas 9, 17, 28, 45, 46, 51, 59, 61, 62, 65, 70, 91, 97, 98, 102, 116, 129, 143, 154 y 186; en Plaza Miserere, entretanto, las líneas 5, 7, 32, 61, 62, 68, 71, 75, 86, 98, 101, 104, 116, 129, 132, 165 y 188 contaron con ellos, a veces en diferentes épocas.

Si nos dábamos una vuelta por Chacarita, encontrábamos ejemplares en las líneas 42, 44, 65, 71, 87, 93, 108, 111, 112, 127, 142, 162 y 176. Y en Puente Saavedra, otro punto neurálgico, las líneas 21 (en sus últimos tiempos de independencia y no antes), 28, 57, 59, 68, 71, 130, 133 y 161 contaban con ellos. Fuéramos donde fuésemos, este llamativo diseño (que dio qué hablar apenas salido a la calle, porque fue el primer modelo de épocas recientes fabricado de manera masiva que contó con puerta central) seguiría nuestros pasos.

Fue icónico en los '90 y en los primeros años de la década de 2000, para luego comenzar el lógico éxodo debido a su vetustez. Pero aún hoy, en el momento de escribir esta nota, es un modelo muy utilizado como transporte escolar. Aún están y siguen nuestros pasos, pero ya fuera del servicio regular.

Más de un aficionado, amante de estos ómnibus, dijo alguna vez que habría que preservar algún OA 101 de Segunda Generación, porque fue "el" modelo distintivo del transporte porteño en los 90. Por su participación en el mercado, debería guardarse alguno para exhibirlo a las generaciones que vendrán. Hay muchos fans de este modelo que querían que al menos un ejemplar se preservara.

Al tener aún (y en su momento) cierto valor de reventa, por su demanda, sobre todo para transporte escolar, las empresas se desprendieron de ellos. No consideraron la preservación de un ejemplar seguramente por ser recientes, por ser aún solicitados en el mercado de segundo orden y, en algunos casos, por preferir conservar unidades más antiguas, que potencian más el sentimiento de nostalgia que un coche de modelo reciente.

Por esas causas, no extraña que la iniciativa de preservar uno llegara de la mano de un particular.

Nos referimos a Carlos Truku Prieto, viejo y buen amigo de este espacio, que cuando quiso adquirir un ejemplar no pensó, en un primer momento, en un OA 101.

-Mi intención, en primer lugar, era la de comprar un Mercedes Benz "1114" carrozado por El Detalle entre 1977 y 1978, para restaurarlo y recrear al viejo coche 45 de la 133 marrón (N. de la R: la vieja Transportes 8 de Julio caducada hacia mediados de los '90) que era uno de los más vistosos de la línea, siempre brillante y ornamentado. Era el más lindo y siempre tuve ganas de recrearlo, pero no conseguí ningún coche en un estado tal que me permitiera restaurarlo con perspectivas de que quede exactamente igual. Los que me crucé, en venta, hubieran requerido una enorme inversión, que no podía afrontar.

-Por eso una vez, charlando con amigos, salió el tema de mi deseo de tener un 133 marrón. ¿Y por qué no comprás un OA 101? Me recomendaron. Aún se consiguen en buen estado y te sería fácil restaurarlo, me dijeron. La recomendación tenía bastante de lógica, pues el OA 101 Segunda Generación es un modelo aún en uso, con repuestos que todavía son de fácil consecución. Y pensé que, pese a ser un modelo relativamente reciente aunque ya pasaron más de 20 años de su salida al mercado, el verlo con los colores de la 133 llamaría muchísimo la atención.

Cabe destacar un detalle: la mayoría de las unidades antiguas restauradas hoy en poder de empresas y de particulares, lucen decoraciones de líneas o empresas aún existentes. Muy pocas recrean líneas o empresas históricas que ya no existen. Y esto es lógico, porque las empresas que los adquieren buscan revivir su propio pasado y no uno ajeno, algo que no "ata" a un particular a la hora de elegir la decoración de su coche.

-Recomendado, llegué a la concesionaria Megacar a la búsqueda de un ejemplar. Encontré uno a la vista bastante bueno, que había pertenecido a la línea 130 Transportes Avenida Bernardo Ader original. Era su interno 52, que fue renumerado 452 cuando el grupo Los Constituyentes tomó el control de la 130. Lo pensé, di algunas vueltas, pero terminé comprándolo el 12 de mayo de 2011. Tras buscar taller, finalmente entró a chapa y pintura a mediados del mes de Junio.

-No puedo dejar de recordar a mi amigo Elvio, que me recomendó especialmente la adquisición de este coche, debido a su originalidad. Tenía muy pocas reformas encima, lo cual facilitaría la tarea a la hora de restaurarlo.

-No obstante, al entrar al taller se encontraron muchas anomalías en chapa y estructura, lo cual me llevó, en algunos casos, a reconstruir partes desde cero. El piso no estaba en buen estado, tampoco.

A ojos de purista, la recuperación del aspecto exterior del coche es muy buena, casi perfecta. El lateral es idéntico, a excepción de la tipografía del número interno, en la cual no se recuperó la auténtica de El Detalle. Los detalles discordantes se encuentran en el frente y en la culata, en los cuales no se respetó la disposición de los colores que originalmente estos coches traían de fábrica.

Los cortes de pintura realizados, que no se condicen con la realidad de época, fueron idea del dueño de la unidad. Si bien no son los reales, no desentonan con el resto del coche. Tampoco se recuperó el cartel de ramal del frente, que se ubicaba bajo el parabrisas.

El trabajo en el interior fue también superlativo. Su morfología corresponde a los ejemplares de interior empobrecido, conocidos hacia mediados o fines de 1993. En ellos se discontinuó el diseño original, con luces fluorescentes y revestimiento plástico, que fueron reemplazados por un espartano revestimiento melamínico y la iluminación se basó en lámparas incandescentes, dispuestas dentro de los antiguos plafones "tipo oruga" de diseño bien obsoleto, en el momento que se decidió utilizarlos.

También en el interior quedaron pendientes algunos pequeños detalles, pero al subir a este coche uno se traslada dos décadas atrás y recuerda los viejos y buenos tiempos de estos OA 101. Es realmente un gusto trasladarse en el tiempo en sus cómodos asientos (aún no habían comenzado a utilizarse los plásticos)

Si bien algunos detalles discordantes con el modelo original son muy notorios, sobre todo en el exterior del coche, quedan empequeñecidos frente a la magnitud del trabajo encarado. Las imágenes que ofrecemos a continuación, tomadas durante los trabajos de restauración, hablan por sí solas respecto a este tema.

El coche aún en la concesionaria Megacar, el mismo día de su adquisición. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

Ya en el taller, comienza el trabajo pesado de carrocería. Aparenta estar muy, pero muy lejos de llegar a la meta de la restauración completa. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

El lateral comienza a tomar forma. La chapa nueva es garantía de años y años de resistencia en su nueva vida de reliquia. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

La chapa se colorea lentamente, pero aún falta bastante para su completa resurrección. El marrón y el amarillo ya nos hacen palpitar su futuro. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

Nacen los cortes de pintura y el sueño de volver a ver un 133 marrón ya es casi realidad, aunque aún faltaba bastante para finalizar los trabajos. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

-Me autoimpuse como meta para finalizar la restauración la fecha de realización de La Noche de los Museos, evento anual que, en 2011, estaba previsto para el 12 de noviembre. Pero surgieron complicaciones que hicieron retrasar los trabajos y problemas con cierta gente en el taller. Por suerte, mi amigo Juan Carlos Soria le metió ganas al trabajo, lo cual permitió su avance. Llegada la fecha de La Noche de los Museos, ya quedaba muy poco por hacer.

Pero ciertos problemas y desprolijidades persistieron y se vivieron ciertas situaciones de tensión. Pese al esfuerzo y al estar prácticamente terminado, el coche no estaba en condiciones de exponerse. Juro que tuve ganas de largar todo, hasta de venderlo al mejor postor, pero una charla me hizo recapacitar y esperar una mejor oportunidad para su presentación, que no tardó en llegar.

Horas después de la fallida presentación en La Noche de los Museos ya estábamos trabajando y pensando en su presentación. ¿Qué mejor que mostrarlo en una ocasión especial, sólo para él, en lugar de hacerlo en una muestra grupal en la cual sería uno más, pese al destaque que tendría por ser la primera vez que se mostraba al público? Creímos más apropiado un evento en el cual no fuera el actor principal de una obra grupal, si no un unipersonal, que fuera el único protagonista del show. ¿Y qué mejor que tomar por asalto al recorrido de la línea 133 y dar una vuelta rememorando esa historia interrumpida por la caducidad del 17 de septiembre de 1994?

Decidimos una fecha (el 26 de noviembre de 2011) y se lanzó la convocatoria por la galería Pedacitos de Historia, por el foro colectivos del sitio web Forotransportes.com y por las redes sociales. El boca a boca hizo el resto y quedamos a la espera del día de la presentación, mientras se terminaban los detalles incompletos en el coche.

La idea era cumplir el recorrido de la línea 133 entre Puente Saavedra y Parque Patricios, hasta la vieja cabecera que mantuvo mientras fue Transportes 8 de Julio. Se podía subir tanto en cabecera o por el camino, a metros de los postes de parada (no sea cosa que nos acusaran de truchos, de que le robábamos pasajeros a la 133 de verdad...)

Hasta que llegó el día señalado. Era soleado y caluroso, lindo y propicio para dar una vuelta. Por suerte el tiempo acompañó.

No estaba todo listo. Faltaban detalles menores que se terminaron ese mismo día en el galpón donde se guardaba. Fue allí donde conocí al coche, en ese momento. Al verlo, ya prácticamente terminado, tuve un deja vu, una sensación extraña que me hizo retroceder en el tiempo casi 20 años. Lo recordé circulando por Caseros, frenando en Plaza Flores o cruzando la barrera de Nazca. Fue como que, durante un breve instante, hubiera vuelto a 1993. El amigo Truku me preguntó, extrañado: ¿Te pasa algo? Mi cara lo diría todo.

Se terminaron los detalles, se lo barrió, emprolijó y salimos rumbo a Puente Saavedra. Su andar era suave, sereno, como en sus mejores tiempos. Al llegar al punto de encuentro, nos sorprendimos: ¡Habría unas 50 personas! El coche se llenó a tope, curiosamente más que los coches de la línea de verdad.

Era gracioso ver la reacción de la gente cuando se percataban de su presencia. Muchos miraban al coche sorprendidos como diciendo: -¿Volvió La Marrón?- Más de uno quiso subir, como si se tratara de un coche de línea. Los choferes de los 133 Plaza miraban sorprendidos.

En cada lugar que parábamos, se acercaba algún curioso. Los barrios se sucedieron uno tras otro, hasta llegar a Parque Patricios, el viejo barrio de cabecera de la 133. Llegamos y, durante la espera, se acercaron componentes amigos de la 133 Auténtica, de La Marrón. Fue un lindo momento de nostalgia.

He aquí algunas imágenes tomadas el día en el cual la 133 marrón resucitó una vueltita.

Recién salido de su refugio en Caseros, el Marroncito luce impecable. Los cortes de pintura de su frente, que no se corresponden con los que las unidades reales de la 133 llevaron, quedan como un detalle menor gracias a la excelente reconstrucción de los laterales. (Foto: Carlos "Truku" Prieto)

¿1993 ó 2011? El coche está parado en Puente Saavedra cargando sus pasajeros. La escena recuerda a los 133 de verdad en algún punto neurálgico de su recorrido, como Plaza Flores, por ejemplo, cuando la gente se amontonaba para subir en horas pico. (Foto: Christian Katena)

El cruce con los 133 del Grupo Plaza fue inevitable, debido a que El Marroncito tomó por asalto el recorrido. Un TATSA Puma D-12 de la primera serie rebasa al coche restaurado, que estaba detenido sobre la avenida Nazca. (Foto: Christian Katena)

La histórica iglesia de San José de Flores sirve como marco a esta nueva reliquia recuperada. Allí, en uno de los lugares más emblemáticos del recorrido, se hizo una parada para tomar fotografías. (Foto: Christian Katena)

La unidad descansa en su vieja cabecera de Parque Patricios. En la construcción que se ve tras el coche, la antigua que hace esquina, era el antiguo bar donde la línea tenía su cabecera. Allí solían sentarse los inspectores a hacer las planillas y los choferes a apurar alguna bebida durante la espera. (Foto: Christian Katena)

A la vuelta, bajamos con mi nene en Plaza Flores. Lo vi irse por Rivadavia entremezclado con los coches actuales y era un auténtico pedacito de historia, de la historia reciente, felizmente preservado para las generaciones que vendrán.

Es el restaurado más joven y uno de los únicos que recuerdan a una empresa que hoy ya no existe. Es una excelente iniciativa de un particular, que apostó fuerte y recuperó al primer coche de modelo reciente, que en el Gran Buenos Aires y en ciertos lugares del interior aún puede verse en servicio regular.

El rescate de este coche da para reflexionar. Se convirtió en reliquia apenas finalizado su período de vida útil y es más: podría haber continuado en servicio algunos años más en alguna línea de segundo o tercer orden. Pero no, ya está preservado y bien guardado. Sólo sale para las diferentes exposiciones a las que concurre.

Imagínense si este impulso de un particular hubiera sido imitado por las empresas décadas atrás, en el momento de la radiación definitiva de los ómnibus Leyland, los colectivos Bedford, los Chevrolet "Sapo" o los Mercedes "Carboneros": no hubiera hecho falta, en tiempos recientes, el rescate de unidades muy antiguas, en algunos casos en muy mal estado. Tampoco hubiera sido necesario encarar grandes restauraciones, correr buscando elementos casi inconseguibles ni romperse la cabeza en búsquedas casi imposibles, como la de alguna ventanilla perdida o de algún cristal casi inconseguible, como el de la luneta, por ejemplo.

Nada de esto hubiera ocurrido si algunos empresarios, hace 30 ó 40 años, hubieran mirado un instante hacia atrás a la hora de sacar de servicio a alguna unidad antigua o si antes de vender o desarmar a ese viejo colectivo de auxilio se hubieran preguntado: ¿Y si lo guardamos? Pero no los culpamos: en aquella época no se miraba al pasado como ahora, hubo un recambio generacional y los hijos de aquellos colectiveros de antaño miran más hacia atrás y recuerdan al pasado con cariño, tal vez por haber crecido al lado de esos vehículos hoy tan buscados para preservar.

Sería bueno, entonces, que alguna empresa tome la iniciativa y que antes de vender a ese viejo 1114 que tienen de auxilio pero que aún está muy entero o antes de vaciar el fondo del playón y mandar al corte a esos frontales de hace 20 años o más que hace tiempo están parados y en desuso, piensen en dejar alguno que esté más o menos original para que oficie de reliquia, recordar el pasado reciente y evitar que dentro de 20, 30 ó 40 años algún empresario nostálgico, hijo de los colectiveros de hoy, se vuelva loco buscando los asientos, algunas ventanillas o partes originales de ese OHL carrozado por Eivar rescatado de un desarmadero en las diez de última y que se propuso restaurar.

Son cosas que aún están a mano y que sería bueno preservar. Nuestro amigo Truku Prieto fue el primero, con su 133 marrón. ¿Alguien más querrá seguir su ejemplo?

Alejandro Scartaccini

Marzo de 2012


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