Un retorno al pasado
(Visita a las instalaciones de Carrocerías D.I.C.)

El pasado 27 de diciembre 2010, durante una de mis visitas rutinarias a la empresa Monticas, en el medio de una charla de generalidades de la actividad y, más en detalle, de la evolución de las cosas, sus socios me contaron que estaban muy contentos, porque estaban próximos a mudarse a un predio realmente mucho más grande e interesante por su estructura edilicia, ya sea por los espacios que dedicarían a la administración, como así también por los que se destinarían a albergar y mantener los micros.

Esta noticia me alegró muchísimo, porque conozco en detalle el sacrificio que estos amigos vienen realizando año tras año para poner a Monticas en un plano de eficiencia y calidad en lo que a atención al pasajero se refiere. Pero mucho mas aun me sorprendí cuando me enteré que el predio en cuestión era nada más ni nada menos que las instalaciones donde había funcionado la prestigiosa factoría de carrocerías DIC. Todos los que conocen y aman esta actividad saben muy bien de qué les estoy hablando.

Mis ojos se iluminaron, porque automáticamente pensé en la posibilidad de ir a visitar el lugar, mas aun cuando me relataban todo lo que habían encontrado cuando por primera vez abrieron las puertas de las naves.

Situémonos, por un momento, en el lugar y la fecha: Rosario, 34 grados a la sombra, un 27 de diciembre. A pesar de las condiciones climatológicas descriptas, mis amigos accedieron a llevarme a recorrer algo que, para nosotros, es una preciada muestra de lo que fue una industria pujante y que tanto le dio a esta actividad.

Una vez en el lugar nos abrieron los portones de la entrada, que se encuentran a unos 30 metros de la nave principal, bajamos del auto y quede a unos 20 metros de la entrada. A mi izquierda un lote de cadáveres de diferentes empresas esperando vaya a saber qué tipo de final para sus desdichadas existencias. Al levantar la cabeza, sentí el escozor que se experimenta al estar frente ante algo gigante y paralizado en el tiempo: a mi derecha y en el ángulo superior derecho de la nave, las huellas de lo que fuera el cartel que con su tradicional logo de tres letras inclinadas que identificaba a la firma. Girando hacia la derecha se encontraban las oficinas administrativas ya restauradas por la gente de Monticas, pero con una huella muy particular en la puerta de entrada: aún conservaba el cartel indicador de la administración de la fábrica.



Triste montón de fierros que esperan un seguro final de desguace. No solo hay carrocerías fabricadas por D.I.C.: productos de diferentes firmas, la mayoría perteneciente a empresas integrantes del grupo Flecha Bus y Urquiza, se agruparon en un lamentable espectáculo de abandono. (Fotos: Darío Dolfi)

La sombra de las letras corpóreas del isologotipo quedaron grabadas en el revestimiento interior de la fábrica, a modo de triste recuerdo. (Foto: Darío Dolfi)

Luego de ese pequeño primer reconocimiento, nos dirigimos a la fábrica propiamente dicha.

Se abrieron los portones de entrada a la nave y allí estaban la mayoría de las cosas en el mismo lugar que quedaron inmóviles desde el ultimo día de actividad.

Lo primero que atiné es a sacar, parado al lado del portón, una foto lo mas panorámica posible que abarcara todo lo ancho y largo de la nave. Seguí caminando y, a unos 10 metros, me detuve frente a una estructura con toda la forma de un MegaDIC. Pregunté si eso había quedado inconcluso, a lo que me respondieron que no se trataba de una estructura para montar en un chasis, sino de la mismísima matriz del nonato GigaDIC (que nunca pasó del proyecto y un prototipo que no sabemos si se terminó) que ahí quedó, descansando, junto con la matriz del frente que estaba acostada mas adelante en un inmenso banco. Siguiendo la recorrida, me tope con dobladoras de caño, de chapa y, mirando hacia arriba, una inmensa grúa puente que atravesaba toda la nave de punta a punta.



La primera foto nos muestra la inmensa nave, a la cual cuesta imaginársela a pleno trabajo. En la otra vemos a la matriz del modelo trunco de D.I.C., llamado GigaDIC, cuyas formas principales se trasladaron al modelo Starbus de Metalsur. (Fotos: Darío Dolfi)

Dentro de la nave, yacían varias unidades del Grupo Urquiza en desuso, como este viejo Imeca II del Expreso Arito. (Foto: Darío Dolfi)

Continuamos el paseo y nos dirigimos a la nave contigua que se comunica internamente. En ella se practicaban los trabajos de pintura, y en la actualidad, están almacenadas todas las herramientas que se usaban a diario en el desarrollo de las tareas. Seguí caminando por la misma nave y en un costado, paradito, se encontraba el cartel que ornamentaba en altura la entrada a la nave principal: se trata de un sencillo panel con las tres letras en aluminio, lo cual me permitió manipularlo con facilidad y poder sacarme una foto junto a él.

El panel con letras de aluminio, recuerdo de mejores tiempos de la industria carrocera rosarina. (Foto: Darío Dolfi)

Tras acomodar nuevamente al cartel en su lugar, no quedaba mucho por ver en ese sector. Pero fue ahí donde los muchachos que me guiaban me aseguraron que todavía no había visto lo mas atractivo. Nos dirigimos al último sector que nos quedaba por ver, una nave larga y angosta con una fosa que abarcaba el largo de por lo menos 3 micros. Y... ¿Qué había allí, amigos? En primer lugar un chasis cero kilómetro, sin rodar, con una carrocería MegaDIC doble piso ya enchapada a medio terminar (las fotos son testigo fiel de mi relato). Más atrás, a unos 20 metros, otro chassis nuevo con una carrocería DIC piso elevado también enchapada y sin terminar.

El MegaDIC piso y medio ya enchapado, asombroso testimonio del pasado que no esperábamos conocer. (Foto: Darío Dolfi)

No menos asombroso que el ejemplar anterior, este MegaDIC de configuración normal es otro mudo testimonio de esta ilustre firma que es parte del ayer. (Foto: Darío Dolfi)

Los dos nonatos presentaban los volantes encintados para no ser manchados por la pintura. Aseguro que fue una sensación muy especial ver eso, ya que están ahí desde hace por lo menos 15 años. No tengo muy en claro cual fue la fecha de cierre de la fábrica, pero lo cierto es que los dos quedaron ahí prisioneros de algún tema judicial.

Así estaba presentado el volante, encintado como si esperara a los obreros al día siguiente, para que continúen con su trabajo. Pero bien sabemos que no será así. (Foto: Darío Dolfi)

La pregunta infaltable fue: ¿Estos chasis no tenían dueño?. Lo probable es que tal vez los pertenecieran a la propia D.I.C. porque, dado el dinamismo con el que fabricaban carrocerías, las terminales automotrices se los proveían para agilizar las ventas. La realidad es que no podía irme de ese lugar, no terminaba más de sacar fotos. Fue muy raro ver, a fines de 2010, dos MegaDIC cero kilómetro perdidos en medio de esa gran nave.

Si bien la empresa Monticas aún no estaba instalada a pleno en la vieja fábrica de D.I.C., ya se utilizaba para guardar unidades o, en este caso, para acondicionar a un grupo de ómnibus Materfer "Aguila" para un servicio interurbano entre Rosario y Funes. (Foto: Darío Dolfi)

La recorrida llegaba a su fin. Nos dirigimos nuevamente hacia la puerta porque ya no quedaba mucho más por ver. Seguramente, en mi próxima visita a Monticas, ya estarán mudados a este predio, donde seguramente desarrollarán sus tareas con mucha más comodidad y eficiencia.

Les agradecí enormemente que me hayan permitido testimoniar todo lo relatado (N. de la R.: nosotros también, amigos de Monticas... ¡Gracias!) y quedamos en vernos próximamente.

Realmente asombran tantos años de quietud en la vieja fábrica, que se haya conservado todo tan bien por al menos una década "y pico". Y nos satisface rescatar este histórico yacimiento que, como tantas cosas, ya es historia.

Darío Dolfi

Enero de 2011

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