Una auténtica artesanía santafesina

Es sabida la capacidad de improvisación de los viejos colectiveros en todo lo que a mecánica y arreglos de carrocería se refiere, en épocas de carestía o ante la imposibilidad de conseguir ciertos repuestos, autopartes o insumos. Hay testimonios en gran cantidad, que dan cuenta de la habilidad que los colectiveros tenían para sustituir repuestos inconseguibles por alambres, armar motores con menos piezas que los originales o reemplazar las inconseguibles cámaras de los neumáticos (en épocas de la Segunda Guerra Mundial) por pasto.

Con las carrocerías pasó lo mismo: se alargaron, se modernizaron, se sustituyeron partes, se frontalizaron chasis convencionales o incluso se recarrozaron viejos camiones cuando no se conseguían chasis nuevos. Con los viejos vehículos se hizo de todo, con tal de que continuaran en servicio un tiempito más, tal vez por necesidad o por las penurias de bolsillo.

Cada caso es diferente y cada uno ameritaría una nota completa, pues los resultados fueron, en general, vehículos únicos e irrepetibles. Fabricados (o modificados) casi siempre por sus propios dueños a veces en un galpón o en el fondo de su casa, resultan tan extraños como vistosos, dignos de conocerse.

Este es el caso de un rarísimo ejemplar que registramos en la ciudad de Santa Fe, reparado con partes de otros vehículos, de tal manera que el producto terminado quedó irreconocible. Más que reparación, su caso podría calificarse de resurrección, pues estaba previsto su desguace.

He aquí al vehículo en cuestión:

No le busquen forma de nada, pues no la encontrarán. No imaginen orígenes exóticos, porque tampoco corresponden. Obsérvenlo con atención y, en las próximas líneas, se develará el misterio de su procedencia. (Foto: Cosme Cantero - Gentileza Oscar Pecorari)

Ya sé, dijeron: ¿Qué es esto? Es comprensible, porque no se parece a nada. Su derrotero comenzó en 1959, momento en el cual el Estado Provincial devolvió los servicios urbanos de la capital santafesina que habían sido expropiados, junto a los coches, a fines de la década de 1940.

Tanto choferes como mecánicos fueron adjudicatarios de pisos y unidades. Los mecánicos se beneficiaron más que los conductores, porque ellos sabían cuales eran los vehículos en mejor estado y se los quedaron para ellos, junto a los mejores repuestos.

El colectivo en cuestión ya estaba desahuciado. Fue entregado a los operadores de la línea "G" (luego 10) en calidad de fuente de repuestos y no para restaurarlo y trabajar. Estaba montado sobre un chasis REO de fines de los '40, cuya carrocería original desconocemos. Era un despojo, pues carecía de motor, caja de velocidades y frente. Quedaba solo el chasis y el salón de la carrocería. Aparentemente no serviría para nada.

Pero Don Cosme Cantero decidió intentar resucitarlo, para poner un coche más a trabajar en la línea. En aquellos tiempos había trabajo y un colectivo más en servicio sería beneficioso. Pero no había repuestos originales para su reparación.

Le colocaron un motor que había pertenecido al coche 32 del Estado y, como no consiguieron una trompa original, le adaptaron una de Mercedes Benz L-312. Y gracias a una caja de velocidades Ford, rescatada en un desarmadero, volvió a estar en condiciones de marcha.

La carrocería fue otro gran problema, porque era imposible de reparar a su forma original, Además, la chapa estaba en tan mal estado que hizo falta una reparación a fondo.

Don Cantero reemplazó las chapas de ambos laterales por nuevas. Aprovechó la reparada a fondo para agregarle una puerta del lado izquierdo, porque de origen no tenía. Se realizó el hueco y el mismo Cantero fabricó una puerta en su taller, armando su estructura con... ¡caños de luz! y aprovechando unos pasamanos de aluminio originales de los M.A.N. MKN muy pequeños, que colocados parecen "fuera de escala" con el resto de la unidad.

Si bien esta toma no nos permite apreciar el detalle de la puerta de factura casera, se puede apreciar el pequeño pasamanos obtenido de una carrocería de M.A.N. MKN en desuso. Obsérvese la doble denominación de la línea en su cartelera: ya figura el 10 en la luminosa pero, a sus costados, aún aparece la letra G, su antecesora. (Foto: Cosme Cantero - Gentileza Oscar Pecorari)

Los pasamanos no fueron lo único que se obtuvo de los M.A.N.: el eje de mando, los asientos y las ventanillas corredizas que reemplazaron a las originales levadizas fueron obtenidos como repuestos y se los adaptó a esta carrocería.

Nótese que, en el caso de las ventanillas, se utilizó solo la parte corrediza. Las originales constaban de dos partes, una corrediza y otra rebatible, ubicada en la sección superior. Si las hubieran colocado completas, con ambas secciones, hubieran quedado desproporcionadas con el resto del coche. Tres por costado bastaron y, en el extremo inferior, quedó una pequeña ventanilla fija cuya forma acompañó la caída del techo.

Se colocó un velocímetro de Ford "A", por la sencilla razón de que encajaba justo en el hueco del tablero...

Entonces tenemos un colectivo con chasis REO, frente de Mercedes Benz, partes mecánicas de M.A.N. y Ford y la carrocería sazonada con partes de M.A.N. y otras de factura casera. Linda mescolanza...

Se lo numeró como interno 23 y comenzó a trabajar en 1961, con Cosme Cantero como único dueño, pese a que, cuando se repartieron las líneas estatales entre los trabajadores, se entregaba un coche cada tres agentes. ¿Habrá sido por miedo a que el coche estuviera más parado que andando debido a eventuales desperfectos, debido a su factura casera, o en reconocimiento al tesón de Don Cantero al armarlo poco más que de la nada? No lo sabemos y, además, aparentemente no dio mayores problemas a la hora de trabajar.

Circuló durante cinco años y fue reemplazado por un Mercedes-Benz L-312 de 1961, carrozado por Decaroli Hnos., un modelo tradicional de esta ciudad.

Pese a ser de origen rosarino, este modelo es todo un clásico en Santa Fe. Aquí vemos al sucesor de REO transformado a todo color, durante un paseo. Nótese la cartelera luminosa delantera, que fue modificada de manera no muy agradable: se debe a que la original tenía filtraciones dificultosas de reparar y "salieron del paso" con este curioso aditamento. (Foto: Cosme Cantero - Gentileza Oscar Pecorari)

Pero la trayectoria del REO no terminó aquí: quedó en la empresa y fue renumerado como interno 25, con el fin de oficiar de coche de reserva. Cumplió esa función hasta 1974, año en el cual fue radiado de servicio de manera definitiva.

Tras su radiación, se le retiró el motor y la caja, que fueron vendidos. Se presume que el coche fue desguazado, quizás dentro de la empresa o tras ser vendido a un desarmadero.

La culata del coche nos muestra el segundo número interno que tuvo en su carrera. La bajada en V en color blanco obedecía a una reglamentación provincial, que exigía que aunque sea una parte de la culata de las unidades ruteras estuviera pintada de ese color. Si bien la línea 10 no tenía trayecto en ruta, ese corte lo hacía reglamentario ante algún viaje de índole charter que pudiera surgir. (Foto: Cosme Cantero - Gentileza Oscar Pecorari)

Asombra encontrar a estos extraños ejemplares, a lo largo y a lo ancho del País. La mayoría surgió de la iniciativa de algún colectivero solitario (o a lo sumo un grupo de socios) resueltos a meterle mano a una vieja unidad, para prolongar su vida útil o, como en el caso del coche que presentamos aquí, para recuperar un ejemplar prácticamente desahuciado.

Y los resultados fueron en un ciento por ciento producto del ingenio de los fabricantes, adaptando partes de carrocerías o mecánicas diferentes a las originales del coche, con el fin de volverlo a la vida.

Queremos que esta nota sirva de homenaje a esos esforzados transportistas que, muchas veces con muy poco, lograron recuperar vehículos que, sin el toque de ingenio e improvisación necesario, hubieran sido condenados al desguace. Y el coche que aquí presentamos es una buena prueba de ello.

En su figura saludamos a quienes, alguna vez, observaron a un coche viejo y gastado con una herramienta en la mano mientras pensaban aún no llegó tu hora. Te queda mucho por hacer...

...y pusieron manos a la obra.

Alejandro Scartaccini

Junio / julio de 2012

De corazón agradecemos al Sr. Cosme Cantero (h) por brindarnos las imágenes y los datos necesarios para armar esta reseña y al Sr. Oscar Pecorari por la invalorable investigación realizada.


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