Paseando en Tranvía por Basilea

Después de tantos años de observar, investigar y registrar el tema de los transportes, de estar tan curtido en estos menesteres, uno puede aprovechar las ocasiones más poco propicias e inverosímiles para despuntar el vicio y dedicarse un rato a estos asuntos. Un viaje por cuestiones laborales, por ejemplo.

Aprovechando los tiempos muertos y algunas horas sandwich sin ninguna obligación de índole laboral, se pueden recolectar datos y las imágenes necesarias para armar una reseña de un lugar desconocido. Y eso pude hacer en la cuidad suiza de Basilea, en marzo de 2012. Con un poquito de abstracción de la vida cotidiana de un viaje por trabajo se puede averiguar bastante, dependiendo de lo canchero que uno esté. Parte de la información que puedo ofrecer en esta nota, sin ir más lejos, es el fruto de pequeños escapes a la rutina, de esos ratitos que uno puede fabricar a veces de la nada.

Y contaba con un plus que agudiza la percepción en este tipo de viajes: el hecho de ser el primero que realicé a Europa (y justo a Suiza, el país adalid del orden, totalmente contrapuesto a nuestra idiosincrasia). Al ser el primero, uno está atento a todo, observa el más mínimo detalle y trata de registrar hasta las costumbres más triviales, que desconoce por completo. Al estar con las antenas paradas, uno memoriza a fuego detalles incluso en las ocasiones menos propicias, en el medio de la vorágine de trabajo.

Cuando todo está por descubrirse uno se asombra a cada paso, inclusive con modus vivendi que allá son normales, situaciones cotidianas que sorprenden por nuestras propias costumbres, diametralmente opuestas a las que podemos encontrar en una ciudad suiza mediana o relativamente pequeña, como lo es Basilea.

Además decidí no informarme previamente, ni por Internet ni de ninguna otra manera, para que a la llegada todo me fuera completamente desconocido. Este detalle a la larga jugó en contra porque, si bien al llegar me sumergí en un mundo completamente extraño, si hubiera investigado previamente me hubiera enterado que en una estación tranviaria por la cual pasaba todos los días, ubicada cerca de la parada Dreispitz, hay montado un interesante museo dedicado a los tranvías y usualmente se juntan aficionados al tema, que aparentemente por allí abundan.

Lo peor del caso es que vi a la estación tranviaria varias veces al día y me había llamado la atención una construcción ubicada dentro del predio, que era justo el lugar donde está montado el Museo. De haberlo sabido... pero bueno, será algo para visitar el año entrante, si es que vuelvo a trabajar allá.

Para entender un poco el sistema de transportes, cuya operación me resultaba algo menos que increíble, primero hay que empaparse un poco en los usos y costumbres del lugar, en lo que a tránsito se refiere. Al ser la antípoda de lo que habitualmente vivimos en nuestra despelotada Buenos Aires, conviene conocer un poco el sistema, pero visto con los ojos de un recién llegado.

A la calle Buen Orden, por favor

-¡Qué quilombo! Es lo primero que uno exclama al salir de la Bahnhof SBB-SNCF (la estación que comparten los ferrocarriles suizos -SBB- y franceses -SNCF-) y toparse con la calle. Uno se encuentra con un enjambre de gente que se entrecruza desde y hacia la pequeña terminal tranviaria de distribución lindante con la estación ferroviaria, entremezclándose con taxis, ómnibus y los mismos tranvías que van y vienen. Pero, luego de la sorpresa inicial, uno cae en cuenta del detalle fundamental: todos van, vienen y se entrecruzan por su propio espacio, sin invadir el que no le corresponde.

Cada tipo de vehículo tiene su carril asignado y nadie se atrevería a tomar para sí el que no le es propio. Y esta modalidad se repite, obviamente, en toda la ciudad. Los automóviles marchan por el suyo y ni siquiera piensan en moverse al carril del tranvía cuando hay una congestión de tránsito. He visto algún osado que se atrevió a pisar la línea blanca demarcatoria pintada en el piso, pero no más de eso. Un toque de atención: los carriles están pintados en el piso. No hay implemento alguno sobre el nivel del pavimento que separe un carril del otro. Es inevitable recordar los carriles exclusivos del Metrobus por la avenida Juan B. Justo, que debieron segregarse mediante unos bloques dispuestos en desnivel para evitar a los eternos avivados que, de no existir ese obstáculo, los utilizarían para adelantarse.

La construcción que oficia de fondo es la Bahnhof SBB-SNCF, aunque el acceso principal se encuentra en el edificio que apenas se ve a la izquierda. Mientras el tranvía 8 va en busca de la estación de transferencia ubicada a la espalda, vemos a la gente cruzar tranquilamente entre los vehículos (es exasperante la tranquilidad del personaje que aparece a la extrema izquierda de la foto, pese a que está por cruzar la vía por la que discurrirá el tranvía segundos después: ¡Va lo más pancho!). Obsérvese la marca circular en el asfalto: es el retome para los ómnibus de la línea 50 que une la estación con el aeropuerto y para los taxis. Es increíble (para nuestra idiosincrasia porteña) cómo se respeta religiosamente ese carril (Foto: Alejandro Scartaccini)

Ahora estamos ubicados en la vereda de enfrente a la estación ferroviaria, que está ubicada a la derecha de la imagen, fuera de cuadro, y miramos hacia la estación de transferencia tranviaria. Este es el punto en el cual la línea 30 de ómnibus hace la espera. Obsérvese que, en el piso de hormigón, está demarcado el lugar exacto donde debe detenerse el coche y, en la vereda... ¡Una marca en donde se ubicará la puerta de ascenso y otra en la de descenso! En el asfalto, a la derecha del ómnibus, vemos el carril de retome para velos (bicicletas), mientras en el fondo la gente viene y va, en aparente desorden. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Hay costumbres que asombran a los porteños desprevenidos (no tanto a la gente del interior, porque en muchísimos puntos la costumbre que contaré se respeta) como el hecho del respeto absoluto a los cruces peatonales (las "cebras" marcadas en la calle). Basta con pararse en la vereda junto al cruce, para que todos los vehículos automáticamente se detengan. Para los no iniciados a mi estilo esto puede ser motivo de vergüenza: tras fotografiar un antiguo edificio en una esquina, y tomarme mi tiempo, caí en cuenta de una larga fila de autos detenidos que esperaban qué iba a hacer yo... ¡Porque me había parado a tomar la foto al pie del cruce peatonal! No me daba la cara para indicarle a los autos que continúen... me sentía un absoluto ignorante.

Ojo, es de suponer que se respetan las reglas a rajatabla porque las multas son fortísimas. Si el simple hecho de "colarse" en el tranvía importa una multa de 100 Francos Suizos (alrededor de $ 500), no quiero imaginarme cuanto debe costar una multa por violar la luz roja. Me arriesgué a colarme en el tranvía la primera vez por no tener el abono semanal que me esperaba en mi alojamiento ni las monedas para sacar un boleto, pero no me jugaría ni a pisar un carril prohibido. Por las dudas...

Un curioso Vaxi (apócope de Velotaxi) respeta su carril, como todo el mundo. Estos curiosos vehículos se ofrecen como vehículos de paseo, un equivalente a los Mateos porteños. Mientras duró la Feria de Relojería Baselworld, más de una firma relojera los ofrecía a sus clientes para un paseo por la ciudad. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Pero las multas no se limitan solo a las violaciones de las leyes de tránsito. Supongamos que hemos tenido un choque con nuestro coche y lo estamos reparando. Digamos que ese guardabarros que se deformó ya está enderezado y masillado, pero aún sin pintar: aunque lo necesitemos por una urgencia, no hay que sacar el coche ni soñando con el guardabarros en esas condiciones: automáticamente secuestrarán el auto y lo depositarán en un corralón. Está absolutamente prohibido circular con la masilla expuesta, porque está considerada como altamente contaminante.

Vaya donde uno vaya, por el hecho de ser un novato, se encontrará con detalles que inducirán a la sorpresa. Con tanto por descubrir y por tantas diferencias con lo que uno conoce, era de esperar que el sistema de transporte también sería llamativo, con mucho para investigar y contar. Y así fue...

(Casi) todo marcha sobre rieles

El gerente de la empresa en donde trabajo, con quien viajé, me comentaba en la oficina antes de partir, entre otras generalidades, -Allá nos vamos a mover en tranvía. Sacaremos un abono semanal y podremos ir a todos lados. Vas a ver qué buen sistema y que, cuando vuelvas, vas a querer tener uno en la esquina de tu casa para venir a trabajar o ir adonde quieras.

No hay nada más alejado de un aficionado o estudioso del transporte que el gerente de mi empresa, pero cómo la pegó...

El sistema no es muy grande (tampoco la ciudad de Basilea lo es) pero está muy bien distribuido, toca la mayoría de los puntos importantes de la ciudad y la red se extiende a barrios periféricos y a localidades cercanas, ubicadas fuera del ejido urbano. Los ómnibus complementan a los tranvías: van a puntos importantes como el Aeropuerto, las estaciones ferroviarias o a determinados puntos céntricos, pero su objetivo principal es atender a zonas periféricas adonde no han llegado los rieles tranviarios.

Tanto los ómnibus como los tranvías se dividen en dos grupos: los verdes, dedicados a servicios principalmente urbanos y cuya prestataria se denomina Basler Verkehrs Betriebe (su identificación abreviada, que se encuentra en los laterales de todos los coches, es BVB) y los amarillos, cuyas prestaciones atienden a numerosas localidades circundantes pegadas a Basilea y se identifican con la sigla BLT, apócope de su denominación real: Baselland Transport.

Verdes y Amarillos se entremezclan tranquilamente, en la zona céntrica de Bankverein. En primer plano, una dupla motor-remolque al servicio de la línea 15, fabricada por Schindler Waggon AG con instalación electromecánica Siemens o Brown Boveri... ¡A fines de la década de 1960! Si bien han sido sometidos a numerosas reformas desde su fabricación hasta ahora, su conservación es realmente sorprendente. (Foto: Alejandro Scartaccini)

El sistema tranviario es prestado por 12 líneas principales, distribuidas entre los consorcios BVB y BLT, aunque los verdes urbanos son mayoría. Se numeran 1, 2, 3, 6, 8, 14, 15, 16 y 21, con algunos servicios cortos de horas pico (las verdes) y 10, 11, 17 y la auxiliar E 11 (las amarillas). A éstas hay que sumarle a la línea 19, que es prestada por la Waldenburgerbahn, empresa privada que explota este servicio que discurre por un recorrido prácticamente ferroviario entre Waldenburg y Liestal, localidades situadas fuera del ejido urbano de Basilea.

Detalle llamativo: al ser la zona de Basilea de triple frontera, pues los límites territoriales con Francia y Alemania se encuentran a pocos kilómetros del centro (Francia al oeste y noroeste y Alemania al noreste) uno puede tomarse el tranvía y llegar casi hasta los puestos fronterizos. El tranvía 11, por ejemplo, que justamente era el que pasaba por la puerta de la casa en la que nos hospedamos, termina su recorrido en St. Louis-Grenze, a dos o tres cuadras del límite. No todos los días tenés la posibilidad de tomarte un tranvía desde la puerta de tu casa hasta una frontera, y nada menos que la francesa...

No pasa lo mismo con la frontera alemana, a la cual no llega ninguna línea a pasos de los puestos de traspaso. Tres se acercan (las líneas 6, 8 y 17) pero no se aproximan demasiado al límite.

Llama la atención su trocha, métrica, que tiene como consecuencia directa que los coches tranviarios sean de gálibo muy angosto, si los comparamos con los que siempre acostumbramos a ver por acá.

Esta inusual perspectiva, realizada a una tripla al servicio de la línea 11 a punto de llegar a la estación Peter Merian, nos ilustra claramente sobre el angosto gálibo de los tranvías. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Sorprende la insonorización de la cual uno disfruta tanto dentro como afuera de los tranvías... hasta que uno mira al piso y comprueba que los rieles están como empotrados en una especie de caucho bien duro, que contribuye a reducir la contaminación sonora.

Obsérvese, a ambos lados de cada riel, la guarda de material negro, más oscuro y homogéneo que el asfalto, al cual creemos responsable del bajo nivel de ruidos producido por los tranvías. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Para ascender a los tranvías, debemos hacerlo en las estaciones y paradas habilitadas. No son como nuestros viejos tranvías vernáculos, que se detenían en todas las esquinas.

Hay dos tipos de estaciones claramente diferenciadas: las suburbanas, a las cuales podríamos comparar con una estación ferroviaria en miniatura y otras, a las cuales podríamos denominar paradas simples, ubicadas dentro de la ciudad y que se hallan integradas al entorno o están dispuestas en la misma vereda, perfectamente señaladas.

Podemos encontrar a las paradas suburbanas en las afueras de la ciudad, donde la traza en algunos casos incluso corre segregada de la cinta asfáltica, junto a uno de sus costados. Están dispuestas en los laterales (no he visto ningún andén central importante, salvo los de combinación junto a la Bahnhof SBB - SNCF) y semejan una estación ferroviaria en miniatura: cada una cuenta con comodidades para sentarse mientras dure la espera, una tabla de horarios y un refugio de pequeñas dimensiones, debajo del cual está dispuesta la máquina emisora y validadora de boletos.

En alguna, excepcionalmente, hay cabina telefónica y un dispenser de diarios gratuitos, del cual quienes lo quieran toman un diario. Sólo uno. No he visto a nadie llevarse cinco o seis, son muy educados al respecto.

Vista parcial de la estación Spengler, ubicada en el vecindario suburbano de Münchenstein, punto de parada de las líneas 11 y E11. Vemos el refugio, bajo el cual está la validadora de boletos, las tablas de horarios y un asiento para quien desee usarlo. En el extremo derecho del andén de enfrente vemos una cabina telefónica. Obsérvese que el tendido está segregado de la calle principal, a la cual vemos a la izquierda, y cuenta con algunos elementos ferroviarios, como barreras y señales fonoluminosas, ubicadas en cada paso a nivel. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Las paradas simples o urbanas están dentro del casco urbano de Basilea propiamente dicho y se distinguen dos tipos principales: uno posee andenes separados de la vereda, ubicados en el centro de la calzada, mientras que el otro está integrado a la vereda o a veces es la vereda misma.

Ojo: cuando decimos andenes, en este caso se tratan de pequeñas elevaciones de la altura de una vereda normal. En el caso de las ubicadas en el centro de la calzada, son un simple remedo de los viejos refugios centrales de nuestras avenidas, obviamente más largos.

A diferencia de las suburbanas, no siempre tienen refugio y asientos para la espera. Varias los tienen, pero no son muchas, por lo menos por los recorridos en los que me moví.

Simple y espartano. Así puede calificarse al andén central de la estación Barfüsserplatz, que por su reducido tamaño no posee otra cosa que la expendedora de pasajes y las tablas horarias. Esta imagen nos ofrece una curiosidad: los laterales de algunos coches tranviarios están plotteados con avisos, tal como nuestros colectivos. Coloridos anuncios cortan tanto verde y tanto amarillo con rojo. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Aquí vemos una parada (en este caso llamada Rheingasse) integrada con la vereda, la cual se acerca a los rieles tranviarios para permitir el ascenso y el descenso de las unidades. Obsérvese cómo sobresale esta vereda si la comparamos con la de la cuadra siguiente, a la cual vemos mucho más adentro. Algunas hasta poseen refugios y asientos para los pasajeros, perfectamente integrados al entorno. No molestan para nada el tránsito de los eventuales peatones. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Pero hay un detalle que todas las paradas céntricas y buena parte de las suburbanas tienen, ya sean centrales o integradas a la vereda: un letrero luminoso inteligente, que indica el tiempo que resta para que los tranvías lleguen a ese punto.

Los hay de diferentes tamaños, de acuerdo a la importancia de la parada: las más céntricas y las que atienden mayor cantidad de líneas los tienen más grandes y de mayor capacidad, mientras que las más alejadas los tienen más pequeños, con espacio para tres o cuatro servicios.

Poseen tres columnas, de derecha a izquierda señalan el número de línea, el destino y los minutos que faltan para la llegada a esa parada. Son más que útiles y permiten, en horas de la noche, cuando los servicios son mucho más espaciados, saber lo que te espera: si una amansadora, breve o no, o si hay que recurrir a un taxi salvador.

Simple y de rápida lectura, estos carteles inteligentes se desparraman por toda la ciudad. Este es uno de los grandes, ubicados en una parada céntrica. A la derecha vemos la columna de los minutos de espera. En el primer servicio, que corresponde a la línea 14 a Pratteln, vemos un pequeño tranvía en lugar del número: quiere decir que el coche está por arribar, y nunca falla. A la izquierda vemos a un pasajero por demás curioso, a punto de ascender al tranvía con una... ¡Tuba! Suelen verse rarezas como ésta a cada rato, que allá no llaman para nada la atención. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Pero hay una parada diferente de todas las otras que pude conocer. Es la llamada Messeplatz, enclavada en el medio de un gigantesco centro de exposiciones y congresos que está activo casi todo el año, en el cual se desarrollan diferentes eventos. Está dispuesta en T sobre dos calles, Riehenring y Rosentalstrasse y tiene una particularidad: está techada.

Sobre parte del techo, que da sobre la calle Rosentalstrasse, que justo pasa entre dos de los principales pabellones de la feria, se encuentra actualmente en construcción un edificio que comunicará ambos pabellones sin necesidad de cruzar la calle por abajo, por lo cual la parada quedará oculta bajo él.

En pleno mediodía, el entorno de la parada Messeplatz luce cuasi nocturnal, por la estructura techada que tapa parte de las calles. Nos ubicamos sobre la calle Riehenring, viendo el brazo izquierdo de la T que forma esta parada. Estamos parados sobre el brazo derecho y las vías que vemos desprenderse y que van hacia la izquierda de la foto son las que toman Rosentalstrasse, donde se encuentran los andenes perpendiculares y que es el punto preferido de descenso para la gente que concurre al centro de exposiciones Messebasel. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Las unidades

Lo primero que llama la atención es su limpieza e impecable presentación, además de lo bien conservados que están, pese a que algunas de las unidades ya han pasado largamente las cuatro décadas en servicio.

Viajaba en un amarillo de la línea 11 y justo veo una placa del fabricante, enterita y perfectamente legible. Allí figuraba el año de su construcción: 1972. -¿Pueden creerlo?- Les digo a mis compañeros de viaje; -¡Este tranvía tiene 40 años!

-¡Nooooo! Me respondieron. -No puede ser. ¿Lo leíste ahí? Me consultaron. Leyeron la placa y quedaron tan asombrados como yo: el coche no tenía ni un vidrio mellado, ni un tapizado roto, ni una inscripción en su carrocería o asientos. Nada que lo afeara ni lo dañara e impecable por donde se lo mirase. Parecía imposible que hubieran transcurrido tantos años.

A veces me pregunto si habré tenido suerte y justo acerté en tomar tranvías en muy buen estado o si todos están conservados así. Aún me cuesta creer que pueda existir una presentación general tan impecable en un transporte público.

La flota en servicio es atractiva porque no es uniforme. Conviven coches de modelos recientes con otros más antiguos que crean, visualmente, un justo equilibrio entre lo clásico y lo reciente. Ver el cruce de un viejo Düwag de comienzos de los '70 con un moderno Combino es chocante, pero a la vez interesante: se pueden apreciar, en vivo, cuatro décadas de desarrollo estilístico de los tranvías europeos con sólo sentarse a tomar un café frente a la ventana, en un bar por cualquier lugar por el cual pasen varias líneas tranviarias. A tal efecto, no encontré mejor lugar que el nodo de intercambio frente a la estación SBB-SNCF.

Chocante. ¿No? Pero... ¿No tiene su atractivo? Es más que interesante observar, en vivo, las diferencias estilísticas de los tranvías europeos a través de los años, a medida que los diferentes modelos se cruzan por las calles frente a nuestros ojos. El coche última generación de la línea 10 hasta parece sonreír frente al venerable anciano de la línea 11 que acertó en detenerse a su lado. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Hay varias series diferentes, tanto en las flotas de la BVB como de la BLT. Conozcámoslas, comenzando por los coches verdes de la BVB:

Coches 457 a 476:

Son 20 unidades fabricadas por Schindler Wagon AG entre 1967 y 1968, con equipo electromecánico Siemens o Brown Boveri. Son los más antiguos del sistema y ya tendrían próxima fecha de vencimiento, ante la adquisición de un lote de nuevas unidades con llegada prevista entre 2013 y 2015.

Si bien lucen casi originales, fueron sometidos a grandes reparaciones y reformas entre 1986 y 1987 por primera vez y nuevamente en 1993. Aún todas se mantienen en servicio.

Entre que el sistema es de trocha angosta y los coches son finitos de por sí, el anguloso frente que presentan estas unidades las hacen parecer casi un juguete. Aquí vemos al coche 461 circulando por Güterstrasse al servicio de la línea 16. Las dos banderitas azules al costado del número indican que esa línea "te arrima" a la feria de relojería Baselworld, que recibe visitantes de todo el mundo. Esas banderitas, dispuestas en tranvías y ómnibus, son la manera inequívoca de distinguir los servicios que discurren cerca del centro de exposiciones. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 623 a 658:

Fueron 25 coches articulados, de los cuales quedan sólo 8 en servicio en su prestataria original, que prácticamente no se ven en la calle. Hay que tener suerte de cruzarse alguno.

Fueron fabricados por la firma Waggenfabrik Verdingen Düsseldorf, más conocida como Düwag, en 1972. Diez coches (números 625, 630, 631, 632, 634, 640, 648, 649, 654 y 657) fueron vendidos a la ciudad de Belgrado y allá continúan su carrera. Otros siete fueron transferidos a la BLT y repintados de amarillo: fueron los coches 623, 633, 635, 636, 641, 643 y 658, que en su nuevo destino fueron renumerados dentro de la centena del 100, pero manteniendo la decena y la unidad original (por ejemplo, el 633 fue renumerado como 133, el 635 como 135 y así sucesivamente).

Esta hermosa imagen nos muestra a dos Düwag acoplados circulando casi en solitario por una Basilea nevada y despoblada, bien característica de los meses más crudos del invierno, generalmente enero y febrero. (Foto: www.trambilder-basel.ch)

Vemos al coche 143 de la BLT, ex 643 de la BVB, detenido en la estación Spengler, situada en la localidad de Münchenstein, al servicio de la línea 11. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 477 a 502:

Son 25 unidades simples fabricadas por Schindler Waggon AG entre 1986 y 1987. Tienen un aspecto mucho más "reciente" que los anteriormente presentados.

No se las ve circulando solas. Siempre llevan remolques, uno o dos.

Mientras pasa por delante de la estación ferroviaria SBB-SNCF, el coche 487 nos muestra su diseño, mucho más actualizado que el de las series que le precedieron. No obstante, a nuestro juicio, presenta un aspecto un tanto "tosco", tal vez por su frente tan "cabezón". (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 659 a 686:

Estas unidades también salieron de la planta fabril de Schindler Waggon AG, unos pocos años después que las anteriores (entre 1990 y 1991, en este caso)

Su configuración original era la de unidad doble, pero entre 1997 y 1999 se le agregó un cuerpo central con piso bajo, con el fin de facilitar el acceso a personas con dificultades motrices o con sillas de ruedas. También es muy utilizado por las mamás con cochecitos de bebé.

Con estos coches sucede algo curioso: en horas no pico, cuando marchan a medio llenar, nadie que no lo necesite viaja en ese espacio. Queda vacío y solo es utilizado por quien realmente le hace falta. Si una persona sin impedimento físico alguno se instala en ese espacio, es mal mirado por el resto de la gente.

Y esto lo digo por experiencia propia, pues totalmente desprevenido se me ocurrió sentarme en ese cuerpo. La mirada de la gente alcanzó para indicarme que ése no era el lugar para viajar... Pero, en horas pico, la invasión de ese lugar por la gente común es tolerada.

Captado sobre el puente Wettsteinbrücke mientras cruzaba el río Rhin, el coche 661 nos muestra su cuerpo central de piso bajo, construido mucho después que los extremos. El plotteado publicitario le da un aspecto poco común y llamativo. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 301 a 328:

Son las unidades más modernas de la Flota Verde. Tras el paso de un coche que ofició de prototipo, que llegó en 1998, las definitivas se incorporaron entre 2001 y 2002. Son las más imponentes de todas, porque miden 42 metros de largo gracias a sus múltiples cuerpos.

No son otros que los bien conocidos Combino, en este caso fabricados por el consorcio Siemens-Düwag Schienenfahrzeuge Gmbh. Son comodísimos y silenciosos, realmente un lujo. Además de la grabación que indica la próxima estación del recorrido, estos coches cuentan con pantallas inteligentes que muestran varias estaciones subsiguientes, con las combinaciones que se pueden realizar en ellas.

Están aplicados a las líneas de mayor movimiento y, pese a sus 42 metros de largo, en las horas pico se los ve llenos (aunque no repletos)

Un verdadero gusano. No encontramos otro apelativo para estas unidades, las cuales pese a tener 10 años lucen como nuevas. Aquí la vemos en acción por Clarastrasse, a punto de llegar a la estación Messeplatz, cumpliendo el recorrido de la línea 6. Esta es una de las líneas que se acerca a la frontera con Alemania, (Foto: Alejandro Scartaccini)

Los acoplados (Coches 1416 a 1506)

Hay un solo modelo de coche acoplado, de líneas antiguas pero, no hace falta decirlo, excelentemente conservados. Son los más antiguos del sistema, porque fueron fabricados entre 1961 y 1972, en varias series diferentes.

Su chasis es Schindler Waggon AG, mientras las carrocerías fueron fabricadas por Flug- und Fahrzeugwerke Altenrheim S.G. En total se fabricaron 91 acoplados.

Hoy, sólo queda en actividad una parte del total de coches fabricados. Varios fueron radiados de servicio, un lote pasó a la BLT y se repintó de amarillo, mientras otro grupo marchó a Belgrado junto con las duplas Düwag.

Hay dos variantes que pueden verse en las calles: una mantiene la configuración original, mientras otra presenta una puerta adicional en el centro del coche, la cual habrá facilitado el acceso en horas pico.

Vista de un remolque con la configuración original con dos puertas de ascenso del lado derecho. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Este otro coche, plotteado con publicidad de Michael Kors, nos muestra la puerta agregada en su parte central. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Se sabe que en relativamente poco tiempo habrá movimientos en la flota de la BVB. Se han encargado a la firma Bombardier una cantidad (que desconocemos) de tranvías de su nuevo modelo Flexity. Está prevista su entrega progresiva entre 2013 y 2015, por lo cual es de sospechar que serán jubilados los tranvías más viejitos, luego de tantos años de trajín.

Pintemos la nota de amarillo, conociendo a la flota de la BLT. Es menos numerosa, aunque diversa. Veamos:

Coches 101 a 115:

También construidos por Schindler como unidades dobles, llegaron en dos tandas: los numerados entre el 101 y el 108, entre 1971 y 1972 y los comprendidos entre el 109 y el 115, entre 1975 y 1977.

Tienen un aire familiar a los ya mencionados Düwag, que en cantidad de siete fueron transferidos desde la BLT y ubicados numéricamente luego de los Schindler, pero con la numeración salteada, tal cual lo describimos más arriba.

El número de este coche, 112, nos indica que pertenece a la segunda serie llegada entre 1975 y 1977. Aquí lo vemos saliendo de la estación Peter Merian hacia afuera, al servicio de la línea 10. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 201 a 266:

Esta es la serie más numerosa de los tranvías amarillos, que fue entregada progresivamente entre 1978 y 1981. Es otro producto de Schindler, cuya configuración inicial era de dos cuerpos. Pero, a semejanza de lo realizado en los coches 659 al 686 de Los Verdes, a fines de la década de 1990 a muchas unidades (no a todas) se les agregó un tercer cuerpo central de piso bajo, con el fin de facilitar el acceso de personas con movilidad reducida.

Son la columna vertebral de los servicios de la BLT. Las 66 unidades se mantienen en actividad y, por ser tantas, son las que más se ven y las que más aburren: a cada rato se te cruza alguna, obviamente que dependiendo del lugar en que te encuentres y si hay líneas amarillas por la zona, o no.

Esta imagen nos permite apreciar en un 100% al diseño de esta serie de tranvías. Fue fotografiado en el momento de su ingreso a la estación Spengler. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Coches 151 a 154:

Construidas entre 2008 y 2009, estas unidades llevan un nombre muy caro a nuestros sentimientos: TANGO.

Son sólo cuatro, pero parecen más. Su modernísima estampa choca con la clásica de la mayoría de los tranvías, ya sean verdes o amarillos. Su andar es suavísimo, a tal extremo que, en ciertos recorridos, uno se da cuenta que avanza al mirar por las ventanillas. El único movimiento que interrumpe tanta quietud es la inercia, tanto al arrancar como al frenar.

No nos consta si la gente de BLT está satisfecha con su rendimiento, pero es llamativo que se hayan comprado sólo cuatro.

El color amarillo rabioso ayuda a que este vistoso vehículo resalte de entre todo el entorno. Aquí está al servicio de la línea 10 y lo vemos saliendo de la estación Peter Merian rumbo a la estación ferroviaria SBB-SNCF. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Los acoplados (Coches 1301 a 1305 y 1316 a 1322)

Son mucho menos numerosos que los de la BVB y una de las series, la numerada entre el 1316 y el 1322, tuvieron un pasado verde, pues fueron traspasados desde la BVB.

Los fabricantes son los mismos que realizaron los que circulan en los verdes. Dentro de las dos series, tenemos tres grupos: las unidades 1301, 1302 y 1303 fueron construidas en 1973, las 1304 y 1305 en... ¡¡1948!! (¡Tan viejo como los ómnibus Mack de la Corporación / T.B.A.!) y los restantes, del 1316 al 1322, datan de 1961. De más está decir que, pese a su edad, están perfectamente conservados.

Una de las maneras de darse cuenta de que este colorido acoplado pertenece a la BLT es por el color del marco de los escalones rebatibles, uno de los pocos elementos que no llegaron a plottearse (además del hecho de que está enganchado a un tranvía de color amarillo, obviamente...) Fotografiado en la céntrica zona de Marketplatz, se encuentra al servicio de la línea 17. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Estos son, a grandes rasgos y descriptos muy por arriba, los diferentes tipos de tranvías que nos podemos encontrar en Basilea. Pero, cuando creía haberlo visto todo o casi todo, me encontré con el siguiente anuncio:

(Foto: Alejandro Scartaccini)

Lamenté que el domingo, tanto a las 10.10 como a las 11.10, que según el cartel son los horarios de salida de este servicio histórico, desde la estación de transferencia SBB-SNCF, debía estar trabajando en la Feria de Relojería. -No se puede todo, pensé, pero al menos me llevaba digitalizado el cartel que atestigüaba su existencia. -Al menos puedo incluir la referencia en la nota. Con eso me conformaba.

Pero, a veces, la vida te da una segunda oportunidad:



(Fotos: Alejandro Scartaccini)

Justo el domingo llevé la cámara de fotos a la Feria. Tenía intención de aprovechar un par de horas libres a media mañana, para pasear un rato y hacer unas compras. Ya estaba próximo el momento de volver.

Y justo al salir de la feria, mientras atravesaba la parada Messeplatz, vino este simpatiquísimo tranvía al pie, que no es el mismo del anuncio. Eso me dio la pauta de que al menos tenían dos coches preservados... hasta que más tarde, mientras estaba completamente desprevenido y sin la cámara preparada, me crucé con tres tranvías antiguos en fila. La movida preservacionista es de cierta magnitud, pensé.

Pero, a la mañana del siguiente día martes, a horas de comenzar el viaje de vuelta a Buenos Aires, me crucé con esto:

(Fotos: Alejandro Scartaccini)

Es un tranvía de una serie ya radiada, con el cual armaron el Tram Lounge. ¿En qué consiste? Simple: es un tranvía que se alquila para fiestas. Si querés armar una reunión original te alquilás el Tram Lounge, equipado con todas las comodidades para tal fin, y te armás flor de partusa sobre ruedas y bajo el pantógrafo. No me digan que no es una idea original...

Una vez llegado a Buenos Aires, diferentes sitios web me hicieron caer en cuenta de que allá en Basilea la protección de los coches antiguos es mucho más grande de lo que me imaginaba. Incluso hay una asociación de amigos del tranvía semejante a nuestra AAT local, que ayuda a la preservación de las unidades y realiza actividades, consensuadas con la gente del Museo.

Tiempo atrás, sufrieron un incendio en uno de los galpones en los que se depositan las unidades de época. Una se dañó parcialmente y dos quedaron completamente destruidas. Ojalá puedan, con tiempo, volverlas a la vida.

¡Ah! Y también hay ómnibus...

Apostillas sobre neumáticos

Ambas empresas, la BVB verde y la BLT amarilla, explotan servicios de ómnibus que complementan a los tranviarios y llevan el transporte a muchas barriadas y localidades circundantes a las cuales no han llegado los rieles tranviarios.

Están relegados a un papel secundario y lo cumplen a la perfección. Algunas de sus paradas poseen los mismos carteles inteligentes que los tranvías y los ómnibus resultaron ser tan puntuales como sus primos mayores.

Esta parada oficia de cabecera de la línea 38. Está ubicada cerca del Schifflände (puerto. Bué, en realidad de "puerto" tiene más el nombre que otra cosa...) y, como se ve, posee el mismo cartel indicador que los tranvías. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Las flotas de ambas empresas son bastante heterogéneas, compuestas por lo general de series cortas de ómnibus de marcas variadas. En la BVB podemos encontraron con varios modelos de Mercedes-Benz, M.A.N. y hasta unos pocos Volkswagen. En la BLT también encontramos Mercedes-Benz, pero acompañados por un pequeño grupo de Volvo y algunos Van Hool.

Hay unidades tanto simples como articuladas, evidentemente distribuidas entre las líneas de acuerdo a la demanda. Otro grupo de coches, funciona con "Biogas", que no es otra cosa que nuestro conocido gas natural comprimido.

Sobre uno de los puentes del río Rhin nos cruzamos con este vetusto Mercedes Benz O-405 articulado de la BVB, curiosamente decorado por niños sobre fondo blanco. (Foto: Alejandro Scartaccini)

M.A.N. NL 313 integrante de una corta serie de tres coches numerada del 821 al 823, acercándose a su cabecera de Schifflände, el puerto que, hoy, no es tal. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Dos potencias se saludan: un Mercedes-Benz O-530 Citaro al servicio de la línea 34 se cruza con un enorme tranvía Combino de la línea 6, que está a punto de detenerse en la estación Claraplatz. (Foto: Alejandro Scartaccini)

El amarillo chillón combinado con rojo de la BLT es una combinación más atractiva que el verde monocromático de la BVB para este Mercedes Benz O-530 Citaro. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Este Citaro de bolsillo es uno de los coches propulsado a Gas Natural Comprimido. Lo vemos en la cabecera céntrica de la línea 33, también próxima al Schifflände. (Foto: Alejandro Scartaccini)

Rueditas sueltas...

En la medida que podía, por las obligaciones laborales, registraba todas las curiosidades que me cruzaba. Algunas quedaron afuera del desarrollo de la nota, pues las imágenes no refieren a ninguno de los temas que más arriba tratamos. Pero no dejan de ser interesantes, pues todas guardan una pequeña historia para contar o algo interesante para ver.

Este pequeño apéndice es sólo para mostrarlas. Apena dejarlas afuera porque, a veces, las anécdotas y curiosidades son más sabrosas que la historia en sí.

(Foto: Alejandro Scartaccini)

La exposición de relojería Baselworld es una de las más importantes del mundo y es realmente enorme. Y tanto es así que, para la comodidad de los asistentes que deseen llegar hasta el pabellón número 6 (donde se agrupa la mayor parte de los expositores llegados desde China y Hong Kong) desde el número 1, que aloja a las marcas más importantes, la organización ofrece un servicio de minibuses gratuito.

Las unidades llegan y salen constantemente, para comodidad de los visitantes. Imagínense lo incómodo que será recorrer la distancia a pata, para que la propia organización te ofrezca hacerlo en minibús...

Aquí los vemos esperando pasajeros al costado del pabellón número 1.

(Foto: Alejandro Scartaccini)

Vemos una auténtica reparación al paso. Esta cuadrilla realizaba una soldadura en la vía, en plena hora pico. Tranquilamente, realizaban su trabajo entre tranvía y tranvía.

La foto los muestra en plena tarea. Cuando se aproximaba un tranvía, se corrían. Tras su paso, volvían al trabajo. Al llegar el siguiente, de vuelta repetían la operatoria y así sucesivamente, hasta que finalizaron la soldadura.

(Foto: Alejandro Scartaccini)

Estamos en la estación Münchenteinerstrasse, que cuenta con un desvío triple muy particular. Obsérvese, en la vía más cercana a la cámara, cómo se abren los diferentes desvíos, que van próximos y paralelos hasta que la vía desaparece del cuadro. Metros más tarde, los rieles se abrirán hacia diferentes puntos.

Pero no deja de ser curiosa la resolución del desvío (y encima triple) y su asombroso paralelismo que discurre por unos 30 metros, para luego separarse.

(Foto: Alejandro Scartaccini)

En cada cambio de la red tranviaria encontramos estos pequeños semáforos, que indican a los motormen la orientación de las agujas. Los hay de dos figuras y en unos pocos casos con tres, como en el correspondiente al desvío triple de la foto anterior.

(Foto: Alejandro Scartaccini)

Curioso contraste: al frente, este viejo ómnibus (¿Van Hool?) cuya utilidad desconocemos, estuvo estacionado en una callejuela contigua a la enorme playa de maniobras de la estación Basel SBB-SNCF durante varios días. Luego desapareció sin dejar rastros.

Mientras, en el fondo, descansa uno de los modernos TGV franceses, esperando el momento de su partida. Es un más que extraño cruce de dos sistemas y dos épocas más que diferentes.

Y habría mucho más para mostrar, pero esta nota sería interminable.

Fue realmente una experiencia interesante y hasta esclarecedora. Fue conocer otra cultura, otro modo de vida, otra realidad, otro mundo. Fueron ocho días de internarse en las entrañas de una sociedad completamente diferente de la nuestra, cuyo sentido del orden y el respeto es asombroso.

Si bien no cambiaría a mi país por nada del mundo, ante determinadas circunstancias me viene Basilea a la mente y hay cosas que, reconozco, se extrañan. Como cuando todas las mañanas me trepo como puedo (si puedo y no quedo en el andén) dentro de una formación del Subte "B" en la estación Medrano para ir a trabajar. En ocasiones, cuando el viaje es insoportable, no puedo evitar recordar a los tranvías. Mi jefe tenía razón: quisiera tener uno en la puerta de casa, para ir a trabajar o adonde quiera.

Recuerdo su comodidad, la suavidad de su andar, la tranquilidad del viaje, la limpieza, la inmejorable presentación de los coches y a la voz femenina suave, cálida pero a la vez con fuerte y cortante acento alemán, de la grabación que indicaba la estación a la que el tranvía estaba por arribar. La voz, tan atractiva como firme, susurraba: Dreispitz... Ruchfeld... Schaulager... Spengler... esa era mi parada. Allí bajaba para ir a la linda casa que alquilamos, a metros de esa sencilla estación llamada Spengler, en Münchenstein. Pero es frecuente sobresaltarse al volver a la realidad:

Ehhh... -¿Ya llegamos a Uruguay? -¡Es mi estación! -¡Permiso! -¡Dejen bajar! -¡Hagan lugar, por favorrrrr!

En fin, soñar no cuesta nada y recordar buenos momentos tampoco, pero volver a la rutina cotidiana es duro. Muy duro...

Y es inevitable que la realidad te pase la factura: me pasé de estación. -¿Baja en Carlos Pellegrini...?

Alejandro Scartaccini

Mayo - Junio de 2012

Fuentes consultadas:

www.tram-basel.ch. Más que completo portal con toda la historia de los tranvías de Basilea, línea por línea, empresa por empresa y modelo por modelo. Su puntillosidad es asombrosa.

www.trambilder-basel.ch. Sitio web lleno de imágenes del sistema tranviario y de los coches históricos.

www.tramclub-basel.ch. El sitio de los "amigos del tranvía" locales.

Fahrplan (Cartillas horarias) líneas 1, 2, 6 y 8, vigentes del 11 de diciembre de 2011 al 8 de diciembre de 2012. Editadas por Basler Verkehr Betriebe.

Stadtplan (mapa de la ciudad), editado por Basel Tourismus (www.basel.com)

Holz oder stoff? Folleto, editado por Basler Verkehr Betriebe.

Datos conseguidos mediante investigaciones propias.

BusARG.com.ar - Primer Museo Virtual del Transporte Argentino ] Buenos Aires, Argentina
http://www.busARG.com.ar [ info@busarg.com.ar