¡Animales Mutantes en el Sur del Conurbano!

(Cuando una chancha se transforma en camello)

El título, más que a una nota referente a la Historia del Transporte, parece titular a una de esas películas de bajo presupuesto calificadas como Clase Zeta. En fin...

...pero tal vez sea el título más apropiado para esta nota, porque los animales mutan de esta manera sólo en ese tipo de películas... o en la zona de Florencio Varela, unos kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires.

Todo comenzó hacia la segunda mitad (o finales) de la década de 1960, cuando un empresario particular dedicado al transporte escolar y a servicios de excursiones adquirió un ómnibus Mercedes Benz O-321 H de origen brasileño, procedente de la empresa rosarina C.O.T.A.L., con pocos años de uso sobre su chasis. Cabe destacar que este tipo de ómnibus es conocido, en la jerga transportista, como Chancha.

Así lucía la Chancha a poco de llegar a su nuevo hogar. Aún conservaba la librea de fábrica, que combinaba el gris plateado con el azul, y hasta el número interno original de la C.O.T.A.L., el 6, que puede visualizarse en el extremo derecho del frente. (Foto: Colección Martín Sívori).

Esta vista trasera nos muestra una curiosidad: una adaptación muy sui generis de la librea original realizada en la franja que discurría sobre los vanos de la luneta trasera. Obsérvese la elevación en escalera de esta franja, pergeñada para poder alojar un círculo en el cual solía pintarse el número de línea, detalle muy a lo colectivo y poco visto en los ómnibus en general. (Foto: Colección Martín Sívori).

Durante algunos años se la conservó con su configuración original, a excepción del cierre de su puerta trasera, con lo cual se ganaba una fila de asientos. Posteriormente se la repintó y, años después, su dueño decidió reformarla, con el fin de asemejar a la vieja Chancha a un micro de aspecto más actualizado. Y recurrió a un pequeño taller de la zona, cuyo nombre no nos ha llegado. El autor de la mutación, por lo tanto y por el momento, es anónimo.

Tras la renovación, hecha prácticamente desde cero, el coche quedó manifiestamente más moderno, pero ciertamente extraño. Se adaptó un frente de Mercedes Benz O-140 y se utilizaron ventanillas de un viejo micro carrozado en Rosario por la firma Decaroli Hnos. Su forma es inequívoca y la combinación de esas ventanillas de fines de los '50 o comienzos de los '60 con el frente del O-140 quedó rara aunque bastante bien lograda, pese a la diferencia de época en ambos elementos.

Se ubicaron portaequipajes inferiores, algo que el vehículo urbano no poseía, y se fabricó un techo en desnivel, diseño que era conocido, en la época, como Camello.

Vista frontal del mutante en cuestión, donde se aprecia el frente de Mercedes Benz O-140, las ventanillas obtenidas de una vieja carrocería Decaroli Hnos. y el desnivel (camello) en su techo. (Foto: Colección Martín Sívori).

Si bien el conjunto de frente y laterales era algo armónico y no llegaba al extremo de calificar para la categoría de engendro, cierto afán por reciclar (seguramente con el fin de ahorrar unos pesitos) hizo que se adaptaran en la culata algunos elementos de la desarmada carrocería de la Chancha caída en desgracia, que precisamente no contribuyeron a darle armonía a la combinación culata más laterales. En este caso, el resultado no fue demasiado agraciado que digamos.

Como se puede apreciar comparando las fotografías, la tapa del motor es la misma que llegó desde el Brasil y las cuatro luces de stop originales fueron dispuestas en las parrillas de ventilación de la tapa del motor, pero el detalle más llamativo radicaba en las lunetas, que no eran otra cosa que los parabrisas de la vieja Chancha...

Aquí vemos al coche desde la culata. Son claramente distinguibles la tapa del motor, las luces de stop y, sobre todo, los parabrisas de la chancha adaptados como se pudo a su nueva función de luneta trasera. (Foto: Colección Martín Sívori).

Si la culata no pareciera tan mal pegada respecto del resto de la unidad, tal vez la reforma hubiera pasado más desapercibida. Juzgamos que fue en este punto donde el improvisado carrocero de micros patinó y no se detuvo unas horas a diseñar una parte trasera más armónica y agradable a la vista que la perpetrada en esa vieja Chancha devenida en Camello.

Este ejemplo no está solo en el desierto. Cientos de unidades fueron sometidas a reformas con mayor o menor suerte. Si bien en algunas los resultados fueron buenos, otras quedaron tan deformes que se merecerían un lugar en la galería Engendros, donde mostramos algunas de estas reformas a las que la suerte no las acompañó. Ni mucho menos el sentido estético.

Creemos que este coche está en el medio de los dos extremos. La reforma no fue brillante, pero tampoco mala. Fue una más del montón, en la cual no debió dar vergüenza sentarse al volante.

En lo que sí creemos que fue única es en su calificativo de animal mutante. Y también creemos que es la única a la que le cabe un título de película Clase Zeta...

Alejandro Scartaccini

Mayo de 2010

Agradezco especialmente a mi amigo Martín Sívori, que me acercó esta curiosa historia y las fotos que nos permiten ilustrarla.

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