Esta
historia comienza hace un siglo y medio, con aquellas mensajerías que fueron
haciendo camino aún antes de la llegada del riel. Llevaron el progreso a
través de la pampa cumpliendo en muchos casos funciones muy importantes
más allá del traslado de viajeros: correo, servicio de encomiendas o simplemente
marcando presencia en la consolidación de un país vasto e inhóspito. Por
lo tanto, el nombre pintado en estas galeras debía representar valores,
confianza y buen servicio. Así tenemos, por ejemplo, “La
Constancia”, “La Infalible”, “La Vencedora”, “La Cumplidora”, “La Prestigiosa”...
El origen o destino de las diligencias se reflejaba,
adornado, en algunos nombres: “La
Bella Ensenadera”, “La Venus Lobera”, “La Aurora Lujanera”.
Muchos de esos títulos hoy nos parecen exagerados (“Voladora”, “Icaro”), ridículos (“La Envidia”, “Júpiter Furioso”), redundantes
(“El Relámpago Apurado”) o inocentes
(“La Humildad”, “Sueño de la Mañana”),
pero reflejaban un modo de vida y un sentir distintos a los actuales.
Así como actualmente las empresas suelen anteponer al
nombre la categoría de “Expreso” o “Micro Omnibus”, en aquellos tiempos
eran también conocidas como “Correos” (por su condición de tal) o “Carreras”,
ya que realizaban la “carrera” a determinado lugar (“Carrera
del Carmen de Las Flores” o “Carrera de Diligencia y Mensajería de Dolores
a Rauch”). Encontramos varios nombres repetidos: había por lo menos
cuatro “Iniciadores”, unas diez
“Protegidas” y otras tantas “Comercio” o “del Comercio”.
Aquellos pioneros, en ocasiones rudos mayorales de escasa
o nula instrucción, legaron palabras singularmente reñidas con la ortografía:
Mensagería, con “g”, era herencia
del antiguo castellano, pero en los casos de la “Invensible Porteña” y la “Ynvariable
Porteña” no podemos decir lo mismo. Paradójicamente, el propio empresario
o conductor, verdadero motor de los sufridos carromatos, muchas veces se
transformaba él mismo en el nombre, como en el caso de “La Central”, de
Dolores, conocida por todos como “Galera
de Dávila”.
FIGURA 1. Sellos de diversas mensajerías. Publicados en Travesías de antaño, por Caminos Reales, Postas y Mensajerías (Carlos A. Moncaut, 1993). |
FIGURA 2. Tilling Stevens de la “General Omnibus Compañía”, coche 4, chocado en Arenales y Anchorena. (Fioto La Argentina, 29/1/1926). |
Al contrario de los ómnibus, las primeras líneas de
colectivos de Buenos Aires no tenían nombre propio. Por los años ’40 sólo
la 60 ostentaba en sus coches el tradicional “Micro
Omnibus Norte”. Sin embargo, los propietarios de la primera línea, que
circuló desde 1928, se agruparon bajo el nombre de Cooperativa de Automóviles Taxímetros “Iniciativa Número 1”, hecho
poco conocido. Asimismo, hubo líneas que, al carecer de número, se identificaban
por su destino (“Puerto Nuevo”, “Tiro Federal”) o por algún aditamento
que resaltaba (“Trébol”, antecesora de la 55, que tenía un trébol
de cuatro hojas en el lugar del número).
Transitando el pasado cercano encontramos el origen
del nombre de una tradicional empresa desaparecida hace poco tiempo. Corría
1942. Amparados por el gobierno, los capitales británicos en el Río de la
Plata habían obtenido una victoria pese a tambalear bajo las bombas alemanas
al otro lado del mar. La creación de la Corporación de Transportes beneficiaba
ampliamente a las compañías tranviarias y despojaba de sus vehículos a los
colectiveros de Buenos Aires, agrupados en sociedades de componentes sin
suficiente poder para enfrentarlas. Un grupo de choferes que había perdido
sus coches pudo obtener dos concesiones provinciales y se constituyó en
sociedad anónima, denominándola Compañía
Colectiva Costera Criolla. Era “Colectiva”,
aunque anónima, en homenaje y recuerdo del servicio perdido, “Costera” porque bordeaba la costa entre
Buenos Aires y Miramar y “Criolla”
en reacción a la expropiación sufrida en favor de los europeos. Según contaron
aquellos pioneros a la revista Transporte, las cuatro “C” fueron pintadas
en un trébol de cuatro hojas como un símbolo promisorio.
FIGURA 3. Frente del horario de la Costera Criolla que resalta su origen argentino. |
La exaltación de la argentinidad y el nacionalismo está
ampliamente difundida desde la época de las diligencias. Con el advenimiento
del automotor, se pasó de las mensajerías “Nacionales” a empresas
de ómnibus que se llamaban así. La palabra “Nacional” fue prohibida
hacia 1935 para identificar nombres de compañías privadas, de modo que pudiera
diferenciárselas de las estatales.
Hemos encontrado las palabras “Argentina” y “Argentino”
con sus correspondientes plurales en 69 empresas de todas las épocas, de
las cuales 16 son diligencias. A estas sumamos las que agregaban su condición
nativa al nombre: “Empresa Argentina de Omnibus Quilmes”, “Empresa Argentina
Micro El Ñandú”, “El Sol Argentino” y “Empresa Argentina de Colectivos
La Flecha”, entre otras.
FIGURA 4. La imagen reemplaza al nombre en el flanco de este coche de “El Sol Argentino”. (Colección Sergio Ruiz Díaz) |
Le
siguen Belgrano con 25 exponentes y Bartolomé Mitre con 13. Otras personalidades
que abundan: Güemes (9 empresas), Pueyrredón, Urquiza y Rivadavia (8), Moreno
y Avellaneda (7), Roca (6). En el ámbito castrense, hay 107 generales, 8
coroneles, 2 capitanes y 2 Tenientes Generales. Entre los suboficiales,
sólo sobresale el sargento Cabral.
“Independencia” y “La Independencia” tienen 9 exponentes,
mientras que “Libertad” y “La Libertad” tienen 14. El exaltado
deseo representado por “Unión y Fuerzas para la Paz y el Progreso”
no tuvo futuro, ya que su petición para circular, presentada en 1964, fue
rechazada. Tal vez fue mejor así: la línea solicitada empezaba en Constitución
y terminaba en Chacarita, buen comienzo pero mal destino para semejante
nombre.
Las
fechas tradicionales también están ampliamente representadas: 9 de Julio
(27 veces), 25 de Mayo (20, la mitad en la provincia de Buenos Aires), 12
de Octubre (14), 10 de Mayo (5). Otras fechas representan hechos
no tan difundidos en el ámbito general, como la llegada de los inmigrantes
galeses a las costas de Chubut, homenajeada por la “Línea 28 de Julio”
de Puerto Madryn. Las fechas de fundación han sido elegidas como denominación
empresaria por algunas líneas. No tenemos certeza, pero seguramente es el
caso de la línea 37 (“4 de Septiembre”). Es la única justificación
para utilizar esa fecha, nefasta para los trabajadores del transporte colectivo
porteño, ya que fue en ese día de 1942 cuando la Corporación de Transportes
inició la expropiación forzada de las líneas de colectivos. En la vereda
de enfrente, la línea 223 (hoy 133) retrató la devolución de los colectivos
a la explotación privada. “8 de Julio” de 1955. Un caso singular
representó la línea 156, fundada como 405 el 27 de septiembre de 1951, que
cesó servicios por propia decisión societaria otro 27 de septiembre, en
1979. La primera razón social de la empresa fue “Veinte y siete de Septiembre”.
La política también está presente. El Rápido de la Costa,
concesión 108 provincial que funcionó poco más de un año, era el nombre
de fantasía de la sociedad colectiva “Triunfo 6 de Septiembre”, en
obvia alusión al derrocamiento del presidente Hipólito Irigoyen.
En el marco de un plan de mejoramiento de los servicios
porteños, se autorizó en 1954 la circulación de la línea 401, cuyos propietarios
decidieron identificarse como “La Nueva Argentina”, en homenaje a
la política del gobierno justicialista. Un año antes, otra empresa había
dejado de lado los eufemismos: directamente se llamaba “Cooperativa General
Perón”. Los coches eran celestes y blancos y en lugar de número en el
letrero frontal llevaban una bandera argentina cruzada. Por razones obvias,
luego de 1955 ambas cambiaron de nombre. Mientras la primera se denominó
“Remolcador Guaraní” la segunda, que se identificó con el número 31, pasó
a ser la “Cooperativa Azul”. Ambas existen hoy con los números 91 y 41.
La guerra de Malvinas también dejó sus secuelas reivindicatorias
en nombres como “Malvinas Soberanas”, “Capitán Giachino” o el exacerbado
“2 de Abril Juan Manuel de Rosas”.
Aquellas personas ajenas al mundo del transporte deben
abrigar cierta curiosidad sobre el significado de las siglas pintadas en
los vehículos que los movilizan cotidianamente. De conocerlas, muchas veces
la incógnita aumentaría. Por ejemplo, la línea 151 (MODO) se llama “Micro Omnibus
Doscientos Ocho”, debido a que, cuando se privatizó en 1961, pasó a
ser administrada por la línea 208 de microómnibus. Pese a que más tarde
ambas líneas se separaron MODO mantuvo su nombre, en tanto que la 208 se
llamaba “Doscientos Ocho Transporte Automotor” (DOTA)
y mantuvo esta razón social aunque en 1969 cambió su número por el 28.
La “Empresa Municipal
Mixta de Transportes de Rosario”, creada en 1932 para explotar los transportes
de esa ciudad, fue perdiendo letras de su sigla original consecuentemente
con la pérdida de su seriedad empresaria. Así pasó de EMMTR a EMTR (Empresa Municipal de Transportes de Rosario) en 1945, para finalizar
en ETR (Empresa de Transportes de
Rosario) promediando los ’60.
Veamos otras siglas interesantes. “SCOTA” identificaba a los vehículos de
las líneas 204 y 720, en el Norte del Gran Buenos Aires. En realidad SCOTA
sólo aludía al tipo de sociedad (Sociedad
Cooperativa Obrera de Transporte Automotor) siendo el nombre “La Reconquista Limitada de Tigre”. El
“Limitada” en el medio puede deberse a
que en un principio se llamara “La Reconquista Limitada” y, para
diferenciarse del “Expreso Transporte Reconquista S.R.L.”, empresa
vecina con terminal en San Isidro, le agregaron el “de Tigre” como
identificación geográfica.
La sigla de la empresa GOAL, antecesora de la popular
“Lujanera”, encriptaba un singular nombre: “Grandes Omnibus a Luján”.
La línea 691, de San Martín, alternaba en sus boletos
las siglas ANPSA y ANTSA, correspondientes a “Autolíneas Noroeste de Pasajeros S.A.”
y a “Autolíneas Noroeste de Transportes
S.A.”, nombres coexistentes por lo menos en los inicios.
Un caso regional se da en la provincia de Córdoba, donde
numerosas empresas se han identificado con siglas, muchas veces parecidas:
COLTA (Cía. Organizadora de Líneas
de Transporte Automotor), COTAGL (Coop. Obrera de Transp. Aut. Alta Gracia
Ltda.), COTIL (Corporación de Transportes Interprovincial Ltda.), COLTO,
COTAS, etc.
Hay siglas que encierran nombres de empresarios. ¿Se
tratará de una suerte de modestia o de un simple juego de letras? Así, Aristóbulo
López Alcoba, fundador de la actual línea 166, la llamó en sus inicios ALA.
Lo mismo hicieron Leonardo B. Halkett (LBH)
y los dueños de G.R.A.M. “El Chajá”
(Galante, Rapollini, Avalos y Moschini). La desaparecida línea 94 se llamó
en algún momento “Saile”, aunque
en este caso no se trataba de una sigla sino del nombre del principal componente,
Elías, escrito al revés.
Aparte de las siglas están las palabras compuestas.
El nombre de la empresa rionegrina “Ko-Ko”
nació a partir del apellido de los fundadores, Guillermo y Julio Kopprio.
Pasaron los años, cambiaron los hombres pero no hizo falta cambiar de identificación,
ya que la sociedad se formó con Kopprio y Kovaloff. Una política parecida
adoptaron dos empresarios de la provincia de Buenos Aires, permisionarios
de la línea 65 asentada en Chillar: José Failla y José Angle bautizaron
a su empresa mezcando los apellidos: “Failang”.
En una época, los nombres de los hijos de los dueños
de colectivos resaltaban el marco nacarado de los espejos, o estaban tallados
en el mismo vidrio. Esta modalidad pasó, como palabra compuesta, a la propia
empresa en algunos casos: En Turismo “Yanicintia”
se adivinan Yanina y Cintia, seguramente hijas del propietario. Un caso
similar es el transporte escolar “Aledami” fusión de Alejandra y
Damián. ¿Padres orgullosos? Bueno, después de todo, Karl Benz bautizó a
su auto con el nombre de su hija.
Algunas veces se unen cabeceras de línea con palabras
compuestas: “Car Cor” (Carlos
Paz - Córdoba) o “Cordimar” (Cordillera
- Mar, entre Mendoza y Chile). Las fusiones y uniones transitorias de empresas
dieron origen en la última década a palabras compuestas que representan
a más de una empresa. Expreso Caraza y Teniente General Roca
dieron origen a “Rocaraza”, mientras que Nuevos Rumbos y DOTA
formaron “NUDO”. En ambos casos los colores de las empresas también
se mezclaron en los vehículos.
Desde hace unos veinte años muchas empresas optaron
por resumir su nombre, antes pintado en la característica gótica, por siglas
en grandes mayúsculas o en pequeños logotipos, uniformando nombres que a
veces nada tiene que ver entre sí (ERSA
identifica tanto al Expreso Ranelagh
S.A. como a la correntina Empresa
Romero S.A.). A lo largo del país esta situación se produjo varias veces
(CITA es, en distintos lugares, “Cía.
Interdepartamental de Transporte Automotor” y “Cía. Internacional de Transportes Automóviles”. Si no son iguales,
son parecidas, como en algunas sociedades anónimas de microómnibus: MONSA (“Norte”), MOQSA (“Quilmes”), MORSA (“Rivadavia”
de Bahía Blanca), MOSSA (“del Salado”
de Junín), MOTSA (“Tigre”). En
otros casos han transformado números en letras: ENJ y CA identificaron al Expreso “9
de Julio” (línea 247) y a la empresa “Cinco
de Agosto” (524 de Lanús) respectivamente.
Una perlita para concluir este capítulo: En por lo menos
un coche de la línea 183 (Empresa
de Transp. “Jorge Newbery”) se leía ETJÑ.
Se trataba de un “Ñúbery” totalmente acriollado.
El criterio tomado por las mensajerías al representar
en el nombre rapidez, seguridad y confianza fue masivamente utilizado por
los empresarios de todas las épocas. Múltiples símbolos aluden a la velocidad:
“Aerobús”, “Plus Ultra”, “Jet Bus”, “El Avión” y hasta “El Zeppelín”
remiten a vehículos más rápidos que un ómnibus. Se echa mano a los meteoros
(“El Cometa”, “El Relámpago”, “El Rayo”),
a los vientos (“El Pampero”, “El Zonda”)
o a los animales (conocemos 14 “Aguilas”,
10 “Halcones”, 9 “Ñandúes”, 5 “Galgos”, etc.)
mezclando incluso rapidez y eficiencia en un nombre (“Ñandú Puntual”).
Más allá de los “rápidos”, la noción de velocidad está
dada simbólicamente por numerosas “flechas” (conocemos más de veinte): “Flecha
Azul”, “La Flecha de Mancopa”, “Flecha Bus”... Existieron unas seis
“Flecha de Oro”. Hubo
inclusive una flecha masculina: “El Flecha del Sur”.
A la hora de proponer nombres no se escatiman variantes:
Autobús “Titania” y “La Imperial” daban sensación de poderío
en los años ’30. Asimismo “El Campeón”,
“El Olímpico”, “El Vencedor” o “El
Triunfo” se mimetizaban con la victoria deportiva. La lista es interminable
y para no aburrir citaremos algunos más: “El
Directo”, “El Mensajero”, “El Poblador”, “La Confianza”, “La Cordial”, “La
Buena”, “La Moderna”, “La Poderosa”, “La Positiva”, “Futuro”, “La Favorita”,
“El Práctico”, “El Progreso”, “La Ideal”...
Más allá de los nombrados como símbolo de velocidad,
muchos animales están representados en los nombres de las empresas, sobre
todo en el interior del país. Conocemos más de cien, desde insectos (“El Tábano”, “El Grillo”) hasta fabulosos (“El
Dragón”, de Villa Carlos Paz y “El
Fénix”, concesión de 1942 no utilizada). En este rubro también figuran
los personajes mitológicos mitad humano mitad animal: (“Sirena del Paraná”
y “El Centauro”).
Abundan las aves (“La
Golondrina” –hay por lo menos tres-, “El
Tucán”, “El Gallito”, “El Chingolo”, “El Flamenco”, “La Paloma”, “El Pingüino”,
“El Canario”, etc.).
Un caso singular es el de los “Cóndores”:
Hemos identificado 18, a los que agregamos
“El Cóndor bis”, “El Cóndor Negro” y “El
Cóndor Pampeano”. Menos de la mitad de estas empresas estaban radicadas
en zonas del país donde hay cóndores. No obstante, algunas empresas llevan
nombres de animales de su región: “El
Tapir”, “El Dorado” y “El Pacú”
son de la zona mesopotámica y el litoral.
El reino vegetal también tiene sus dignos representantes
en una veintena de empresas: “Las Acacias”, “Expreso Amancay”, “El Caldén”,
“Los Girasoles”, entre otras. También “El Trébol”, aunque en
este caso creemos que el origen del nombre apunta a la buena suerte de la
empresa.
Dime cómo te llamas y te diré de dónde eres...
Es muy común encontrar empresas identificadas con su
lugar de origen. En los alrededores de Buenos Aires, las pioneras han extendido
la fórmula “La Primera de...” (...Benavídez, Ciudadela, Munro, Grand
Bourg, Malvinas Argentinas, Villa Suiza, Martínez, Haedo, Garín, San Isidro,
Punta Indio) a las que podemos agregar las más lejanas “Primera Automotora
Rosario”, “La Primera Cordobesa” y “La Primera Dorreguense”,
entre otras.
Existen
por lo menos 60 empresas directamente identificadas con una ciudad, cuyo
nombre empieza como “Ciudad de...”. En otros casos, la alusión es
indirecta: “Cuna de la Bandera Tour” (de Gálvez, cerca de Rosario),
“La Movediza” (Tandil), “El Colgante” y “Suave Declive”
(Necochea), “Tres Fronteras” (Puerto Iguazú). Algunos nombres regionales
incluyen grandes áreas de referencia (“El Cuyano”, “Alto Valle”)
mientras que otras saludan al pago chico (“Camarones”, “El Antofagasteño”).
Muchas firmas se identifican como ciudadanas de una provincia (“El Santiagueño”,
“La Neuquina”, “El Entrerriano”, “El Salteño”, “La Riojana”, “El Tucumano”
y “El Tucumanito”, etc.). En definitiva, imitando el periplo de León
Gieco, podemos unir el país de “La Ushuaiense” a “El Quiaqueño”.
La palabra “Litoral” está incluida en por lo
menos 9 empresas (10 si agregamos “La Litoraleña”), y entre “Costeras”
y otras “costas” sumamos más de 20. Cruzando el país, las montañas inspiraron
a más de un empresario: “Los Andes”, “Andinabus”, “El Andino”, “El Cordillerano”.
Por fin, Este y Oeste se fusionan en “Andesmar”.
Dentro de grandes aglomeraciones como Buenos Aires,
Córdoba y Rosario, los nombres se acotan a los barrios o a puntos neurálgicos
(“Barrancas de Belgrano”, “Empresa Liniers”, “Expreso Saladillo”).
Esto viene de lejos. Antes de ser numeradas, muchas líneas de tranvía se
identificaban con las calles que transitaban, como Cuyo o Callao. En muchas
compañías de ómnibus porteñas de los años ’20 (“Constitución - Botánica”,
“Belgrano - Vélez Sársfield”, “Flores - Plaza Italia”) el nombre ayudaba
al pasajero a conocer el recorrido.
Este sistema informativo también se utilizó entre ciudades.
A la “Empresa de Colectivos Pullman Buenos Aires - Mar del Plata”
se le agregó “El Cóndor”, ya que su nombre no era más que una descripción
de vehículos y trayecto. Podemos citar en este nicho a la “Asociación
Corporativa de Transportes Buenos Aires - Rosario”, al “Expreso Pilar
- Escobar”, antecedente de “La Isleña”, y al recientemente desaparecido
“Expreso Córdoba - Mar del Plata”. Con respecto a Córdoba, encontramos
una decena de empresas provinciales con cabecera en la capital mediterránea
cuyo nombre se completa con el punto de destino (“Córdoba - Río Tercero”,
“... Pampa de Achala”, “... San Francisco”, etc.).
Hermán Parini, pionero del transporte en la zona de
Madariaga y la costa, cuenta que cuando se alistaban para salir sus primeros
servicios desde Buenos Aires, los que pasaban frente a la agencia preguntaban
cuál era el destino. “Pinamar”, decía Parini, y la gente entendía “Miramar”,
que era más conocida. Para evitar confusiones, terminó contestando “al mar”.
Así se definió el nombre de la empresa “Almar”.
En las provincias de Santa Fe y Chaco, aunque no exclusivamente,
dominaban las “Centrales”: (Alcorta, Casilda, Gálvez, Las Rosas,
Villa Berthet, Sáenz Peña). Inclusive “Central El Rápido” era oriunda
de la zona.
FIGURA 19. Coche 6 de “Central Las Rosas”, “El Rey de la Selva”. (Colección Sergio Ruiz Díaz). |
Rosario contó con las empresas “Zona Norte” (líneas
71, 205 y 207), “Zona Sud” (6 y 200, luego 144, 145 y 146) y “Zona
Oeste” (209 ex “Central Oeste”). El Norte tiene varias representantes
con agregados: “El Norte Puntano”, “Norte Chaco”, “Turismo Norte Grande”,
“El Norte bis”. Acotamos que en el Noreste existen varias empresas “bis”,
que repiten nombres de empresas preexistentes (“La Nueva Estrella bis”,
“El Tigre bis”, “Empresa Línea 1 bis”).
“El Lucero”, “El Satélite”, “Cruz del Sur”, “Las Tres
Marías”, todas empresas cuyos fundadores confiaron en la guía
estelar para encarar su trabajo. Registramos 8 veces el nombre “La Estrella”,
que suman 23 con aditamentos (“Estrella del Sur”, “Estrella del Litoral”,
etc.).
Algunos
empresarios apuntaron más arriba. Santos y santas están ampliamente representados,
con San Cayetano a la cabeza (14 veces) seguido de cerca por San José (11),
San Cristóbal y San Jorge (10). En muchos casos el nombre remite a un lugar
más que al santo en sí. Hay unas 200 empresas identificadas con santos complementados
con nombres de ciudades.
Figuran
santos populares, como la Difunta Correa (Salta) o Ceferino Namuncurá (con
o sin “San”, en Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Santa Cruz). El espectro
religioso incluye numerosas vírgenes (“... de Lourdes”, “... del Rosario”,
“Nuestra Señora de la Candelaria”, “... del Huerto”). Podemos cerrar
el rubro con “El Angel”, “El Santo Viajes” y “El Milagro”.
FIGURA 20. Mercedes 1114 Costa Brava ’74 del Expreso “San Ceferino”, servicio desde Río Turbio hasta la frontera, donde combinaba con un ómnibus chileno a Puerto Natales. (Foto Osvaldo Abner 1987) |
El afecto está representado, muchas veces, por la tradición
transportista de un grupo familiar. Desde “El Abuelo” (Bolívar),
“El Tata” (Santiago del Estero) y “La Viejita” (Pergamino),
hasta “El Nene” (Valle Viejo - Catamarca), pasando por “Los Hermanitos”
y “Los Primos”, estas últimas de turismo.
FIGURA 21. Ford ’38 de “La Viejita”, coche 1. Hacia 1940 unía Pergamino con Gelly. (Colección Sergio Ruiz Díaz). |
Excluimos de este catálogo nombres como “La Niña”,
que se llamaba así por unir el pueblo homónimo con 9 de Julio, “La Beba”
-un caso similar entre Rojas y Ferré- y “La Angelita”, de Villa
Angela (Chaco), por ser denominaciones de carácter regional.
Los
nombres extranjeros siempre estuvieron presentes en las empresas de transporte.
En el siglo XIX, las compañías ferroviarias y tranviarias de capitales ingleses,
belgas o franceses se acriollaron enseguida. Así, “The Grand National
Tramways Co. Ltd.” pasó a ser la “Gran Nacional”, la “Great
Southern Railway Co. Ltd.” dejó paso al “Ferro Carril del Sud”,
etc.
Avanzado
el siglo XX, raramente encontramos la utilización de anglicismos. En 1935,
“American Express” no era una tarjeta de crédito sino una línea de
micros entre Mar del Plata y Balcarce. En Santa Cruz se fundó la Coop.
de Trabajo y Transp. de Pasajeros “Sportman” Ltda. Mucho después, por
los años ’80, un descontextualizado “Expreso Love” circulaba con
sus líneas urbanas por San Vicente y Almirante Brown. Pero con la globalización
de fin de siglo el inglés se adueñó de todos los rubros, hasta del transporte.
Esta variable fue adoptada en especial por empresas de turismo, viajes contratados
y charter. Empresas de larga distancia agregaron el “New Time” o
“New Style” a sus servicios “First Class”. Mientras que el
“Ómnibus” dejó paso al “Bus”, el “Expreso” mutó por “Express”
y lo que antes llamábamos “combi” ahora es “van”. El servicio
diferencial de la línea 57, que une Palermo con los barrios privados de
Pilar, reivindicó al viejo Expreso Pilar convertido a la nueva moda:
“Pilar Express”.
Una
larga lista de nombres importados fue creciendo en los últimos diez años:
“Best Seller Tours”, “California Van’s”, “Free Way”, “Good Times Business
& Fun”, “Master Bus”, “Saint Mary’s Tours”, “Pool Express”, “Path &
Way Charters”, “Sunrise”, “Sunday”...
También
se fusionan las culturas en nombres como “All Patagonia” o “Limay
Travel”.
Las cosas por su nombre... o por el que la gente les
dé.
Cualquiera de nosotros puede ejercitar este test. En
un punto del camino de cintura elegido al azar, preguntar por un ómnibus
que vaya a San Isidro o a La Plata. De diez entrevistados, cinco dirán “el
338” y por lo menos cuatro responderán “La Costera”. Ahora bien.
La famosa Costera no existe. Se llama “Transportes Automotores La Plata”
desde hace casi 40 años. Pero antes fue una línea de la “Costera Criolla”,
y en la tradición quedó ese nombre marcado a fuego.
Cuando Metrovías se hizo cargo de la línea 52, decidió
pintar en el frente de los coches la leyenda “La Lujanera”, adoptando
con buen criterio el mote que identifica a la empresa desde siempre, aunque
haya cambiado de nombre a través del tiempo. En cambio “La Lobera”,
el apelativo popular de “Línea Expreso Liniers”, fue cayendo en desuso.
En muchos casos la falta de nombre construyó el sobrenombre.
Así, desde 1925 y durante años, la antecesora de la actual empresa “Ciudad
de San Fernando” fue conocida como “El ómnibus verde”.
En
cierta forma, este capítulo habla de la pereza creativa. ¿Qué pensaríamos
hoy de una empresa que se llamara “Expreso Marcopolo Viaggio” o “Cía. de
Transportes OA101? Pues bien, a fines de los años ‘20 existía en Buenos
Aires la “Cía. Brockway Omnibus”; Brockway era la marca de sus unidades.
No
sabemos si por agrandar el ego o por falta de ideas, en todas las épocas
hubo empresarios que bautizaron su empresa con su propio nombre. Posiblemente,
de todas ellas la más famosa es “Chevallier”, fundada por Wilfred
León Chevallier Boutell. Otro Chevallier, Carlos, asociado con Carlos Romero,
crearon la empresa fueguina “Los Carlos”. Entre otras destacadas
podemos citar a “Bosio” de Catamarca, “Balut” de Salta, “Manuel
Benítez e Hijos”, de Carmen de Patagones,
“Alvarez Hermanos” de Buenos Aires y “Manuel Tienda León”.
En Misiones, la inmigración dejó una amplia lista de empresas identificadas
con apellidos polacos (hay unos quince Horianski, a los que se suman Kruse,
Kurtz, Kluge, Semkzuc y Zbikoski, cuyas líneas urbanas en Posadas se denominan
“Don Casimiro”). Muchas empresas de turismo, que generalmente se
iniciaron con un solo vehículo, pasaron de ser “el colectivo de fulano”
a “Excursiones Fulano” y abundan actualmente.
Poco esfuerzo revelan nombres como “El Expreso”
(antecedente de Micro-Mar), “Micro” (Santa Fe), “Cooperativa Obrera”
(Lanús) o las más nuevas “Minibús S.R.L.” (Paso de los Libres) y
“Minibuses Diferenciales” (Tucumán). Tampoco dice mucho el nombre
de TATA (“Transportes Automotores Terrestres Argentinos”). Los empresarios
de “Río Grande”, que hasta hace unos años
explotaban la línea 5 de Buenos Aires, eligieron el nombre sencillamente
porque la terminal estaba cerca de la calle homónima.
Completamos
este capítulo con los números de línea. Cuando se privatizaron los colectivos
porteños, en 1955, varias de las nuevas sociedades se identificaron con
el número de la línea otorgada. El tema era reemplazar rápidamente la escarapela
y el color plateado estatal por algo, lo que fuera, pero con mucho color
y filete. Cuando cambiaron de número, en 1969, algunas de ellas, como “Transporte
Doscientos Setenta S.A.”, “Micro Omnibus N0 226 S.A.” o “Línea
213 S.A.T.” (actualmente líneas 70, 56 y 53) no modificaron su razón
social. Otras sí lo hicieron, como la 407 y la 268, que pasaron a ser 47
y 68, respectivamente.
La
empresa “Línea 209” de Rosario nunca llevó ese número. El nombre
es fruto de una fallida reestructuración que se hizo a medias. La línea
se identificó como B muchos años y es la actual 115.
Casos singulares y otras yerbas
A
modo de cierre hemos agrupado una cantidad de singularidades en los nombres
de algunas empresas. Por ejemplo, no es común que se agregue “el” delante
de la palabra “expreso”; sin embargo “El Expreso Libertad” y “El
Expreso Ciudad de Posadas” escaparon a la norma. Algunos nombres están
literalmente “fuera de lugar”, como el insólito “El Obelisco”, tomando
en cuenta que circulaba entre Azul y Necochea a más de 300 kilómetros de
Buenos Aires. Agregaríamos con el mismo criterio a “La Litoraleña”,
de San Nicolás y a la Empresa “Tandilense”, circulando en la Capital
Federal.
En
la ciudad de Avellaneda, por los años ’40 muchas compañías de ómnibus tenían
nombres de colores. Estaban “La Blanca”, “La Verde”, “La Celeste”
y “La Colorada”. Esta última llegó hasta nuestros días. Siempre en
el Sur, encontramos a “El Blanquito”, desprendimiento de Micro Omnibus
Quilmes y más recientemente al “Expreso Granate”, nacida en Lanús
(¿cualquier similitud es casual?). En las ciudades del interior es común
denominar a los colectivos más por su color que por su nombre o número de
línea. En Necochea se conocía a las tres empresas locales como “los verdes”
(Nueva Pompeya), “los rojos” (Cía. de Transp. Necochea) y “los
azules” (M. O. Gral. Necochea). Cuando se produjo la fusión de estas
dos últimas, en 1981, se decidió adoptar el nombre de una y el color de
la otra.
FIGURA 22. Coche 17 de “La Blanca”, línea 25 de Avellaneda, antecedente de la 271. (Colección Sergio Ruiz Díaz). |
Las
líneas tomadas por la Corporación de Transportes sufrieron cambios de número,
de tipo de vehículos y de recorridos. De todas ellas, sólo dos empresas
de ómnibus renacieron con sus nombres originales al volver a la explotación
privada: “Metropol Autobús”, línea 65, que entró en la Corporación
en 1943, fue refundada más de 20 años después como “La Nueva Metropol”.
Del mismo modo, el ómnibus 57 de la “25 de Mayo” recuperó su nombre
en 1955, ya como colectivo 257.
Empresas
de zonas turísticas, como “Navegación Lago Lácar” (San Martín de los Andes)
o el crucero “Anamora” (Mar del Plata”), tienen servicios automotores pre
y post-embarque. La multimodalidad produce en estos casos la presencia de
un nombre netamente naviero pintado en un ómnibus. No es el caso de “Buque
Bus”, que empezó cruzando el río de la Plata con ferrys que combinaban
en Uruguay con ómnibus, reflejando ambos modos en el nombre de la empresa.
Tampoco es ejemplo “Transportes Fluviales del Litoral”. Esta firma
comenzó uniendo la costa santafecina con la entrerriana, a través del Paraná,
mediante el sistema de balsas. Al inaugurarse el túnel subfluvial debieron
ponerse a tono con el progreso, cambiando de modo y transformándose en automotor.
FIGURA 23. Omnibus de “Transportes Fluviales del Litoral”. |
El
nombre de la ciudad de Chivilcoy ha estado representado con diversos matices,
desde el lacónico “Expreso Chivilcoy” hasta los más sonoros “La
Chivilcohiana” y “La Argentina y Chivilcoyana”, diligencias del
siglo XIX. Incluso se ha registrado, en 1996, el “Expreso Chivilco”
de turismo, aunque no sabemos realmente si era el verdadero nombre o se
le borró una letra. Otros juegos de palabras se dieron en Córdoba (“El
Serrano”, “El Serranito” y “El Serra”) y en el Norte de la provincia
de Buenos Aires (“Empresa Costera”, que pasó a ser “El Costero”
y luego “El Costerito”).
Una
progresión de nombres refleja las aspiraciones de los empresarios de ómnibus
de Buenos Aires en los años ’20. Mientras “La Porteña” se circunscribe
a la ciudad, “La Metropolitana” podría abarcar un área mayor. De
allí pasamos a “La Nación”, siguiendo con “La Continental” y
“La Internacional” para culminar
en “La Mundial”.
FIGURA 24. Leyland Lion carrocería Genius de “La Internacional”, línea 53 de Buenos Aires que pese a su nombre no pasaba de Puente Saavedra. (Ilust. Aníbal Trasmonte). |
Varias
firmas santafecinas como “Edén Tours” (Cañada de Gómez), “El Príncipe
Azul” (Cap. Bermúdez), “T. A. Las Delicias” (Rosario), “Turismo
Shalom” (Rosario) son portadoras de nombres bastante ajenos al estilo
de las empresas de transporte. Podemos agregar “Transportes Pulgarcito”
(Corrientes) y “Expreso La Atómica” (Punta Cuevas - Chubut).
Pensamos
que el tema tratado en esta nota -aparentemente árido a primera vista- tiene
muchos matices interesantes, ya que a través de los nombres se refleja la
historia, la geografía, la familia, la naturaleza, los valores humanos y
hasta la religión. Hay tantas variantes que uno se tienta en el facilismo
de clasificar y escribir nombres. Aunque lo que abunda no daña, sería tedioso
citar las 40 “Nuevas” o las 60 “Uniones” que entre diligencias y automotores
hemos encontrado, sin contar “Unidas” ni “Unidos”. En fin... es como para
publicar un diccionario.
Aníbal Trasmonte
3/2003
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BusARG.com.ar
- Primer Museo Virtual del Transporte Argentino ] Buenos Aires, Argentina
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