Cuatro días de paseo por Roma

Nuestro amigo Carlos Alberto Sisto continúa su paseo por Europa. Esta vez nos relata su visita a Roma, nos da un pantallazo de su sistema de transportes y nos arma circuitos turísticos, todo matizado con imágenes de la actualidad del transporte romano, además de brindar consejos útiles para cualquier aficionado que decida incursionar por aquellos rumbos. Acomodémonos en un imaginario micro de turismo y comencemos la recorrida.

De París a Roma

Antes de terminar nuestra a visita a la capital gala y gracias a que nos quedaban unos días de vacaciones, decidimos extender nuestro recorrido. Sin ir más lejos, podríamos haber tomado el metro o un bus de hasta la Gare du Nord o la Gare de L´est, tomar un Thalys y acercarnos a Bélgica o un EuroStar, cruzar el túnel del Canal de la Mancha y llegar a Londres, aunque el billete en este tren es muy caro.

Además, si partimos de la Estación del Este, un tren común compuesto de coches Eurofima o Corail podría llevarnos a Frankfurt. Todo o casi todo estaba al alcance de nuestra mano pero, como no estaba solo, la decisión la tomó mi esposa: NOS VAMOS A ROMA, dijo. Por lo consiguiente, tomamos un bus hasta Orly, abordamos un avión y, en un abrir y cerrar de ojos, por decirlo de una manera, comenzamos el descenso al aeropuerto Leonardo da Vinci, más conocido por Fiumicino, que es el nombre de un lago vecino a la estación aérea.

Al llegar a la sala de retiro de equipajes, se forman largas filas alrededor de sus bocas de salida. En circulo, los bultos y valijas se deslizan por la cinta transportadora. Lo más común es que por la misma cinta salgan valijas de dos o tres vuelos, por lo que puede imaginarse el amontonamiento resultante.

Para los amantes de los aviones es complicado sacar fotos. Nadie dice nada pero juega en contra su estilo constructivo. Ya en las afueras del aeropuerto existen varias opciones para recorrer los casi 30 kilómetros que la separan de la ciudad eterna: bus, taxi o tren. De este último existe una terminal exclusiva de los FS (Ferrovía dello Stato), que por 9 Euros y en 25 minutos nos deja en la principal estación, Roma Términi.

Nosotros elegimos un bus (tipo Manuel Tienda León de Argentina); nos tocó en suerte un Setra 215, algo antiguo pero en excelente estado. Demoramos 45 minutos, algo extraño por la hora de arribo y porque en la autopista casi no había tráfico. Por las calles de la ciudad puede apreciarse la forma similar de conducción a Buenos Aires. Y nos instalamos en el hotel, ubicado en un punto no muy cercano al centro, para estudiar el mapa y comenzar la visita.

De paseo por la ciudad

La ciudad fundada por los gemelos Rómulo y Remo, luego de cruentas guerras y de tanto tiempo transcurrido, es una mezcla de construcciones actuales y otras que datan de los siglos anteriores a Cristo. Se puede decir que la Roma actual está construida sobre la antigua, ver todo llevaría muchísimo tiempo y en una visita de pocos días es imposible de completar.

Lo ideal es recorrer sus calles a pie. De todas maneras, los transportes funcionan con buena frecuencia y el Metro, que solo tiene 2 líneas, funciona entre las 5,30 y las 23,30 Hs. Los buses tienen un horario más amplio; existen numéricamente más de 300 líneas que, en su mayoría, pertenecen al consorcio de la ciudad (ATAC).

El tema de las fotografías de buses depende mucho de la época del año en la que viajemos: si bien el huso horario es idéntico en casi toda europa, a partir de las 16,30 en Roma baja la luz diurna en forma rápida. Este dato es crucial para quienes tomen las fotos con cámara analógica (de rollo).

La primera recorrida que recomiendo es utilizar el servicio de buses turísticos llamado Trambus Open. Su punto de partida es la estación Roma Términi, los coches son todos de doble piso con su parte superior descubierta, modernos y en su mayoría IVECO. Su precio es de 11 Euros por día, sin límites de ascenso y descenso. Con ellos se visitan los puntos más importantes para el visitante.


Uno de los modernos ómnibus de turismo con los que se puede pasear por Roma. En este caso es un Iveco Cityclass, que se presenta por demás curioso con su segundo piso panorámico. (Foto: Carlos A. Sisto).

En caso de utilizar el transporte público los billetes se adquieren en lugares específicos. Existen numerosas variantes, por lo cual se puede elegir la más conveniente para nuestro cometido: pordemos elegir entre el boleto A Tempo, válido dentro de los 75 minutos de su compra y que vale 1 Euro, sin límite de ascenso y descenso en ómnibus, pero para el Metro sirve sólo una vez. También existe el Diario por 4 Euros, el Turístico por 3 días con un costo de 11 Euros, el Semanal por 15 Euros y el Abono, conveniente para quienes extiendan su estancia por más de un semana o para los residentes.

Consejo básico: viajen siempre con su billete. Si no lo poseen y sube un inspector las multas van de 100 a 500 Euros y no hay arreglo que valga. La multa es la misma si somos sorprendidos realizando fotografías en el Metro sin autorización. Existen carteles que lo anuncian.

La primera parada que recomiendo es El Coliseo, siempre abarrotado de turistas y personajes que, ataviados como gladiadores romanos, invitan a la típica foto. Cabe aclarar que la propina es obligatoria. Además, tenemos ruinas cercanas en abundancia para visitar. De paso, numerosas líneas de autobuses circulan por su avenida (Via dei Fori Imperiali) lo cual convierte al lugar en propicio para hacer algunas fotografías.


Iveco Cityclass de la ATAC, fotografiado sobre la Via dil Fori Imperiali, en una parada cercana al mítico Coliseo. (Foto: Carlos A. Sisto).


Poco agraciado estéticamente, éste es uno de los pocos minibuses eléctricos que actualmente presta servicio en Roma. Fue fotografiado cerca del cruce de la Via dei Fori Imperiali con Via Cavour. (Foto: Carlos A. Sisto).

De este lugar continuamos el recorrido del bus (explicado en varios idiomas) por el Circo Romano, Piazza Venecia, Corso de Vittorio Emanuele (existe allí una terminal de tranvías denominada Lago Argentino), Piazza del Quirinale (Sede del Gobierno); hasta llegar por sus estrechas calles y una vez cruzado el Rio Tevere a la imponente Via della Conciliazione y, al fondo, con la basílica de San Pedro. Nos encontramos en Roma, sí, pero dentro de ella se encuentra el estado del Vaticano.


En esta imagen, tomada en cercanías de la Ciudad del Vaticano, vemos a un tranvía Breda de antigua generación al servicio de la línea 2. (Foto: Carlos A. Sisto).

¡Ah! No hay que olvidar que sobre esta avenida se encuentra nuestra Embajada sobre la mano derecha (¡Ojo! Me refiero a la embajada argentina en el Vaticano. La correspondiente a Italia se encuentra a tres cuadras de la Piazza de Sta. Maria Maggiore, donde existe una placa que recuerda que allí pernoctó Eva Perón y, en la vereda, los bustos de Sarmiento y Mitre flanquean la entrada).

Dejamos atrás el Vaticano y pasaremos por la Piazza Navona, luego por la Piazza d´il Poppolo, recorreremos la corta y famosa Vía Veneto (al final de la cual, que es en curva, se encuentra la embajada de los Estados Unidos) y terminaremos en pleno centro comercial, de donde continuaremos a pie.

No hay que olvidar visitar la tienda de souvenirs de Ferrari, cuyos precios oscilan desde los 50 Euros hasta los... ¡¡¡11.000!!! Pasamos luego frente a la Piazza Spagna, con su famosa escalinata en la cual se realizan desfiles de modas, para desembocar finalmente y poco antes del lugar de partida en Piazza della Repubblica.


Mercedes Benz O-530 Citaro, figura conocida en muchas ciudades europeas, fotografiado en la Piazza della Repubblica. (Foto: Carlos A. Sisto).

Para comer, podemos encontrarnos casi como en nuestra casa, con pizzas de todas las formas y gustos. Elegimos la cantidad, la pesan y nos cobran (aquí la venta es al peso y no por unidad o porción), lo cual resulta muy económico. Además, tenemos una enorme variedad de pastas y el olorcito a salsa que invade la calle y nos invita a pasar. Los desayunos en hoteles son similares a los nuestros y las facturas, fiambres y quesos son realmente buenos. Para los que vayan con un plan gasolero, el supermercado es ideal para comprar las comidas del día. Los restaurantes oscilan desde 12 Euros... a lo que uno quiera gastar.

Cómo viajar en Roma.

Lo ideal, aunque no son muy limpios, son los autobuses. La mayoría poseen 3 puertas: dos de ascenso y la central de descenso; el conductor no cobra y recomiendo, al subir, validar siempre el billete y evitar avivadas que pueden ser costosas.

Se pueden encontrar modelos algo antiguos de Breda y FIAT o más actuales de Iveco, M.A.N., Mercedes Benz Citaro, mini buses eléctricos, que se utilizan en cuatro líneas (a una de ellas se la puede tomar en Lago Argentino o también cerca del Foro. Sólo viajan 8 viajeros sentados y 4 de pie) En Términi se ven trolebuses Solaris - Ganz Trollino que llegan a la misma con sus "varas" bajas, ya que no existe en esta zona tendido eléctrico.


Curiosa imagen de un trolebús Solaris - Ganz circulando con sus varas bajas, tomada cerca de la estación Roma Términi. (Foto: Carlos A. Sisto).

El público usuario de los autobuses es algo descuidado y sucio. Muchas líneas poseen unidades sin aire acondicionado, algo que en la mayoría de los países es normal, las velocidades de circulación no son elevadas y los choferes respetan el tránsito, algo que no imita la mayoría de los automovilistas y motociclistas que son muy audaces. Es algo normal (y muy argentino) no detenerse junto al cordón gracias a los vehículos estacionados, excepto en las terminales.

Las líneas hacia las afueras de Roma parten de centros de concentración de líneas semejantes a Liniers, Puente La Noria o Pacífico por ejemplo, al igual que en Madrid o París. La decoración de las unidades es: naranja y aluminio en su mayoría, amarillos, azules o los trolebuses en verde claro. Todos poseen indicadores externos digitales, excepto las unidades más viejas, e interiormente un plano de la línea con sus respectivas paradas. Aunque Roma posee calles muy intrincadas, es difícil perderse y por ser muy turística siempre podremos solicitar información.


De este tipo de ómnibus ya quedan muy pocos. Es un Iveco, con cerca de dos décadas sobre su chasis, que conserva el viejo color naranja distintivo del transporte romano. Fue fotografiado mientras circulaba por la Via Nazionale. (Foto: Carlos A. Sisto).

El Metro es otra cosa. Muy grafitado, sucio y abarrotado de viajeros. Las líneas de tranvías son varias y poseen desde viejos Breda hasta modernos y plotteados Ansaldo articulados. Los ferrocarriles tienen dos estaciones dentro de Roma: la principal es Términi con sus 29 plataformas de donde parten trenes urbanos, suburbanos e internacionales. Es una estación de aspecto moderno con un shopping dentro, supermercados y todos los servicios que puedan imaginarse.

Está continuamente llena de público y aparenta no ser peligrosa, pero lo mejor es cuidarse, pues son infaltables los amigos de los ajeno pese a que los Carabinieri están por todos lados. Existe una combinación con la línea 1 de Metro y, en su exterior, infinidad de plataformas para los autobuses. Cierta zona está casi pegada a la Via Marsala, por lo cual conviene ir con 40 ojos.


Curioso destino el de este tranvía Ansaldo de última generación: se refiere a la Piazza Argentina, una de las cabeceras de la línea 8. Aunque... ahora que se habla de la implantación de servicios tranviarios en Buenos Aires y Mendoza... en fin, soñar no cuesta nada. (Foto: Carlos A. Sisto).

También existe una línea suburbana denominada Roma / Viterbo que termina en Piazza d´il Poppolo. Utiliza unidades triples eléctricas, que se encuentran de deficiente estado de conservación. Me recordaron mis viajes en el Belgrano Sur o en el Sarmiento, en su peores épocas.

Para llegar a la famosa Fontana di Trevi es atractivo ir a pie. En caso contrario, convergen en ese punto muchas líneas de ómnibus, además de la línea 2 del Metro. Cercana a la fuente hay infinidad de tabernas y pizzerías, un mercado de pulgas y el store de Ferrari. En cada lugar destacado del centro existe una especie de terminal de líneas de autobuses.

Fotografías.

Hoy, con el avance de la tecnología y los precios en Europa, las cámaras digitales son moneda corriente. Ahorran mucho dinero y se puede seleccionar hasta la sensibilidad, olvidándonos de las ASA que debemos comprar, pero existen infinidad de turistas con sus cámaras manuales y el clásico 100 ASA.

Para el aficionado no existe un lugar definido ya que cualquier calle es buena. Lo ideal, cuando vamos de turistas, son las calles o avenidas principales. Nadie, ni los conductores de ómnibus o los motormen de tranvías hacen objeción alguna al realizar tomas del transporte. El centro o el Vaticano son ideales, según la época, para los "internacionales" o las cosas raras.


Un Setra "San Antonio" de una empresa de turismo italiana, fotografiado cerca de la estación Flaminio, en el barrio Villa Borghese. (Foto: Carlos A. Sisto).

En la estación principal de los FS tampoco existe algún problema a la hora de tomar fotos. A veces, hay que dejar el fanatismo de lado y tener en cuenta que no sólo se realizan tomas de transporte, pues hay infinidad de lugares de interés e históricos que no deben pasarse por alto, tratándose de viajes que quizás nunca más realicemos.

Si deseamos alguna foto de transportes interesante, cosa que no hice, buena es la de los tranvías cruzando sobre el Tévere. Es un lugar propicio para combinar paisaje y transporte. Si se puede y en ocasiones podemos tener suerte al llegarnos hasta la Piazza d´il Poppolo y fotografiar desde lo alto los tranvías Breda. Desde este punto existe una gran plaza, tanto de día o noche hay gente a todo momento pero... algunas parejitas la utilizan de Villa Cariño (¡Hasta de día!) y casi a nuestra vista.

Comparaciones.

Objetivamente y como ya mencionamos, en Argentina poseemos un sistema de transporte muy bueno. Lástima que no existen normas para las construcciones estandarizadas de carrocerías, comodidad, accesibilidad, formas etc.

La instrucción de los conductores es esencial, además de los servicios nocturnos que en Roma se cumplen, en nuestro país todavía queda bastante por hacer al respecto. Si nuestros políticos, directivos de empresas o sabios de turno visitan el extranjero, deberían observar cómo funcionan e incorporar lo que sirva.

Algo que debe tener prioridad es reemplazar las unidades con más años, por otras de piso bajo con urgencia, si bien los costos influyen a la hora de renovar la flota. También, y lo mencioné en otra nota, aunque sea costoso eliminar las máquinas expendedoras en los coches y colocar tickeadoras o validadoras al ingreso (y en nuestro país también para el descenso ya que las líneas que pasan de Capital a Provincia algún avivado podría utilizar el boleto mínimo para pasar del otro lado de nuestra Gral.Paz) además, bueno sería descongestionar los servicios de capital que continúan al gran Buenos Aires con puntos de transferencia, incorporar el billete único en Capital y que pueda utilizarse tanto en el subte como el colectivo.

No podemos quejarnos de nuestra urbe cuando existen embotellamientos y demoras, pues si salimos de nuestra frontera y observamos alguna capital del llamado primer mundo nos sorprenderá el hecho de que son tanto o más caóticas.

Tenemos cosas buenas, aunque nos falte el Coliseo...

Carlos A. Sisto.

Julio de 2006.

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